jueves, 26 de mayo de 2022

JULIA UCEDA

 

  

Mariposa en cenizas

 

 

Hoy te escribo, Señor, y te pregunto

por la escondida luna de mi muerte;

por sus manos de hielos afilados

como agujas que cosen telarañas;

por esa muerte mía, sólo mía,

que aún no está madura por tus campos. Tú, Dios, para matarme,

para volverme a

Ti y a la sombría

cuna de donde vine, has de abrasar mis alas

y desatarme en nube pálida de ceniza

y aplastarme en la luz última de una tarde.

Y yo he de bailar,

con mi vestido gris de polvo y niebla,

frente al cielo amarillo y el sol frío,

sobre tus rosas y arrayanes muertos,

arrastrando mis alas desgarradas

igual que un breve cisne de las flores.

Y te pondré en la mano

dos lágrimas de luz y sal, como un pequeño

quejido por mis alas ardidas ya y cenizas

desde que me las diste un octubre lejano. Cuando tuvo mi nombre un lugar en el aire





y me llamaron «Julia» para hacerme más sitio.

 

De: “Mariposa en cenizas”

 

 

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