"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 29 de noviembre de 2025
JARL RICARDO BABOT
Canción
por un tigre apenas conocido
Todo
llanto se habrá oxidado.
Todo hueco hallará su ángel.
Todo mar su lápiz, su papel, su corcho,
su rodilla.
Yo hallaré la tarde —nombre
sin lágrimas—. La hallaré
como quien halla, sin buscarlo, al tigre
que le robaron.
Entonces pensé en el tigre
y en la acrobacia del humo
que lo ocultaba.
Pensé en sus patas misteriosas
en los lechos que pisaron
en los años en donde se ocultó
por tanto tiempo.
Le propuse que me dejara seguirle
que por favor me llevara a los sitios
que debimos conocer unidos.
Mas el tigre me llevó a nuevos lugares
y nos maravillamos como niños
y como niños
juntos, nuevamente, crecimos.
El tigre es el paisaje eterno;
más que una tarde
o la montaña.
Más que las piedras. Que las manos rotas
del silencio.
Más que el último reloj.
El tigre es la vida. La vida que corre
aun cuando lo impidan todas las cosas.
El tigre avanzó despacio.
Ni siquiera lanzó un gruñido
cuando los niños, detrás de él,
le lanzaron las primeras piedras.
No tuvo prisa cuando le sobrevolaron
helicópteros y aviones. Siguió andando
despacio, sin mirar a nadie.
Sin embargo, levantó los ojos una sola vez
—un único instante—
para mirarme fijamente cuando me puse
delante de él. Luego, se hizo a un lado
siguió su camino
amándonos, tal vez,
con su aparente animal indiferencia.
Animal volviendo
de un disparo inexistente.
Un compañero
una amiga
que pasan volando
por encima de mis orejas
caídas como hojas
en otoño.
FLORIDOR PÉREZ
Más
sabe el diablo por quemao que por tentao
Perdón
si no me quedo con la boca abierta
para comerte mejor siquiera con los ojos
ni me doy de cabeza contra un poste
por volver a mirarte cuando pasas
vitrineando el maniquí entre posibles clientes
que se encalillarían con el mayor agrado.
Perdón
si no me embruja
el mágico tam-tam de tus tacones
y te dejo pasar
como una oferta de temporada.
Perdón
si permanezco inmune frente al
CONSULTORIO
esperando a la flaca de pie plano
que apenas se le pasen sus achaques
me llevará en un tour al paraíso
y encenderá con sus manos fuego para mí el próximo
invierno
y meterá sus manos al fuego por mí el próximo infierno.
Mientras
que tú, ricura,
estarás muy ocupada
pintándote las uñas de tus pies perfectos
y mejor no sigamos más arriba
no sea que me tientes, diabla,
que me piques, araña de potito rosado.
RAQUEL JODOROWSKY
Himno
del mundo
Estrellas
de mar
Cargadas con el fuego
Del agua primordial
Con su piel llena de cráteres
Y púas de rojo amanecer
Con lunares de sol negro
Que palpitan.
Carne
de estrella viva
Trozo de Era Fósil y esqueleto violeta
Cinco brazos terminados en pies
Que flotan como pétalos libres.
Pongo
dos estrellas
Dos fragmentos de océanos rotos
Sobre mis ojos
Traspaso su misterio húmedo
Flor de luz y dureza marina
Así me encontrarán, varada
Cubierta de estrellas de mar
Cual diosa nómada del cosmos
Que en el límite del mundo
Se ha tendido a soñar…
RIGOBERTO GÓNGORA
Testimonio
del hombre
Decía
mi abuelo:
antes
los pájaros cantaban
libremente
y el sol alumbraba a las piedras
y mariposas.
Pero de tiempo en tiempo
cambiaron los vientos
y la tierra nuestra se llenó de extraños
que la mearon y pisotearon.
Los animales se escondieron de los intrusos
y buscaron en los montes piedras
para ocultarse de los extranjeros.
Hoy mi padre dice:
¡Ya tenemos
mucho lodo en los ojos
y es justo limpiarlos!
Las piedras empiezan a decir malas palabras.
Los extranjeros tienden a desaparecer.
Luego yo, poeta campesino, digo:
¡Es hora de cortar el viejo lazo
que sostiene la carga
y empezar de nuevo
a vivir en la montaña!
Ahora que las piedras vuelan,
¿dónde están los extranjeros?
Aquel
gris humano se reía de su pata coja
Amaneció
cansado de la vida.
Vaciló.
Rompió el flácido flaqueo de sus piernas
y empezó a caminar
muy lentamente.
Su dura sombra lloró al
ver
su triste esqueleto
y arqueó sus largos y
suaves brazos.
Caminó, entonces, con sus labios,
con su lengua,
gritando:
“El
tiempo ya no existe”.
Ajustó los ingentes ojos a la sombra
y en el silencio lloró
espesamente.
Hoy,
el antiguo humano
se pierde con sus hojas,
con sus palabras cojas,
con sus mudas congojas
vestidas
con las grises y melancólicas concavidades de la noche.
ZHIVKA BALTADZHIEVA
Cuando
partí,
partieron
las flores, el río, la lluvia,
la
nieve, los pájaros, el camino, las estrellas
del
asombro, los rostros de los deseos, el desdén
y
las cicatrices, el último animalito. El paisaje
se
desvaneció. La ventana
sigue
mirando. Hacia dentro.
De:
“En el sinlenguaje”
