Hija
Todo
cambió cuando te cortaron las trenzas. Desaparecieron las cintas y mis manos
quedaron solas y ni el aire pudo ya detenerte. Otra música sonaba en tus oídos
y otras luces cubrían el espejo. El tiempo ya no transcurría igual como sucede
en los sueños.
Porque
las flores viven camino de la luz, abrí brazos y puertas y te llevé por
pasillos y jardines donde crecían colores nuevos en las hojas de los libros.
Te
ofrecí el mismo sillón de mi tiempo -noche y cielo entre papeles- y recordé un
poema viejo: cuando brillaba para mí un sol parecido al que ahora te llena los
ojos.
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