"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 10 de mayo de 2016
ESDRAS PARRA
Cómo
imaginar estas rocas, estas piedras
que llevo sobre mis hombros
desde donde el miedo desciende
y rompe mis costillas
cómo crucificar este día miserable
delgado y con mucha hambre
cuando mi sangre baja hasta los sumideros
y crece el ansia
en mitad de la fatiga.
que llevo sobre mis hombros
desde donde el miedo desciende
y rompe mis costillas
cómo crucificar este día miserable
delgado y con mucha hambre
cuando mi sangre baja hasta los sumideros
y crece el ansia
en mitad de la fatiga.
CELIA VIÑAS
En la
escuela
han
soltado un pájaro.
Mañana
es un día de fiesta,
un
día ancho.
No lo
sabíamos, no;
pero
el árbol
al
cielo se lo decía
con
su verde nuevo
claro,
color
de mis vacaciones
con
fondo de campo.
ANA MUELA SOPEÑA
S.O.S.
(Save our souls)
I
EL ÁRBOL DE PLUTONIO
Las raíces del mundo
tiemblan en lo más hondo.
El árbol de plutonio se pregunta por qué
el ser humano vibra
en la maldad del ojo más satánico.
Debemos escuchar
las canciones del árbol radiactivo
que nos instruye siempre
con su silencio triste.
Llora desde su túnel
con sus ramas de arena primigenia.
Se nutre de satélites
cabalga en diccionarios de la luna.
El árbol de plutonio
solloza
con lágrimas amargas
en la melancolía y la locura.
Mutación del genoma en el futuro,
humanidad en cárceles de estroncio.
El árbol hoy nos habla
y nos cuenta la historia más atávica
del hombre de los hielos.
Una oportunidad late en cronómetros
ahora que hay oxígeno
antes de que la atmósfera
se vuelva irrespirable...
II
LA BALLENA DE ESTRONCIO
La ballena de estroncio
nos avisa con cantos de agonía
de la muerte de todos los océanos.
Sus ojos consagrados
se están volviendo ciegos.
La mutación nos muestra
un ejemplar bicéfalo.
Siente sobre las sombras
nuestra codicia estéril
y la prepotencia colectiva.
Nos susurra al oído
que queda poco tiempo...
III
EL CESIO ENTRE LAS ALGAS
Gimen las algas pardas por el cesio
y elaboran informes
con sus células
para que comprendamos el desastre.
No bastó Chernóbil,
ahora Fukushima
amenaza con ser el detonante
de la sexta extinción.
Gritan las algas rojas en los mares
que ya no pueden más,
que el ser humano es un cubo de basura
untado por los dólares y yenes,
los euros y los yuanes,
los rublos, las coronas y los pesos
en medio del vacío, sin futuro...
IV
EL TRITIO EN LAS PARTÍCULAS DE LLUVIA
Atemoriza el tritio de la lluvia
con castigarnos pronto
con su azote sin timbres, sin avisos.
Nos recuerda en silencio
vulnerabilidades de la piel,
los huesos, los pulmones,
la médula y la sangre.
Atemorizan gotas
con átomos...
la muerte.
V
BEQUERELIOS QUE LLORAN
Cáncer sobre la tierra,
bequerelios que lloran
en féretros sellados con cemento.
Residuos radiactivos
símbolo de las almas más corruptas
y millones de humanos
queriendo renacer
a la vida buscando entre tumores,
y diosas prostitutas de cobalto
y sicarios del Nasdaq,
el sentido de Gaia y de la historia.
VI
S.O.S. (SAVE OUR SOULS)
S.O.S., humano.
El reloj de las horas se abalanza
a un tiempo diferente.
S.O.S.,
cambio,
¿alguien me escucha?
I
EL ÁRBOL DE PLUTONIO
Las raíces del mundo
tiemblan en lo más hondo.
El árbol de plutonio se pregunta por qué
el ser humano vibra
en la maldad del ojo más satánico.
Debemos escuchar
las canciones del árbol radiactivo
que nos instruye siempre
con su silencio triste.
Llora desde su túnel
con sus ramas de arena primigenia.
Se nutre de satélites
cabalga en diccionarios de la luna.
El árbol de plutonio
solloza
con lágrimas amargas
en la melancolía y la locura.
Mutación del genoma en el futuro,
humanidad en cárceles de estroncio.
El árbol hoy nos habla
y nos cuenta la historia más atávica
del hombre de los hielos.
Una oportunidad late en cronómetros
ahora que hay oxígeno
antes de que la atmósfera
se vuelva irrespirable...
II
LA BALLENA DE ESTRONCIO
La ballena de estroncio
nos avisa con cantos de agonía
de la muerte de todos los océanos.
Sus ojos consagrados
se están volviendo ciegos.
La mutación nos muestra
un ejemplar bicéfalo.
Siente sobre las sombras
nuestra codicia estéril
y la prepotencia colectiva.
Nos susurra al oído
que queda poco tiempo...
III
EL CESIO ENTRE LAS ALGAS
Gimen las algas pardas por el cesio
y elaboran informes
con sus células
para que comprendamos el desastre.
No bastó Chernóbil,
ahora Fukushima
amenaza con ser el detonante
de la sexta extinción.
Gritan las algas rojas en los mares
que ya no pueden más,
que el ser humano es un cubo de basura
untado por los dólares y yenes,
los euros y los yuanes,
los rublos, las coronas y los pesos
en medio del vacío, sin futuro...
IV
EL TRITIO EN LAS PARTÍCULAS DE LLUVIA
Atemoriza el tritio de la lluvia
con castigarnos pronto
con su azote sin timbres, sin avisos.
Nos recuerda en silencio
vulnerabilidades de la piel,
los huesos, los pulmones,
la médula y la sangre.
Atemorizan gotas
con átomos...
la muerte.
V
BEQUERELIOS QUE LLORAN
Cáncer sobre la tierra,
bequerelios que lloran
en féretros sellados con cemento.
Residuos radiactivos
símbolo de las almas más corruptas
y millones de humanos
queriendo renacer
a la vida buscando entre tumores,
y diosas prostitutas de cobalto
y sicarios del Nasdaq,
el sentido de Gaia y de la historia.
VI
S.O.S. (SAVE OUR SOULS)
S.O.S., humano.
El reloj de las horas se abalanza
a un tiempo diferente.
S.O.S.,
cambio,
¿alguien me escucha?
MARIANELA PUEBLA
Brazos
abiertos
¿Qué han hecho mis manos acumulando tiempos distantes,
bostezos
que titilan en el aire en busca de la confortable somnolencia?
Y
heme aquí con los brazos abiertos al encuentro que no llega,
no
abre la puerta, no interrumpe el monólogo del silencio,
una
plática inconclusa con el espejo del pasado.
Sólo se escucha el tintineo continuo y monótono del péndulo
suspendido
en medio de la soledad del reloj
y la
siesta se toma la tarde como si fuera lo único existente.
Hoy seguiré esperando el ruido de la llave en la cerradura,
el
accionar de cortinas al viento, gorjeos de aves,
pasos
de lluvia subiendo las escaleras del tejado
y la
voz quebrada del silencio anunciando tu llegada.
Sólo
entonces,
podré
cerrar los brazos al esperado encuentro,
al
beso que sellará mis labios y devolverá la sonrisa
a un
solitario corazón.
Sólo
entonces,
dejaré
escapar el lamento que mantenía encerrado
entre
las páginas de mi libro,
lo
dejaré partir y supliré esas páginas de mi vida
con
la dulce melodía de tu presencia.
La noche cae, ciega mi ventana, apaga el neón de la calle.
Todo
yace oscurecido dando tumbos de un lado a otro,
no
hay pasos que se aproximen, no hay un llamado.
Y yo,
cierro los ojos a la inmensidad del llanto,
y me
digo,
una y
otra vez, como una forma de enredar los hilos
de la
nostalgia en el carrete del tiempo,
mañana,
mañana nacerá de nuevo
la
esperada flor de la certidumbre.
EMILIO PRADOS
JAIME LABASTIDA
Invocación
a una alta imagen
A Ruth
Mujer de viento,
permite que la playa de tu oído
recoja el mar de mis palabras.
He de enseñarte a amar lo que yo amo
y has de aprender a amarte toda tú:
He de romper lo unido a la costumbre
para que tu sed conquiste calma.
Ya te hundiste en el agua
y vives, como océano,
ciñendo el continente de mi torso.
¿Ves el reflejo de la sal en los esteros?
He aquí que tu mirada dulcifica.
Estela es tu nombre.
En mí la dejas como un vasto ámbito de espuma
o una turbia primavera aflorando hasta la piel.
¡Ah, la tierna región que ahora me señalas!
Recoge de mi antorcha el fuego suficiente
para quemar la casa de tus padres.
Corazón de designios amables,
acaricia mi esperanza arrodillada.
Te invoco, mujer:
siente la savia de mi voz;
te imploro, imagen alta abierta a mi resguardo.
Abanico del aire, tócame.
Cabellera del fuego, incéndiame.
Ánfora de la alegría, sáciame.
Señora de la luz, concédeme la sombra.
A Ruth
Mujer de viento,
permite que la playa de tu oído
recoja el mar de mis palabras.
He de enseñarte a amar lo que yo amo
y has de aprender a amarte toda tú:
He de romper lo unido a la costumbre
para que tu sed conquiste calma.
Ya te hundiste en el agua
y vives, como océano,
ciñendo el continente de mi torso.
¿Ves el reflejo de la sal en los esteros?
He aquí que tu mirada dulcifica.
Estela es tu nombre.
En mí la dejas como un vasto ámbito de espuma
o una turbia primavera aflorando hasta la piel.
¡Ah, la tierna región que ahora me señalas!
Recoge de mi antorcha el fuego suficiente
para quemar la casa de tus padres.
Corazón de designios amables,
acaricia mi esperanza arrodillada.
Te invoco, mujer:
siente la savia de mi voz;
te imploro, imagen alta abierta a mi resguardo.
Abanico del aire, tócame.
Cabellera del fuego, incéndiame.
Ánfora de la alegría, sáciame.
Señora de la luz, concédeme la sombra.
De: "El descenso" 1960
Suscribirse a:
Entradas (Atom)