"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 12 de octubre de 2016
IVÁN ROJO
Familia
Somos
una prole deslumbrante.
Está
mi hermano El inmaculado
y
estoy yo, el mono naranja.
Y a
veces viene a vernos
nuestra
chica rosa chicle.
Tampoco
ella tiene el graduado
pero
quién lo necesita
si
eres la reina de la Red.
Millones
de visitas,
millones
de peces con manos.
Es La
Gran Pescadora.
El
orgullo de la familia.
Y
está bien que así sea.
Su
maleta es maravillosa.
De
piel de cervatillo,
llena
de juguetes, artilugios
y
fajos de billetes violeta
duros,
compactos, omnipotentes,
la
envidia de este pueblo:
Red
River, Arkansas,
sospechosamente
parecido a
Guadalajara,
España, dicen.
ÁLVARO LUQUÍN
2
La
fuerza de este suero es el roer más suave
y
triste en su último destello.
Con
el álbum de fotos carcomidas
sola,
desaliñada vaga por el cuarto
y el
horror del siglo come de su entraña.
Hay
manos deslizándose hasta el pubis
sus
ojos trepan y descienden pabellones.
La
vemos fuera de la sala deambular
como
algo muerto dentro de nosotros;
él
dijo que saldría intacto y sin usar los mecanismos
de
emergencia.
Cuando
el doctor termine de ver el noticiero dile:
observe
los fantasmas que orbitan en la cuna
y que
su error le sea placentero.
ANTONIO LEÓN
Accidentes
A bank
of red earth, dripping down death
me
gusta pasar al lado de los accidentes
son
la evidencia del fracaso de la colorimetría
no
puedo llorar frente al herido
si
sus vísceras son más bellas
que
los reflejos de mi nuevo tinte
sé
que es un punto la grana
un
atolón de furia
la
nube en el agua que no se enteren los ambientalistas
la
vida se ha vuelto incómoda tras aquel documental
charcos
y lagos con nata fluorescente
texturas
procesos
de tintado
los
tubos de bronce que desembocan en el río
si esta
fuera mi cabeza de la
forma en que la pienso
un
bulbo de tulipán
pero
un llavero de jíbaro
un
globo lleno de lágrimas rojas
las
cárceles de cabello son cataratas raquídeas
si
esta fuera mi cabeza de la forma en que la
pienso
hubiesen
incluido en la cuenta del salón de belleza
los
pasos de yodo
de
una niña que se visita sola
VÍCTOR PÉREZ
2.
A Pedro César Alcubilla
Soy
un puto perro sidoso
y una
gorda me ha ametrallado
enculado
por mi padre adquirí el escalofrío del imperio.
Sólo
me gusta arrancarle verrugas a los mocosos
y
plantarlas en el campo
debo
hablar con las familias que se resisten.
Creo
en el silencio de los retorcidos
y en
las nueve mil balas abandonadas prendidas de mis trenzas.
Escupo
caballa, sándalo y la sota de bastos a los
fantasmas
de los ancestros que capturo en los palomares
a mí
me hubiera gustado enterrarlos a más profundidad.
Bendigo
los bebedizos y el vértigo inmeditado
porque
me vienen al pelo para las sutilezas y las maldiciones.
Me
estoy revelando como la geisha fulminante que vuelve.
La
madre torcida y el tirador en el molino
redactan
el juramento del viaje
acelero
a fondo hasta que ella me clava
un
tenedor en la mano
me
gusta que se ría como una hiena con su vestido de lunares.
OMAR PIMIENTA
Apaches
sobrevuelan la Libertad
Don
Marcos camina torpemente con su pupila izquierda dilatada
de su mano derecha cuelga una bolsa de guayabas
de su mente el recuerdo de la tigra: mítica tijera de don Benja su barbero
de su mano derecha cuelga una bolsa de guayabas
de su mente el recuerdo de la tigra: mítica tijera de don Benja su barbero
Apaches
sobrevuelan la Libertad
Tere
recibe una llamada de Dios confirmando la cita a las 3
le pondrá pestañas le hará las uñas
piensa en un color de cabello semejante al otoño
le pondrá pestañas le hará las uñas
piensa en un color de cabello semejante al otoño
Apaches
sobrevuelan la Libertad
Bruno
mira caricaturas japonesas con su nombre embarrado en las ojeras
apaga la tele presionando el botón rojo con el índice
se forma un túnel de luz al centro se cierra
queda el crujir de los aparatos que se enfrían
ve su reflejo solo de este lado de la pantalla
apaga la tele presionando el botón rojo con el índice
se forma un túnel de luz al centro se cierra
queda el crujir de los aparatos que se enfrían
ve su reflejo solo de este lado de la pantalla
Apaches
sobrevuelan la Libertad
Un
hormiguero brotó por una ranura del cemento
el fantasma de mi madre lo barre con una escoba de bugambilias
apaches sobrevuelan la libertad y el viento de sus hélices esparce las flores
por todo el patio la ropa de los tendederos baila en la cuerda floja
escuchamos el crujir de una tarde que se enfría.
el fantasma de mi madre lo barre con una escoba de bugambilias
apaches sobrevuelan la libertad y el viento de sus hélices esparce las flores
por todo el patio la ropa de los tendederos baila en la cuerda floja
escuchamos el crujir de una tarde que se enfría.
(en memoria de Don Benja)
ELADIO CABAÑERO
Tú y yo en el pueblo...
Es todo bien sencillo. Nuestro pueblo
con sus tejados, sus barbechos surtos
en la orilla del campo, el sol colgante,
la torre de la iglesia, nuestras casas,
ya estaban desde siempre por lo visto.
Todos estaban antes, ¡qué sencillo!
Nuestros padres, los suyos, los parientes,
aquí estaban; las viñas daban fruto
al cobijo del llano, hacia septiembre;
explotaban de rojas las sandías
y los membrillos lo aromaban todo
mientras el vino nuevo ardía en las cuevas,
en las tinajas roncas y en los cántaros,
y no habíamos nacido, compañera.
Nunca se tuvo la fe suficiente
para entender a un niño. Por entonces
la vida estaba azul para nosotros.
Oh niña dulce en Tomelloso aquella,
qué tiernecito corazón el tuyo
mientras la guerra... Huelo aquellos años
como el mejor perfume. Ángel nacido
que fuiste tú, y yo el muchacho serio
que, sin saberlo, yendo por las calles
pasa frente a tu puerta y te conoce.
Ah tiempo recordable, sombra izada
como un mal sueño en nuestra juventud,
¿todo ha sido verdad? Qué gran sospecha
nuestra vida pasada allá en el pueblo:
sus fiestas de guardar, sus romerías;
las ferias de septiembre (cuando llevan
los viñeros, los pobres, a sus hijos
Con los zapatos nuevos, que no pueden
andar, ilusionados...); los inviernos
con nieve y con amigos que regresan ;
el pueblo con gramberros por las calles,
gamberros como hermanos, cariñosos,
bromistas del petardo y de los dichos
gordos y hasta poéticos a veces.
Puestos a recordar, hemos venido
de visita a este mundo insatisfecho.
En las tardes del pueblo, sueño que urde
la lejanía en soledad del mundo,
hemos amado tanto en otros seres,
en años, quizá siglos, tantas veces
te miré ensimismado, emocionado,
que hoy ya no es necesario, compañera,
amor mal recobrado, que te diga
cuánto te quise en nuestro pueblo, a solas.
Recordatorio, 1961
Es todo bien sencillo. Nuestro pueblo
con sus tejados, sus barbechos surtos
en la orilla del campo, el sol colgante,
la torre de la iglesia, nuestras casas,
ya estaban desde siempre por lo visto.
Todos estaban antes, ¡qué sencillo!
Nuestros padres, los suyos, los parientes,
aquí estaban; las viñas daban fruto
al cobijo del llano, hacia septiembre;
explotaban de rojas las sandías
y los membrillos lo aromaban todo
mientras el vino nuevo ardía en las cuevas,
en las tinajas roncas y en los cántaros,
y no habíamos nacido, compañera.
Nunca se tuvo la fe suficiente
para entender a un niño. Por entonces
la vida estaba azul para nosotros.
Oh niña dulce en Tomelloso aquella,
qué tiernecito corazón el tuyo
mientras la guerra... Huelo aquellos años
como el mejor perfume. Ángel nacido
que fuiste tú, y yo el muchacho serio
que, sin saberlo, yendo por las calles
pasa frente a tu puerta y te conoce.
Ah tiempo recordable, sombra izada
como un mal sueño en nuestra juventud,
¿todo ha sido verdad? Qué gran sospecha
nuestra vida pasada allá en el pueblo:
sus fiestas de guardar, sus romerías;
las ferias de septiembre (cuando llevan
los viñeros, los pobres, a sus hijos
Con los zapatos nuevos, que no pueden
andar, ilusionados...); los inviernos
con nieve y con amigos que regresan ;
el pueblo con gramberros por las calles,
gamberros como hermanos, cariñosos,
bromistas del petardo y de los dichos
gordos y hasta poéticos a veces.
Puestos a recordar, hemos venido
de visita a este mundo insatisfecho.
En las tardes del pueblo, sueño que urde
la lejanía en soledad del mundo,
hemos amado tanto en otros seres,
en años, quizá siglos, tantas veces
te miré ensimismado, emocionado,
que hoy ya no es necesario, compañera,
amor mal recobrado, que te diga
cuánto te quise en nuestro pueblo, a solas.
Recordatorio, 1961
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