lunes, 16 de marzo de 2020

SIMONE SÉGOUIN, RESISTENCIA FRANCESA, 1944.

KENNETH PATCHEN





Debemos ser cautos



Porque a ti y a mí nos baña el silencio:
Aquí donde está todo el campo
En calma; dormido en la dulzura
De esta estrella vespertina, cintilando
En la muñeca de la noche. Las luces del pueblo
Como bardos antiguos en oración, vienen
Hacia nosotros sobre los campos de maíz
Y ovejas mansas. Nos gustaría ser
De aquí, donde el sueño no es como el urbano,
Donde el sueño es completo y ligero
Como el contorno de una hoja en el vaso de té;
Mas el conocimiento en nuestros corazones
Ha pintado ojos infames dentro de
La cabeza: no hay de otra: vemos
Todas las cosas lamentables y los días
En esta tierra humilde, mezclando
El ruido de los taxis y la desesperación
Con todos los paisajes, aquí, y en todas partes.


ANDRÉ BRETON






El gran socorro mortífero



La estatua de Lautréamont
Con zócalo de sellos de quinina
El campo raso
El autor de las Poesías está acostado boca abajo
Y cerca de él vela el helodermo sospechoso
Su oreja izquierda pegada al suelo es una caja con
vidrieras
Ocupada por un relámpago el artista no ha olvidado de
hacer figurar por encima de él
El globo azul cielo en forma de cabeza de Turco
El cisne de Montevideo cuyas alas están desplegadas y
siempre prontas a agitarse
Cuando se trata de atraer del horizonte a los otros
cisnes
Abre sobre el falso universo dos ojos de colores
diferentes
El uno de sulfato de hierro sobre el enrejado de pestañas el
otro de barro diamantino
Contempla el gran exágono en forma de embudo en el que
se crisparán bien pronto las máquinas
Que el hombre se encarniza en cubrir de vendajes
Reaviva con su bujía de radio los fondos del crisol humano
El sexo de plumas el cerebro de papel aceitado
Preside en las ceremonias dos veces nocturnas que tienen
por fin sustracción hecha del fuego intervertir los
corazones del hombre y del pájaro
Yo tengo acceso a él en calidad de convulsionario
Las mujeres arrobadoras que me introducen en el vagón
acolchado de rosas
Donde una hamaca que cuidaron de hacerme con sus
cabelleras me está reservada
De toda eternidad
Me recomiendan antes de partir no resfriarme en la lectura
del periódico
Parece que la estatua cerca de la cual la grama de mis
terminaciones nerviosas
Llega a destino es afinada cada noche como un piano


SANTIAGO KOVADLOFF





Es decir



Sí, las grietas, ya sé;
las grietas, las pocas
conclusiones.

No, no es tarde;
es un cierto dolor aquí,
sí, aquí,
donde estaba
la cabeza.


De: “Ciertos hechos”

GOYA GUTIERREZ





En el regreso



XVII

Un día quisiera fondear mi nave
y acercarme a nado
como el ladrón que ha olvidado su oficio
Cuando los párpados apretados
retienen las imágenes de los ensueños
Cuando la noche abre sus oscuros brazos
de un silencio apacible

No desearía desviar
los hilos invisibles que el destino
pueda haber trazado sobre el aire
de mi región de origen

Un día quisiera pintar de destiempo
mi barca su obra muerta-viva
Llegar antes de amanecer para escalar
hasta la torre-mirador-buhardilla
Ahondar en las raíces que han crecido
detrás de tu mirada
hasta hacer brotar lo que hay oculto:

En el paisaje de yemas anuladas por las grúas
En la roja traición del tumor en cadena
En el hedor prensil que sirve de alimento
a los dedos que también nos señalan y expulsan
En los rostros carcomidos por el ácido
En la necia posesión que tiraniza
una belleza que hubiera sido
Como una gran compañía redonda
Como las uvas jugosas del tiempo
que aun vacías retienen su dulzura

Y qué daría yo por hallar ese prodigio
que apresar no se deja
Su lecho ilimitado de cristal
sin que nada de ella huya
No temer ya al viento desabrido del invierno
Y tendiéndome en la delicia de la hierba
o sobre las crestas alisadas de alta mar
reconocer lo permanente en esos ojos:

Su duda al elevarse
Como otra forma de saber otro orden
que es seda y es metal y vidrio opalescente
Configurados
por el múltiple rostro de las palabras:
Las mismas que te piensan y alimentan tu pulso
Las que atraviesan cada noche mis sueños
Las que interrogan a quien habita en ellos
Las que rescatan de zonas abisales fósiles
como perlas no ajenas al cuerpo que las forja
Las que dibujan bordados de la idea
de mi pensamiento
en hebras sobre la piel de tu poema
Las que me enseñan los secretos de sus metales
en tu mano junto al fuego en su fragua

Con ellas me he atrevido a jugar esta partida
Azarosa escalera de figuras
con poder de arcanos
Guardianas de una llave antiquísima
capaz de abrir el muro de todo lo certero
que lleva en sí la muerte

Sin ellas qué mineral qué ruinas qué arrecifes
En qué grietas de espejos confundirse
En qué bordes de mil acantilados
abismarse hacia qué esferas penetrar
Su música y cómo renunciar
a pronunciar sus nombres como espadas
de gladiolos de fuego floreciendo
del cristal de las aguas

La nada sin su canto sin su collar de perlas
sin su estela de piélago sin su sal en tu lengua
Llovedme de palabras inundad mis cabellos
Dejadla de alfarera junto a su vidrio hacer
de esta ambigua existencia de lo ebrio: ánforas
que prensen en su vientre los espacios
de otras páginas su respirar
de ojos y de labios
licuados en tu esencia como una creación
de lo que aún desconozco
Como un néctar un silencio nutrido
de rosas-calcinadas y de cenizas-bálsamo
Estremeciendo curando de la fiebre
que exhala su sudor en los espejos
vacíos del poema

Quiero palabras poliédricas de antídoto
inmunizando al alma
de esa vasta anorexia que crece en sus fisuras
Del exceso que se encostra en las máscaras
acumulando el tedio

Dejadla hacer palabras que transformen
en distintas verdades la mentira
Antes que la luz hiera mi incertidumbre
y vele su materia
Antes que emerja su inapelable imagen
y quede desvelada
Antes de regresar de este rincón opaco
de tu laboratorio
Antes que la fugacidad abra su puerta

Antes que nos invada su niebla inexorable


De "Ánforas"


HANS MAGNUS ENZENSBERGER





Conversaciones cada vez más cortas



«Bienaventurado aquel que no anduvo
en consejo de los sin Dios...»¹
Cámbiese con tacto el tema.

«El sentido de la vida...»
¡Penoso desliz!

«Se trata de revolucionar todas las condiciones
en las que el hombre
es un ser humillado...»²
Todos bostezan, se molestan, ríen.

Contra eso genomas a la medida,
inmortalidad en el disco duro-
¡Oh ciencia! ¡Éxtasis! ¡Eutanasia!
¡Somníferos que hacen milagros,
cuando el curso va al sótano!


De: "Los elíxires de la ciencia"
Versión de José Luis Reina Palazón
1 Salmos I. (N. del T)
2 Karl Marx. (N. del T)



SEAMUS HEANEY





Lejos de todo aquello



Una pinza de acero helada
husmeó por el agua del acuario
y pescó por fin una langosta:
articulaciones, piedras de río
del color de municiones sumergidas.

Ante el panorama de aquel puerto,
el viento marino escupía en el ventanal,
mientras nosotros, abismados, lo pintábamos de rojo:
en cónclave horas y horas,
hablando de las últimas tenazas.

El crepúsculo, crepúsculo, se iba adueñando
conforme las preguntas saltaban y echaban raíces.
Entre remos y espaldas de remeros
que se estiran hacia el frente y se levantan.
Y, amigo mío, más poder para nosotros,

tan endurecidos ya, con tan férrea voluntad
de penetrarlo todo en serio,
mientras el mar se oscurece
y se blanquea y se oscurece
y comienzan las citas a surgir

como coartadas maliciosas:
Me hallaba atenazado
entre la contemplación de un punto fijo
y el mandato de participar
en la historia activamente.

"¿Activamente? ¿A qué te refieres?"
La luz a la orilla del mar
se ha convertido en un tenue
matiz, algo difuso entre
la inanición y el equilibrio.

Aún no logro sacar de mis entrañas
esas vidas en la plenitud de su elemento
en el fondo empedrado del acuario,
y yo, frente a la gran enjaulada fuera del agua,
su fortaleza fuera de sí.


De: “Station Island”