martes, 24 de junio de 2025


 

GLADYS GONZÁLEZ

 



Urgencias

 

la sirena de una ambulancia

un auto

un cuerpo mojado

envuelto en frazadas

un pasillo de urgencias médicas

una camilla

el estado de turbación

de la mente por días

las sondas que atizan

el desierto de un estómago

la flora intestinal

pudriendo las pastillas

los malos sueños

un departamento en desorden

la orina estancada en las cañerías

una marca de cigarrillo en la alfombra

el polvo de la lluvia

sobre la cama

esperando como un cachorro hambriento

olvidar el sabor amargo

de un invierno pobre, oscuro y frío

congelado como una postal

entre los recuerdos de la bahía.

 

 

De: “Calamina”

 

 

ENRIQUE ANDRÉS RUIZ

 

 

 

2

De cuando nuestros padres eran jóvenes

A José Ferrero

 

 

Es el cielo amarillo
de algún anochecer, en el verano,
y hace mucho calor.

Un calor retenido
después de todo el día, en la terraza,
bajo la oscuridad del entoldado

de hiedra, ya reseca.
Y es un jarrón azul
de vidrio, en la baranda de la pérgola,

que aumenta la visión. Al otro lado,
los barrios aturdidos tras un día
de sol en las afueras.

–Una isla, el jardín,
en medio del océano.
Y un sueño el de este instante que demora

lo que fue alguna vez vivir aquí,
en un tiempo feliz que para entonces
ya estaba en el pasado.

 

De: “Los verdaderos domingos de mi vida”

 

 

ALBERTO INFANTE

 

 

 

Billy Collins cita a Juan Ramón Jiménez

 

 

Desde la biblioteca y el mediano plazo al jardín japonés

podríamos seguirle el rastro

ignorando su distribución.

 

“Lo peor de la muerte debe de ser la primera noche”

escribió Juan Ramón Jiménez

y Billy Collins arrancó de ahí.

Se lo escuché en YouTube:

“Esa noche debe de ser la única noche”, exclamó.

Y se me quedó grabado.

También el final, algo bastante corriente

sobre el espino y la rosa pero que dicho

por él parecía nuevo gracias a su sentido

del humor y a su manejo del swing.

 

Oyéndole me repetí que la poesía es un juego muy serio

para explicar lo inexplicable con imágenes hermosas

y eludir el hecho de que todo paraíso es artificial

y todo sueño poco más que una desordenada

sucesión de fragmentos

que no logramos reconstruir.

 

Billy Collins nació en Manhattan y se crio en Queens

un lugar a cuyo río Juan Ramón le regaló su mar,

el mar de Moguer, que era más blanco

y más azul y estaba muy lejos.

 

Eso no se lo escuché a Billy Collins

aunque supuse que lo conocía,

cómo no conocer ese fragmento

que tiene de sueño lo que sólo los sueños

pueden tener: espacio, tiempo, río, discurrir por una orilla

y aparecer en otra,

orillas de Moguer a lo largo del Hudson,

mareas y olas de Moguer

arenas dulces y soles anunciando el ocaso,

es decir, la primera y única noche

porque las demás no cuentan,

aseguran, insisten, confirman,

pero no cuentan,

lo que cuenta es esto

que una tarde, otro poeta,

en otro lugar,

en otra lengua.

 

Yo había leído antes a Billy Collins

y, lo confieso, no me había parecido gran cosa

pero ese día sí

pues eso tiene también la poesía

que nos devuelve la voz de los muertos

en las palabras de los vivos

en el tono, el ritmo, el sonido de las palabras de los vivos;

los significados están bien, y la respiración,

y el slang, y el sentido del humor,

pero es lo otro, lo otro,

lo indefinible y otro.

 

Quién haya vivido lejos

y distante y solo

me comprenderá.

 


De: “Principio y final”

 

ROSA BERBEL

 

 

 

Primer amor



Era verano entonces y a nosotros
nos picaban las piernas del sudor
y la euforia.

Desde aquel día parece que los demás
tan tibios
se quieren siempre menos.

 

ROCÍO ROJAS-MARCOS

 

 


 

En penumbra

…ni siquiera
el silencio me persigue
PAUL AUSTER

 

 

Ni las sombras cenitales acuden,
ni los llantos esquivos me encuentran,
ni tan siquiera el recuerdo de tu ausencia lo logra.
Encontré un día la esquina
donde volver la espalda a este miedo
—duda escénica ante lo desconocido—
que surge cada mañana.
Por eso, prefiero estar perdida
entre penumbras medio grises,
desdibujarme con las luces temblorosas,
entre los contornos confusos de mi tiempo
—ese únicamente mío— y así,
perdida, saberme sola
segura en la fuerza de mi soledad,
la que a las siete de la mañana,
cada mañana, con el frío vespertino
de este invierno azul, tembloroso y cruel,
me despierta entre rumores de día nuevo.

 

 

 

RUDHRAMOORTHY CHERAN

 


 

2. El mar

 

 

Contra la orilla
se elevan las olas, con crestas de espuma,
los brazos abiertos
para abrazar a la tierra.

Desde el evasivo horizonte
a la orilla más cercana forrada de arena
un pálido velo azul se desliza,
resbala, se desvanece.

A veces, milagrosamente quieta,
la vasta extensión se despliega,
mirando arriba hacia el cielo,
abajo a la tierra.

En la oscuridad de la última tarde,
como hojas de palmera
levantando y agachando la cabeza,
se elevan las olas
abrazando lo oscuro.
Abrazando lo oscuro
se elevan las olas.

Entonces, a veces,
los botes zozobran camino a tierra,
los remos salpican,
arrojando hojuelas de luz.

Las olas lamiendo la orilla
agrandan
dentro de mí

el mar.

 

 

De: “Siembra solo palabras”