sábado, 25 de julio de 2020


SAMUEL BECKETT




Estar ahí sin dientes ni mandíbulas



estar ahí sin dientes ni mandíbulas
adónde se va el gozo de perder
con el apenas inferior
de ganar
y Roscelin y esperamos
adverbio oh regalito
vacío vacío salvo jirones de canción
padre me dio un marido
o al arreglar las flores
que moje cuanto quiera
hasta la elegía
de los zuecos herrados aún lejos de Les Halles
o el agua de la canalla apestando por las tuberías
o nada más que moje
porque es así
que pula lo superfluo
y venga
con la boca idiota y la mano hormigueante
a la cavidad hundida alojo que escucha
lejanos tijeretazos argentinos


STÉPHANE MALLARMÉ




Las cuatro estaciones



1. Resurgir

Primavera enfermiza tristemente ha expulsado
Al invierno, estación de arte sereno, lúcido,
Y, en mi ser presidido por la sangre sombría,
La impotencia se estira en un largo bostezo.
Unos blancos crepúsculos se entibian en mi cráneo
Que un cerco férreo ciñe como a una vieja tumba
Y triste, tras un sueño bello y etéreo, vago
Por campos do la inmensa savia se pavonea.
Luego caigo enervado de perfumes arbóreos,
Cavando con mi rostro una fosa a mi sueño,
Mordiendo el suelo cálido donde crecen las lilas,
Espero que, al hundirme, mi desgana se alce…
-Mientras, el Azur ríe sobre el seto y despierta
Tanto pájaro en flor que al sol gorgea-.


2. Tristeza de verano

El sol, sobre la arena, luchadora durmiente,
Calienta un baño lánguido en tu pelo de oro
Y, consumiendo incienso sobre tu hostil mejilla,
Con las lágrimas mezcla un brebaje amoroso.

De ese blanco flameo esa inmutable calma
Te ha hecho, triste, decir -oh, mis besos miedosos-:
“¡Nunca seremos una sola momia
Bajo el desierto antiguo y felices palmeras!”

¡Pero tu cabellera es un río tibio,
Donde ahogar sin temblores el alma obsesionante
Y encontrar esa Nada desconocida, tuya!

Yo probaré el afeite llorado por tus párpados,
Por ver si sabe dar al corazón que heriste
La insensibilidad del azur y las piedras.


3. Suspiro

Mi alma hacia tu frente donde sueña
Un otoño alfombrado de pecas, calma hermana,
Y hacia el errante cielo de tus ojos angélicos
Asciende, como en un melancólico parque,
Fiel, un surtidor blanco suspira hacia el azul.
-Hacia el Azur eternecido de octubre puro y pálido
Que mira en los estanques su languidez sin fin
Y deja, sobre el agua muerta do la salvaje
Agonía de las hojas yerra al viento y excava un frío surco,
Arrastrarse al sol gualda de un larguisimo rayo.


4. Invierno

¡El virgen, el vivaz y bello día de hoy
Da un aletazo ebrio va a desgarrarnos este
Lago duro olvidado que persigue debajo de la escarcha
El glaciar transparente de los vuelos no huidos!

Un cisne de otro tiempo se acuerda de que él es
Quien, aun sin esperanza, magnífico se libra
Por no haber cantado la región do vivir
Cuando ha esplendido el tedio del estéril inviemo.

Sacudirá su cuello entero esta blanca agonía
Por el espacio impuesto al ave que lo niega,
Mas no el horror del suelo que aprisiona al plumaje.

Fantasma que su puro destello a este lugar asigna,
Se aquieta en el ensueño helado del desprecio
Que entre su exilio inútil viste el Cisne.


KAMALA SURAIYA




Los raros



Habla girando hacia mí una mejilla
Marcada por el sol, su boca, una caverna
Oscura donde brillan estalactitas de
Dientes desiguales, su mano
Derecha sobre mi rodilla, mientras nuestras mentes
Son empujadas a correr hacia el amor.
Pero tan sólo se pasean, trastabillando
Ociosamente sobre charcos de
Deseo… ¿puede este hombre de
Ágiles dedos desatar
Algo más vivo que el
Hambre ociosa de una piel? ¿Quién puede
Ayudarnos que haya vivido largo tiempo
Y haya fracasado en el amor? El corazón,
Un depósito vacío esperando
Largas horas, se llena a sí mismo
Con enroscadas serpientes de silencio…
Soy rara. Únicamente
Para guardar las apariencias hago ostentación,
A veces, de un deseo exuberante.


WOLE SOYINKA




El roce de una telaraña en la oscuridad



Roces de mariposa nocturna en los dedos, estelas
oscuros vapores terrígenos que se elevan

Se oye
la voz de los muertos entre hojas que su presencia
ha nutrido, en más que del follaje las esencias

Piel
cuyo vello peinan los vientos que dan sombra
a espacios donde yertos los recuerdos reposan

Hebra
descansa su valor en la carne, el hielo
de lo pasado, un roce al paso del tiempo

Cae
contra la línea baja, oscura, radial
al corazón de la telaraña ancestral.



WALLACE STEVENS

  


IV



Un hombre y una mujer
Son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
Son uno.


De: “Trece formas de mirar un mirlo”


LOUISE LABÉ




Soneto III



Oh dulce empeño, oh esperanzas vanas,
tristes suspiros, lágrimas copiosas
que mis ojos guardaran, silenciosas,
anticipando ríos y fontanas:

oh crueldad, durezas inhumanas,
que el Cielo, en su mirar, estima odiosas:
¿a un corazón transido, oh insidiosas,
pretendéis todavía herir malsanas?

Que más en mí Amor su flecha hunda,
que nuevos fuegos lance y nuevos dardos:
que furia abrace y cuanto mal prepare:

pues tan dolida soy y tan rotunda
herida estoy, que de arribar más dardos
do hacer peor el mal sitio no hallare.