lunes, 9 de septiembre de 2019


SHIRO MURANO





Gimnasia



No poseo amor
No tengo poder
Sólo una pieza envuelta en la camisa,
Me rompo, me construyo
El horizonte llega y me traspasa
Me niego a lo que me rodea
Pero el mundo exterior
queda dispuesto en fila.

Yo, moviendo mis manos suaves
Respiro profundo
Entonces
Una rosa se clava en mi cuerpo.


ÁLVARO CUNQUEIRO





Elegía



Yo temía por su sonrisa.
Ella era aquella profundamente meditativa
a la que todo le nacía de los ojos
a la que nada le nacía de los ojos.

Sabía su sino por experiencia
y esto le había dado una melancolía graciosa de
ángel herido.

Ella era aquella que quería que yo le guardase
el secreto
de como todo le nacía de los ojos
de como nada le nacía de los ojos.


De: "Poemas do si e non"

Versión de Vicente Araguas

VALERIO MAGRELLI






No hallo ninguna piedra que arrojar
a este lago. Es cierto que de noche
es más difícil buscarlas en la playa
pero casi todo el día
transcurre en pesca y diversión:
y sólo ahora estoy en calma.
Por eso, al fin, es bello hacer brotar
aros líquidos, en la oscuridad
verlos desaparecer templando
en silencio su ritmo:
imaginar la lenta caída
de la piedra en el fondo
hasta depositarse entre las algas
como una hoja, o como una palabra
abandonada en el agua.


De: “Otras naturalezas muertas”


GINO SCARTAGHIANDE






Que precisamente yo



Me pego a ti. Estoy
en metamorfosis entre uno y otro
huso pedazos de eternidad
incomprensibles discursos
quién sabe qué buenas
cosas se podrían.

No me devores. Cómeme con
calma. Zarzas de tu esófago
donde los siglos rechazados
ojean como.

No existe el excusado
donde puedas librarte
de mí. ¿No estás seguro
de que ya te haya vomitado
precisamente yo?
Mi otra compenetración.


SAINT-JOHN PERSE





Viernes


¡Risas bajo el sol, 
marfil! genuflexiones tímidas, las manos en las cosas de la tierra...
¡Viernes!, ¡qué verde era la hoja, y qué nueva tu sombra, las manos tan largas hacia la tierra cuando, cerca del hombre taciturno, meneabas bajo la luz la azul corriente de tus miembros! 
—Ahora te han obsequiado un rojo andrajo. Bebes el aceite de las lámparas y robas en la despensa; deseas las faldas de la cocinera que es gorda y olorosa a pescado; miras en el cobre de tu librea tus ojos que se han hecho embusteros y tu risa, viciosa.



De: “Imágenes para Crusoe”

EDUARDO MITRE





14



Cruzan el aire -ya quieto-
tu nombre y el mío.
A recordarnos han vuelto,
a recrearnos los mismos.

De: “Humeda llama”