jueves, 5 de octubre de 2017


DIANA AZCONA TREJO




I



¿Qué pensaste, cariño,
en ese último momento en que pudiste pensar?
¿Pudiste pensar?
¿Recordaste el brazo roto de tu hija?
¿Sentiste el olor de mi pecho?
¿Sentiste mis náuseas?
¿Te dolía la cabeza, amor, mi cabeza?

Te atormentaba todo, lo sé.
Querías salir de tu cuerpo
mucho antes del
golpe
antes                                               del  vuelo

mucho antes del es
ta lli do.



De: Crónicas de hospital

ARIEL MONTOYA




Mujer




Tu cuerpo
mientras te desnudas
pareciera una guitarra
cubierta de suspiros
palpando en el aire
(herido de tus senos)
inventarios de besos afincados
en la abertura
musical de tu cuello.

Ahora
en esta cama,
en esta nave
victoriosa
en donde nuestros sexos
se entregan
sin reposo y sin vergüenza,
empapados
por la sábana que nos funde
en el sudor
de una sola sangre,
estremecido
por el choque
de nuestras palpitaciones,
es fácil
decirle miserable
a la tristeza
o infame
a la envidia
de quienes nos imaginan.

Esta noche
las estrellas
despiertan en tus manos,
y tus dedos,
velas del deseo,
alumbran
susurros penumbrosos.

Un chisporroteo
de esmeraldas
se desliza
sobre la mediación
de nuestros cuerpos:
son tus ojos
escarbando dulces
la imprevista
derrota del adiós.


De: Perfil de la Hoguera

FRANCISCO DE LA TORRE




Cuántas veces te me has engalanado...



¡Cuántas veces te me has engalanado,
clara y amiga noche! ¡Cuántas, llena
de oscuridad y espanto, la serena
mansedumbre del cielo me has turbado!

Estrellas hay que saben mi cuidado
y que se han regalado con mi pena;
que, entre tanta beldad, la más ajena
de amor tiene su pecho enamorado.


Ellas saben amar, y saben ellas
que he contado su mal llorando el mío,
envuelto en los dobleces de tu manto.

Tú, con mil ojos, noche, mis querellas
oye y esconde, pues mi amargo llanto
es fruto inútil que al amor envío.

ANDRÉS TRAPIELLO




En tus mejores años



Cuando te veo ahora en tus mejores años
con toda la belleza de una copa de vino,
brillándote en los ojos el deseo y las noches
estrelladas de agosto, imagino ese invierno
en que, vieja y cansada, te entregues al recuerdo.

He querido llegar antes que tú a ese día.
Y revivir los tiempos en que tú levantaste
de esta ruina una casa, plantaste en ella higueras,
y alimentaste fuegos que a todos nos hicieron
imaginar la vida muy lejos de los muertos.

Ya ves que ahora han llegado, siniestros, silenciosos.
Por eso tu poeta ha venido contigo
a recorrer de nuevo nuestras amadas ruinas,
y si ayer fue tu risa, hoy será tu silencio,
cuando, vieja y cansada, de nada sirve el sueño.


De: "Acaso una verdad"


DANIEL FRAGOSO




Siento en las palmas el denuedo del abandono
y en las calles la gente sale a devorarse.



De: “Escuela del vértigo”

FRANCISCO SEGOVIA




No nos queda nada limpio ya.
El viento del norte y el viento del sur
nos laceran el rostro con su lija
como si ellos también tuvieran
la piel llena de costras.