"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 10 de febrero de 2022
GERTRUDIS PEÑUELA
Cegada
luz
Te
busco aún imagen ya perdida,
cegada luz, desorbitado viento,
esperanza tan sólo sostenida
por la ternura de mi pensamiento.
Algo
tuyo quedose entre mi vida
como afilada flor de sufrimiento;
sangra mi llanto por tu propia herida
y sube tu canción por mi lamento.
Esa
es la causa de mi mal cercano,
la certidumbre del inmenso hastío
que dobla las espigas de tu mano.
Porque
tú eres la espuma de ese río
que nace en tus llanuras de verano
y muere en mis crepúsculos de frío.
MARIO BENEDETTI
Rostro
de vos
Tengo
una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.
Tengo
una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.
Sin
temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.
Estoy
lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.
Mis
huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.
Pero
el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.
Las
paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.
Ya
mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.
LOLA RIDGE
Nueva
Orleans
¿Recuerdas
el
melón dulce de la luna
goteando
espesa miel de luz
donde
Canal Street va correteando sola entre árboles dormidos?
Y el
leve aroma rancio de patchoulí,
fragancia
de Nueva Orleans...
Nueva
Orleans,
como
marchita tuberosa
sostenida
en la cálida atmósfera...
maravillosamente
intacta.
Versión
de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal
MANUEL TIBERIO BERMÚDEZ
Te
recuerdo en un tango
En
este tango
que hoy escucho
veo a ese otro yo
que borró el tiempo.
Es
otra esquina
la de la cantina
de donde salen las notas
que me dicen
que el tiempo que oigo
es tiempo ya vivido
y que de ese tango
que yo escucho
solamente me llegan
los recuerdos
y ella está en sus notas
MARÍA CRISTINA MENARES
Embriagado
bajo la lluvia
Sí,
he
bebido.
Bebido
de un líquido escarlata
leve
y escurridizo como la sangre,
como
el sudor que brota del esfuerzo
o el
dolor contenido en una lágrima.
Bebido,
bebido
en esta noche de lluvia desolada
hasta
sentir el peso de las nubes
y
unas sueltas amapolas que me inundan
de
excitantes caricias
la
garganta.
Y
ahora vengo
enlazado
a una ronda de burbujas
en
un mágico equilibrio por las calles
a
encontrones con un rayo centelleante
y
las piedras que me cierran el camino.
Y
así voy
transportado
por inmensas mariposas
que
me llevan hasta un parque de jacintos
y
navego entre océanos de aroma
y me
duermo entre arrullos de palomas.
Sí,
porque he bebido,
bebido,
bebido hasta olvidar que existo
en
este amargo sino prolongado,
hasta
olvidar que el hambre duele
como
un trozo de vidrio triturado.
Bebido,
bebido,
bebido hasta sentir que tienen alas
mis
viejos zapatos caminados
y
que en vez de de esta camisa que me cubre
desnudándome
en jirones,
¡una
gasa cálida de espuma
me
resguarda el corazón helado!
Y
aquí estoy bajo la lluvia,
achispado
y ondulante como leño sin destino
en
el centro de un océano,
casi
próximo a la gloria,
casi
al fondo del abismo,
soberano
y vencedor
de
guirnaldas coronado,
destruido,
inexistente,
¡pordiosero
y embriagado!
ANDRÉS HENESTROSA
La
sirena del mar
La
noche del 24 de diciembre es noche providencial, milagrosa. Cuando niño —porque
hay niñez allí donde reinan los cuentos—, salía a caballo a recorrer la playa
para ver salir a la media noche a la sirena del mar, para escuchar su canto,
revuelto con los tumbos y retumbos de las olas. Tal vez por la canción del mar;
acaso porque nos faltara virtud; o porque algunos de los ritos no se cumplían
debidamente, nunca la vimos ni oímos su cantar. Sólo la canción del mar, sólo
el cabeceo de las olas, su propio cabrilleo. Yo la vi y oí una vez, pero se me
ha olvidado…
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