domingo, 8 de diciembre de 2013

MIGUEL MÉNDEZ CAMACHO


Lucrecia


Mi madre nunca tiene en los poemas
un muy exacto
Simpre está dando vueltas
Huyendo y regresando
Aquí y allá de la vigilia al alba,
limpiando
y remendando mis palabras
como si fuera oficio de la casa.


GUILLERMO ALBERTO ARÉVALO




Grande y pequeño mundo


Aquí, en tan breve espacio,
Se cuece todo aquello
Que florece en el
Mundo.
Malas y buenas yerbas:
Amistades, amores, celos, odios,
Deseos de dominio,
Apetitos sexuales, frustraciones.
Pero también despiertan
Expresiones dormiadas.
Guitarras y colores
Van haciendo visibles
Las sombras
Que atormentan
Nuestras mentes.


MARUJA VIERA




Clave mínima


Déjame tu recuerdo, el de esta hora.
No importa que te vayas.
Déjame este recuerdo
de la última hora del alba.
Estaba azul el monte esa mañana
azul. Eras hermoso
y yo te amaba.


ÁLVARO MUTIS




Grieta matinal



Cala tu miseria,
sondéala, conoce sus más escondidas cavernas.
Aceita los engranajes de tu miseria,
ponla en tu camino, ábrete paso con ella
y en cada puerta golpea
con los blancos cartílagos de tu miseria.
Compárala con la de otras gentes
y mide bien el asombro de sus diferencias,
la singular agudeza de sus bordes.

Ampárate en los suaves ángulos de tu miseria.
Ten presente a cada hora
que su materia es tu materia,
el único puerto del que conoces cada rada,
cada boya, cada señal desde la cálida tierra
donde llegas a reinar como Crusoe
entre la muchedumbre de sombras
que te rozan y con las que tropiezas
sin entender su propósito ni su costumbre.

Cultiva tu miseria,
hazla perdurable,
aliméntate de su savia,
envuélvete en el manto tejido con sus más secretos hilos.
Aprende a reconocerla entre todas,
no permitas que sea familiar a los otros
ni que la prolonguen abusivamente los tuyos.

Que te sea como agua bautismal
brotada de las grandes cloacas municipales,
como los arroyos que nacen en los mataderos.
Que se confunda con tus entrañas, tu miseria;
que contenga desde ahora los capítulos de tu muerte,
los elementos de tu más certero abandono.

Nunca dejes de lado tu miseria,
así descanses a su vera
como junto al blanco cuerpo
del que se ha retirado el deseo.
Ten siempre lista tu miseria,
y no permitas que se evada por distracción o engaño.

Aprende a reconocerla hasta en sus más breves signos:
el encogerse de las finas hojas del carbonero,
el abrirse de las flores con la primera frescura de la tarde,
la soledad de una jaula de circo varada en el lodo
del camino, el hollín en los arrabales,
el vaso de latón que mide la sopa en los cuarteles,
la ropa desordenada de los ciegos,
las campanillas que agotan su llamado
en el solar sembrado de eucaliptos,
el yodo de las navegaciones.

No mezcles tu miseria en los asuntos de cada día.
Aprende a guardarla para las horas de tu solaz
y teje con ella la verdadera,
la sola materia perdurable
de tu episodio sobre la tierra.



GONZALO MARQUEZ





Palabras perdidas



Alguien descifra la escritura de la lluvia y sin embargo no
puede escapar.

Un alud de imágenes nos extravía la palabra; acudimos al grito
y al llanto, a veces a la indiferencia, pero sabemos que
necesitamos de la guerra para ser inocentes.

Todo lo ha ofrendado la ceniza.

Desde que desterramos a la noche desaparecieron las más
profundas alianzas y nuestros perseguidores pueden
encontrarnos.

Una herida siempre recuerda la vida, todo nacimiento procede
de su túnel. Un árbol arde en nuestros ojos de agua.

La verdad –es decir lo prohibido–, impone su reino de
terror... y hemos decidido habitarlo con las manos
entrelazadas.

Creímos que la poesía nos enseñaría a morir...
Persistimos... Con frecuencia hacemos la extraña sonrisa del
miedo. Si huimos, la soledad convertirá a alguien en víctima.

Por eso la palabra se pasa de mano en mano para construir una
morada invisible.

A veces para sobrevivir renunciamos al conocimiento.

Y cuando todos duermen escribimos... Pero un poema es el fósil
de un sueño, el cadáver de un dios...

¿Aún podremos salvarnos?



ANA MILENA PUERTA





Solidaria



Entonces
inventaré golondrinas
para lucir este sol
que tanto nos duele.

Pero no te hagas ilusiones
que yo no fabrico aves
ni guardo soles;
solamente me duelo contigo
y espero la noche.