domingo, 27 de octubre de 2013

MARCELO FAURE




El espacio



soporte como nunca
sopor que envuelve angustias y trinos
en la galerías de cuadros despintados/
las siestas isleñas -que entienden de siestas
y no se mienten como aquellos triángulos obtusángulos
de la escuela secundaria-
arman figuras imposibles y es allí donde vos te hacés
caudillo
      marca
                        volumen.



IRENE GRUSS





Jinetes del apocalipsis



No hay lugar para la huida, ángel
del deseo.
Ellos, que dicen que son fantasmas,
siguen haciendo malas artes,
influyen, lo hacen bien,
estorban la huida, ángel
del deseo. Me corrompen.
Adonde fuera, el sol o la lluvia
me perseguirían como un testigo;
adonde me quedara,
ellos,
que dicen que son fantasmas,
mandarían cartas anónimas, desapasionadas
o donde la pasión
ocupa un lugar antiguo, de pacotilla.
Ahora, dicen,
el cielo se resquebraja tanto como
el suelo,
la gente lee libros trágicos,
sueña con llanuras que parecen desiertos.
Ahora, dicen, todo ha terminado.
Y yo quería un lugar,
un toque
de infancia,
una frase verdadera.



EVA MURARI




En primavera…



En primavera una bici liviana,
veloz con viento propicio,
unas botas con tiritas,
un pañuelo al cuello,
los jazmines del país,
las primeras comuniones,
las tormentas rosadas y violentas,
el perfume inquietante
de las acacias de Constantinopla.



CECILIA ERASO






Vacío



A veces, la ciudad me hace perder
mi sentido de lo inmenso
entonces voy
y veo
hasta dónde aguantan mis prejuicios

y entiendo por qué se apiñan
en las ciudades.



CECILIA OLGUIN




Huida 



sobre las lunas de júpiter o marte
armaré mi viaje
no te puedo amanecer de este lado del río.
no hagas el fernet en su punto justo.
no me sugieras siquiera
el mate y las tortas fritas para el domingo lluvioso
no pienses en degustar mi carne lacerada.
no me esperes en el grito,
ni atiendas al crujir de la moneda
que con su canto nos resuelva aquel instante.
no generes la brillante lata de celofán,
ni me pidas esa panera hermosa.
no me expliques la piedra lanzada hacia el techo de vidrio.
no des la frente contra los fragmentos del espejo arrugado
no me muestres la provocación para el paso adelante.
no lo hagas.

apenas soy esto que nunca terminará de caer. 



NATALIA LITVINOVA






Corrí hacia un cuerpo




corrí hacia el cuerpo toda la noche.
nos separaba mi insomnio -
eso que miran los ojos azules
con gesto de iluminar
un bosque sin retorno.
ahora, perdidos,
eligen no suceder.
ahora: vacío del vaso
y el frío de la sombra
mientras afuera -
un sol para trepar