"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 26 de mayo de 2022
VÍCTOR TOLEDO
Continuación del sueño de John Donne
Iosiv
Brodsky se ha dormido, se ha dormido su John Donne
y su Pushkin, su Platonov, se han dormido
y su Shestov.
Duermen sus amigos, las campanas cristalinas del invierno
en el enojo de su maestra Axmátova y el corzo en el soto nervioso de su mano.
Duermen sus largos versos de halcón y el divertimiento mexicano para Octavio
Paz.
Los “versitos de Pasternak”, su amigo Derek y el Reino del Caimito
y al descuerdado corazón de Mandelshtam
no despierta el tambor de Mayakovsky.
El todo sueña con la nada, el agua sueña con el fuego
el sueño sueña (sólo Ulises dobla el arco del tiempo)
su tonta asíntota triunfar: sí hay regreso
Y la flecha emprende eterno vuelo, detenida.
Duerme el latido de la púrpura en su lecho cardiovascular
el rítmico látigo del padecimiento: su puño azul cansado fuma
y sueña el humo de su cigarro-pluma, sueña la realidad
y el mundo despierta en este sueño.
Duerme el mínimo polvo de las alas de las mariposas
el oro de la punta de las estrellas y el polvoriento polvo de las olas
el polvo del universo duerme
en su color azul.
Iosiv Brodsky sueña que el orbe duerme al fin
la esfera se ha dormido y sueña que el bardo arrulla el fin
Iosiv por fin despierta y ve:
vigila el sueño de sus padres con los que ya se reencontró
(se posaron convertidos en cornejas
en el hilo destensado del teléfono (su cordón de plata umbilical).
Y el cajón de cuarto y medio de Leningrado también sueña
en la caja infinita de los versos.
Sólo la selva espesa del blanco de la nieve
mantiene su vigilia escandalosa y grita su insomnio: todo duerme.
La nieve sueña el sueño del poeta, el afilado brillo del diamante del norte.
Los traductores y reseñistas sueñan volando sus versiones
hacia los suplementos del domingo
y talan epitafios para estar con él, talan bosques, talan tumbas
tallan las durísimas caras del tiempo
pues todo sueña pero la nieve de la oscuridad no había caído tan seca
y tan espesa.
Toda la época descansa con su último poeta.
El sueño comunista y el camino americano duermen juntos
Y la odiada profusa pro-rusa prosa rusa
es la almohada pedestre del ligero inglés
“y cada verso hermana a otro, aunque en sueños se musiten:
‘hazte a un lado’” sueñan
suenan las cadenas de mentiras: Don, don
y los tirajes, los señuelos de las señas
duermen
eslavos eslabones y esclavas del color
las levas en las naves que se elevan.
Y más allá del Neva o del Mississippi
donde silban sus sueños sinuosos las serpientes
más allá del Volga o del Colorado
ladran los ladrillos
de largometrajes y los acetatos
de la industria del sueño —las paredes de agua— se revientan.
Nadie los perturba, el cielo —no la nada— enturbia y los masturba.
Un diluvio de estrellas una cauda de cometa
una herida de luz abierta en el oscuro velo
una mandarina derramando estrellas
una roja boca estandarte y la negrazul bandera
vagina blanca, se abren para recibir tu sueño.
Sueña la larga venida de la lluvia de Tarkovsky en la pared
y el grito cristalino de la mar
azur azoro del azor
que “cae” como el poeta: cuando asciende.
Cae para elevarse en un sueño de plumas
cobijando al mundo:
“nieva, Neva”
Nota: Víctor Manuel Contreras Toledo
nombre completo del escritor Víctor Toledo
JULIA UCEDA
Mariposa en cenizas
Hoy
te escribo, Señor, y te pregunto
por
la escondida luna de mi muerte;
por
sus manos de hielos afilados
como
agujas que cosen telarañas;
por
esa muerte mía, sólo mía,
que
aún no está madura por tus campos. Tú, Dios, para matarme,
para
volverme a
Ti y
a la sombría
cuna
de donde vine, has de abrasar mis alas
y
desatarme en nube pálida de ceniza
y
aplastarme en la luz última de una tarde.
Y yo
he de bailar,
con
mi vestido gris de polvo y niebla,
frente
al cielo amarillo y el sol frío,
sobre
tus rosas y arrayanes muertos,
arrastrando
mis alas desgarradas
igual
que un breve cisne de las flores.
Y te
pondré en la mano
dos
lágrimas de luz y sal, como un pequeño
quejido
por mis alas ardidas ya y cenizas
desde
que me las diste un octubre lejano. Cuando tuvo mi nombre un lugar en el aire
y me
llamaron «Julia» para hacerme más sitio.
De: “Mariposa en cenizas”
GUSTAVO TATIS GUERRA
El cabalista
Cada
vez que observo los caballos,
pienso que Dios descansó el séptimo día
y en su sueño se vio a sí mismo,
despertó, pero olvidó los rasgos y los pormenores.
Quedaba, eso sí, una vaga imagen del sueño:
¿Una constelación, una ecuación,
una bestia olvidada?
Entonces
creó al caballo, a partir de su recuerdo,
y vio que era bueno y hermoso,
casi tanto como él mismo.
ENNIO MOLTEDO
Hija
Todo
cambió cuando te cortaron las trenzas. Desaparecieron las cintas y mis manos
quedaron solas y ni el aire pudo ya detenerte. Otra música sonaba en tus oídos
y otras luces cubrían el espejo. El tiempo ya no transcurría igual como sucede
en los sueños.
Porque
las flores viven camino de la luz, abrí brazos y puertas y te llevé por
pasillos y jardines donde crecían colores nuevos en las hojas de los libros.
Te
ofrecí el mismo sillón de mi tiempo -noche y cielo entre papeles- y recordé un
poema viejo: cuando brillaba para mí un sol parecido al que ahora te llena los
ojos.
SONIA DÍAZ CORRALES
Retahíla para una explicación de cómo desvestirse
Dices
sombrío
y la mayor parte de las veces
se entiende que dices pesadilla
aletargada ventana desde donde miras
el futuro sombrío
lleno del sombrío presente.
Pruebas
todos los pares de alas
como si fueran zapatos sin medida
sin tamaño visible
así que los pruebas para saber si sirven
a los brazos
a la espalda
del castrado ángel que concurre.
Todo
son cábalas
mujeres que se desvisten por costumbre
por seguir el gesto con que comienzas a desnudarte
un brazo en alto y el otro en arco sobre la nuca.
Nunca
pensaste volar o desnudarte
así que sigues probando alas
por no parecer que te aburres
o te avergüenzas
o te rindes
y eso es lo sombrío
lo que asusta
lo más sombrío del mundo.
ALFRED DE MUSSET
Tristeza
He
perdido mi fuerza y mi vida,
Y mis amigos y mi alegría;
He perdido hasta el orgullo
Que hacía creer en mi genio.
Cuando conocí la Verdad,
Creí que era una amiga;
Cuando la he comprendido y sentido,
Ya estaba asqueado de ella.
Y sin embargo ella es eterna,
Y aquellos que se han despreocupado de ella
En este bajo mundo lo han ignorado todo.
Dios habla, es necesario que se le responda.
El único bien que me queda en el mundo
Es haber llorado algunas veces.
Nota: Louis-Charles-Alfred de Musset
nombre completo del escritor Alfred de Musset
