martes, 21 de julio de 2015

JULIÁN DEL CASAL


 

2. Galatea

 

En el seno radioso de su gruta,
alfombrada de anémonas marinas,
verdes algas y ramas coralinas,
Galatea, del sueño el bien disfruta.

Desde la orilla de dorada ruta
donde baten las ondas cristalinas,
salpicando de espumas diamantinas
el pico negro de la roca bruta,

Polifemo, extasiado ante el desnudo
cuerpo gentil de la dormida diosa,
olvida su fiereza, el vigor pierde,

y mientras permanece, absorto y mudo,
mirando aquella piel color de rosa,
incendia la lujuria su ojo verde.
 

De "Mi museo ideal"

 

SALVADOR DÍAZ MIRÓN




Deseos

 

¡Yo quisiera salvar esa distancia,
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor con la fragancia
mística y pura que tu ser despide!

¡Yo quisiera ser uno de los lazos
con que decoras tus radiantes sienes!
¡Yo quisiera, en el cielo de tus brazos,
beber la gloria que en tus labios tienes!

¡Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a bañarte,
para poder, como lo sueño a solas,
a un mismo tiempo por doquier besarte!

¡Yo quisiera ser lino, y en tu pecho,
allá en las sombras, con ardor cubrirte,
temblar con los temblores de tu pecho
y morir del placer de comprimirte!

¡Oh, yo quisiera mucho más! ¡Quisiera
llevar en mí, como la nube, el fuego;
mas no, como la nube en su carrera,
para estallar y separarnos luego!

¡Yo quisiera en mí mismo confundirte,
confundirte en mí mismo y entrañarte;
yo quisiera en perfume convertirte,
convertirte en perfume y aspirarte!

¡Aspirarte en un soplo como esencia,
y unir a mis latidos tus latidos,
y unir a mi existencia tu existencia,
y unir a mis sentidos tus sentidos!

¡Aspirarte en un soplo del ambiente,
y así verter sobre mi vida en calma,
toda la llama de tu pecho ardiente
y todo el éter de lo azul de tu alma!

¡Aspirarte mujer... de ti llenarme,
y en ciego y sordo y mudo constituirme,
y ciego, y sordo y mudo, consagrarme
al deleite supremo de sentirte
y a la suprema dicha de adorarte!

 

 

DELMIRA AGUSTINI


 

Hacia la primavera

 

Sobre el mar que los cielos del ensueño retrata
alza mi torre azul su capitel de plata
que Eolo pulsa rara, dulcemente... Suspira
al pie la vaga ola su vaga serenata.

Y yo sueño en los cantos que duermen en mi lira,
cuando un ave vibrante, de plumaje escarlata,
en la ventana abierta se detiene y me mira:
-¿Qué haces? -dice. -¡Allá abajo, es primavera...! ¡Inspira

ansia de sol, de rosas, de caricias, de vida,
la mágica palabra! Vuela el ave encendida.
Yo bajo, desamarro mi yate marfileño...,

y corto mares hacia alegre primavera.
A mi espalda, en las olas, solitaria y austera
mi torre azul se yergue como un largo «Ave Ensueño»...

 

 

 

MANUEL F. MESA SECO


 

Espejo


 

Días tatuados por latigazos
y rosas que nunca verá mi geografía,
zapatos cansados y ataúdes.

Cenizas de tantos días consumidos
aire enrarecido en desalientos
y extensiones a lo lejos despidiéndose.

Este arenal es mi ánima.
Araña que va hilando cautiverios
para atrapar la muerte.

 

JOSÉ MARÍA HINOJOSA


 

Herido siempre, desangrado a veces...

 

Herido siempre, desangrado a veces
y ocultando mi sangre sin riberas
llevo mis pasos presos entre nieblas
y mis miradas van sobre cipreses.

Aún conservo en las uñas esta sangre
que me dejó la carne de un momento
empapado de lágrimas y miedo
cuando vino a perderse entre mi carne.

Era sólo mi sangre quien llamaba
en medio de aquel valle, de aquel bosque,
y era sólo mi sangre, eran mis voces
las que oían la lluvia sobre el agua.

 

PAZ MOLINA


 

Por tu canto

 

He pensado dedicarte estos versos
fragantemente inéditos
Estos bemoles de incertidumbre,
estos parajes donde se aparean los ríos
ríos de ningún lugar preciso, interjecciones
clavelinas para clavar en tu solapa de pobre
poeta consumido por el resfriado crónico de la cultura
esta señora retrepada en su soliloquio nefasto

He pensado ( y alguna vez tendrá castigo
el pensamiento absurdo)
convocarte a una mesa redonda de enajenados.
Allí descubrirás la conformación precisa de tus ideas
allí por que tus muñecas habrán cumplido su desafío.
Transgresor eres, incorruptible en la lentitud
de tu andar, héroe magnifico que abandonas
tu palacio de piedra
como se deja una madre muerta,
una hermana mancillada.
Queja en el relumbre de tu ojo izquierdo.
Sabiduría de sabio errante muestras
en tu mano más ciega.

He pensado también lo prohibido
Un feroz acercamiento entre tu pared y mi penumbra
para que trepe el encanto, diálogo entrecortado
de serafines.

Seremos dueños entonces.