"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 10 de abril de 2018
CECILIA BUSTAMANTE
Marina, terrestre
"...el mundo era
mío
en él yo reinaba,
por mí las abejas
alegres zumbaban
y las golondrinas
batían sus alas..."
Longfellow
en él yo reinaba,
por mí las abejas
alegres zumbaban
y las golondrinas
batían sus alas..."
Longfellow
Terrestre y feliz
regresar por el camino
otra vez
por la superficie frágil,
superficie muerta.
Soterrada
la ignorancia perpetua
desea otra vez
discurrir las llanuras
pero animales, víboras,
camaleón, lagartija, alacrán.
Voz 2:
Si nunca te agotaras juventud,
si el primer momento como el fin...
Lo mismo diese no entender
la razón primordial.
Voz 3:
regresar por el camino
otra vez
por la superficie frágil,
superficie muerta.
Soterrada
la ignorancia perpetua
desea otra vez
discurrir las llanuras
pero animales, víboras,
camaleón, lagartija, alacrán.
Voz 2:
Si nunca te agotaras juventud,
si el primer momento como el fin...
Lo mismo diese no entender
la razón primordial.
Voz 3:
A la
orilla del mar en la existencia
nativa un hombre flota entre algas.
Nadie:
Luces, substancias acumuladas
en su superficie de sal,
las mareas avanzan, descienden,
siempre
el estallido del viento,
cuando las olas resuenan
y se van....
nativa un hombre flota entre algas.
Nadie:
Luces, substancias acumuladas
en su superficie de sal,
las mareas avanzan, descienden,
siempre
el estallido del viento,
cuando las olas resuenan
y se van....
ADHELY RIVERO
Amor, la oración
…dame al menos el valor
para llevar una doble
vida.
Señor,
hoy intento amanecer
lejos
de casa, lejos del sueño apacible del aire
de la
habitación.
No me
venzas en temores ni pecados,
dame
fortaleza para que las cosas se den en armonía,
por lo
menos natural.
Hoy
tengo la certeza que esto quiero.
Aléjame
Dios mío de un ser mezquino,
de las
miserias humanas,
de las
revanchas del otro.
Cuando
me levante en la mañana
para
volver a la casa,
tome la
llave y la gire en la cerradura
la
puerta se abra
y en su
sitio encuentre mis pertenencias.
Señor,
hazme invisible la alegría
y el
trasnocho,
que no
pierda la apariencia.
FERNANDO DEL PASO
Dos adivinanzas
Para Carmen Balcells
I
Un
silencio y pálido lamento
que cuando bebe el aire se agiganta.
Sin piernas danza y sin palabras canta,
Espejo de sí mismo y alimento.
que cuando bebe el aire se agiganta.
Sin piernas danza y sin palabras canta,
Espejo de sí mismo y alimento.
Oro
voraz y diáfano es su aliento.
su vida, sueño que la luz canta,
y su infinita languidez es tanta
que pesa menos que el color del viento.
su vida, sueño que la luz canta,
y su infinita languidez es tanta
que pesa menos que el color del viento.
Amante,
a más, de insólita avaricia,
mago del artificio y de la espuma
y señor de los humos y del juego,
mago del artificio y de la espuma
y señor de los humos y del juego,
Lo que
relame y mira y acaricia
Transforma en polvo y ceniza y bruma,
Aun siendo manco y deslenguado y ciego:
el fuego.
Transforma en polvo y ceniza y bruma,
Aun siendo manco y deslenguado y ciego:
el fuego.
De: “Sonetos para un cuerpo ajeno y propio”
ALEJANDRO ZAMBRA
Propiedad de la espera
Trata
de sentir el suelo
Sus pies se hunden en la arena seca
Busca sus pies
Detiene el movimiento de sus manos
Ha encontrado sus pies pero no los mira
Todo es igual a como era antes
Necesito explicar que es así,
que todo es igual a un momento anterior,
doloroso.
Supongo que hay mar ante sus ojos
y que ella mira el mar
como mira el centro de un espejo difícil.
Sus pies se hunden en la arena seca
Busca sus pies
Detiene el movimiento de sus manos
Ha encontrado sus pies pero no los mira
Todo es igual a como era antes
Necesito explicar que es así,
que todo es igual a un momento anterior,
doloroso.
Supongo que hay mar ante sus ojos
y que ella mira el mar
como mira el centro de un espejo difícil.
De: “Bahía inútil”
ALFREDO R. PLACENCIA
III
El buen dulcero
Dejó Damián su almíbar, nada más preparado,
y así vino a decirme:
"Señor, el odio llega,
por lo visto a su colmo.
¿Sabéis quién os entrega?
Atanasio, el que labra vuestro propio sembrado.
Sin dilación quitemos el polvo del calzado
y salgámonos presto de aquí.
La turba ciega
no sabrá la partida, como que Dios le niega,
providente, el aviso y la luz.
A mi cuidado
siento que Dios os pone."
Y el piadoso dulcero
que su almíbar dejaba y en mi ayuda venía
en la noche tremenda que en vano olvidar quiero,
a lo último díjome:
"Señor, esta es la vía.
Andadla mientras arden las estrellas.
Yo espero
que os hallaréis muy lejos cuando reviente el día."
El buen dulcero
Dejó Damián su almíbar, nada más preparado,
y así vino a decirme:
"Señor, el odio llega,
por lo visto a su colmo.
¿Sabéis quién os entrega?
Atanasio, el que labra vuestro propio sembrado.
Sin dilación quitemos el polvo del calzado
y salgámonos presto de aquí.
La turba ciega
no sabrá la partida, como que Dios le niega,
providente, el aviso y la luz.
A mi cuidado
siento que Dios os pone."
Y el piadoso dulcero
que su almíbar dejaba y en mi ayuda venía
en la noche tremenda que en vano olvidar quiero,
a lo último díjome:
"Señor, esta es la vía.
Andadla mientras arden las estrellas.
Yo espero
que os hallaréis muy lejos cuando reviente el día."
De: “El Éxodo”
JOSÉ MANUEL CABALLERO
Espera
Y tú me dices
que tienes los pechos vencidos de esperarme,
que te duelen los ojos de tenerlos vacíos de mi cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos
de palpar esta ausencia por el aire,
que olvidas el tamaño caliente de mi boca.
Y tú me lo dices que sabes
que me hice sangre en las palabras de repetir tu nombre,
de golpear mis labios con la sed de tenerte,
de darle a mi memoria, registrándola a ciegas,
una nueva manera de rescatarte en besos
desde la ausencia en la que tú me gritas
que me estás esperando.
Y tú me lo dices que estás tan hecha
a este deshabitado ocio de mi carne
que apenas sí tu sombra se delata,
que apenas sí eres cierta
en esta oscuridad que la distancia pone
entre tu cuerpo y el mío.
Y tú me dices
que tienes los pechos vencidos de esperarme,
que te duelen los ojos de tenerlos vacíos de mi cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos
de palpar esta ausencia por el aire,
que olvidas el tamaño caliente de mi boca.
Y tú me lo dices que sabes
que me hice sangre en las palabras de repetir tu nombre,
de golpear mis labios con la sed de tenerte,
de darle a mi memoria, registrándola a ciegas,
una nueva manera de rescatarte en besos
desde la ausencia en la que tú me gritas
que me estás esperando.
Y tú me lo dices que estás tan hecha
a este deshabitado ocio de mi carne
que apenas sí tu sombra se delata,
que apenas sí eres cierta
en esta oscuridad que la distancia pone
entre tu cuerpo y el mío.
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