martes, 10 de enero de 2023


 

ISABEL TERESA GARCÍA

 

 

Pietra forte

 

 

Se erige ante mí
como tótem para el augurio
y el sacrificio.

Se resiste a los días
a mi rostro.

He soñado que mi voz lo quiebra
en lo profundo.

Me he consagrado plena
a su figura.

Ni siquiera vuelve los ojos.

Y aún sobre esta piedra
he levantado mi reino.

 
 

CARLOS CALERO

 

 

Deudas

 

 

El silencio de una mujer no se discute, se teme.
La palabra de una mujer no se calla, se anuncia.
El deseo de una mujer no se posterga, se impone.
La ternura de una mujer no se debate, se interna.
La belleza de una mujer no se mata, se salva, resucita.
La espera de una mujer no se pospone, se conquista.
La pasión de una mujer no se agota, se incendia, habita,
porque nunca será ceniza.

 
 
De la antología: “No basta fingir o imaginar que somos tigres”

 

 

CHING-FA WU

 

 

Mi madre tenía un caballo que trotaba hacia atrás -traducido de un poema Hakka

 

 

«Cuando era pequeña
la vida era tan dura».

Madre sacó a un caballo de los viejos tiempos,
«A diferencia de la vuestra, que es mucho mejor».

Madre no sabía cómo manejar el caballo;
se movía hacia atrás
y giraba en círculos.

«Cuando yo era pequeña,
la vida era muy dura.
No había arroz cocido para comer,
sólo batatas amarillas trituradas
en el fondo de la olla.
Revolvíamos con todas nuestras fuerzas
sólo para encontrar unos pocos granos de arroz en el fondo».

«Cuando era pequeña
la vida era muy dura,
a diferencia de la vuestra, que es mucho mejor».

Madre guiaba un caballo,
que caminaba hacia atrás,
y dio la vuelta dos veces.

«La vida era tan dura.
No había carne
hasta que tu abuelo puso una trampa en la montaña
y atrapó un muntjac».

«¡El muntjac sabe bien!»
replicó mi esposa, llevándose el caballo de madre.

Madre sonrió,
sin decir nada,
y la rienda volvió a su mano de nuevo.

«Cuando era pequeña,
la vida era muy dura».

Madre guio el caballo hacia atrás,
que había hecho el quinto círculo.

Haciendo el sexto círculo hacia atrás, el séptimo círculo
y el octavo círculo hacia atrás-
como un disco de fonógrafo roto
que se repetía mientras la aguja saltaba.

«La vida era tan dura; la vida era tan dura-
tan dura, tan dura, tan dura».

Durante toda la tarde,
el caballo de madre no avanzó ni un paso.

Guiando el caballo hacia atrás, hacia atrás, hacia atrás-
finalmente, no escuché nada
y las lágrimas cayeron una tras otra.

Nota: En Hakka, «Yo» se pronuncia «Ai».
Nota: En hakka, «los viejos tiempos» se pronuncia «tou-bai».
Nota: En hakka, «tú (plural) se pronuncia «Ni-deng».
Nota: En hakka, «poner una trampa» se pronuncia «fang-diou».
Nota: En hakka, «esposa» se pronuncia «bou-niang».
Nota: En hakka, «todo» se pronuncia «guei-ge».
Nota: En hakka, «tarde» se pronuncia «xia-zhou».
Nota: En hakka, «lágrima» se pronuncia «mou-zhi».

Nota: «Llevar un caballo hacia atrás», que se pronuncia «dou-chien-ma», es una jerga en el dialecto hakka de Meinong, que significa síntomas de demencia senil. Un paciente de este trastorno tiende a repetir una frase o fragmentos de memoria una y otra vez hasta que el hablante o el oyente se sienten agotados.
«Guiar a un caballo hacia atrás» es una expresión vívida en el dialecto hakka. Cuando un caballo es conducido hacia atrás, no puede ver su espalda. Como las patas traseras se mueven primero, el caballo gira en círculos, una metáfora que se refiere a alguien que se repite sin cesar.

 
Versión de Mariela Cordero 

 

JORGE PALMA

  

 

Blues de los niños ebrios

 

 

Los niños ebrios del barrio
tienen la sangre encendida
y la cabeza loca como una fogata;
una fogata desdentada, desatada,
desencajada,
y tienen el nombre de su madre
tatuado en cada párpado
y siete nombres distintos de mujer
debajo de la lengua,
y un par de bares
en la mira telescópica,
tac tac tac…

Los niños ebrios del barrio
están bañados de alcohol
como los bizcochos violetas
de las panaderías,
y a nadie se le ocurre
cremarlos cuando mueren
como pájaros indefensos en las calles,
porque se incendiarían
las chimeneas de los crematorios.

Los niños ebrios del barrio
son racimos de uvas
caídos de golpe
de los parrales del cielo.

Son los niños racimos.
Son los niños ebrios.
Son las piedras negras
que caen del cielo.

Hay noches, muchas noches,
que estando solo en mi cuarto violeta
salen a borbotones
de los bolsillos,
bajan de mis cejas
saltan de mis párpados
se cuelgan de mis pestañas…

Entonces
salgo a la calle
y voy a buscarlos
en medio de la lluvia.

 
 

JULIA SANTIBÁÑEZ

  

 

Vaya cosa, este candombe

 


Fuego y fogata templa el tambor
la serenata ya despertó¹

con su aire parrandero
y síncopa de calambre
el lenguajerío del magno mulato
se bambolea en su bemba colorá;
la comparsa uruguaya
va por calles como enjambre
bien candombeada la gente
por los cueros y metales;
banda y tambor en sus voces de macumba
aquella que brinca en su bemba de rumba
que derrumba mis defensas
con el frotar de su verbo

cuerpo bailando sin dominó
va saludando cuerda y tambor

su roja lengua que zumba
esa verba de cochambre
apenasmente le entiendo y me atraviesa
y me ingravida de puro transparente;
me va quemando esa lumbre
la cadencia oronda
de fiesta mestiza su bemba, caramba
que va y se me entra por puertas y ventanas
ese ritmo de raigambre
con reciedumbre retumba

llega el candombe, abre el portón
son los morenos, negro color.
 


 

1.- Hugo Fattoruso
 

SAÚL IBARGOYEN

 

  

más pájaros

 

 

Los pájaros comen de un pan
que no es ni será ni fue nunca tuyo:
porque no conociste
el color sin fondo de la tierra:
porque no pasó por tus manos
el trigo primordial:
porque solo has querido
caminar a contra viento:
porque labraste una casa
con débiles palabras:
porque el cielo resultó
muy pesado para ti:
porque la infanta que amaste
ya no tiene rostro:
porque las banderas que alzaste
ya no sangran:
porque los pájaros comen de un pan
que compraste con la última moneda
de tu último metal.
 

De: “Puro hueso”