"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 26 de febrero de 2018
JOSÉ REVUELTAS
La palabra
Alguien,
derribado, pide palabras:
pero ya
no hay; la asamblea ha terminado.
Ha
terminado él en cuanto usó de la palabra
pues de
la palabra no debe usarse porque es muerte.
Todo
está prohibido, ante todo el cuerpo,
más aún
la mirada.
Ya
nadie debe ser;
hay una
manera de tener silencio
y otra
de no tener palabras.
yo te
espero donde nadie espera:
en
donde todo está habitado
y
alguien vaga sin cuerpo, pero
a veces
con sollozos.
No lo
detengas. No. Ésa es la nada.
Marzo de 1968
De: “El propósito ciego”
FERNANDO DEL PASO
Que te acaricie yo,
tus pechos, ave...
Que te acaricie yo, tus pechos, ave,
como rezar las cuentas de un rosario.
Y que mi amor badajo y campanario
te lo repique yo, que yo te clave.
Que sean mis manos, de tus muslos, llave.
Tu rosa, de mis dedos, relicario,
y en su fronda la lengua de un canario
con mi lengua, la sal, que yo te lave.
Nada más eso pido, quiero, ruego.
A eso me dedico y a adorarte
a quererte, y a eso me consagro.
Y te juro, las manos sobre el fuego,
que volveré otra vez a codiciarte
cada vez que cumplas el milagro.
De: “Nuevos sonetos marianos”
Que te acaricie yo, tus pechos, ave,
como rezar las cuentas de un rosario.
Y que mi amor badajo y campanario
te lo repique yo, que yo te clave.
Que sean mis manos, de tus muslos, llave.
Tu rosa, de mis dedos, relicario,
y en su fronda la lengua de un canario
con mi lengua, la sal, que yo te lave.
Nada más eso pido, quiero, ruego.
A eso me dedico y a adorarte
a quererte, y a eso me consagro.
Y te juro, las manos sobre el fuego,
que volveré otra vez a codiciarte
cada vez que cumplas el milagro.
De: “Nuevos sonetos marianos”
ENRIQUE GONZÁLEZ ROJO
Penélope
Digámoslo:
Penélope no se queda en la casa.
No
permanece aquí para cuidar la hortaliza.
Para
lavar la cara sucia de los pepinos,
peinar
a los elotes, plancharle a las lechugas
los
puños y los cuellos. No se queda en la casa,
al
frente de la escoba que al moverse reparte
un
infarto en cada uno de los granos de polvo.
No teje
la calceta de su matar el tiempo.
No le
zurce a la ropa sus corrientes de frío.
No se
halla en la cocina todo el día incrustada
mirando
cómo hierve poco a poco su tedio,
probando
a qué le sabe su propia servidumbre
cuando
el dedo le pasa su información al gusto,
ordeñándole
rayos de sol a las naranjas,
tomando
de la mano diferentes sabores
que
van, endomingados, a ornamentar la mesa.
No
aletea, pelando cebollas y recuerdos,
el
pañuelo custodio. No lava los pañales.
No
cuelga en un alambre la exposición completa
de todo
su fastidio, frustración, amargura
encarnada
en manteles, calcetines, calzones
«y
camisas que lloran lentas lágrimas sucias».
No teje
una promesa que desteje en la noche
como el
flujo y reflujo de un océano de estambre 41
en que
está a la deriva su destino acosado
por la
piel pretendiente. No se entierra en la casa.
También
sale de viaje. También forja su propia
odisea
Penélope. No se queda en la casa.
Se va
haciendo camino. Pisa distintas piedras.
Halla
flores e insectos que aún no tienen nombre,
que
escapan a las fauces de todo diccionario.
Acumula
países, aventuras, crepúsculos.
Con su
experiencia al hombro va adelante Penélope.
Es
cierto que en el viaje, me vive en su conciencia
como yo
me la adentro también en el espíritu:
en
verdad mi equipaje tiene excedido el peso
por
cargar sus caricias, sus ojos, su memoria.
Pero
nos separamos. Con un mapa distinto
cada
quien en los dedos. En barcos diferentes
que ni
una sola gota del mismo mar comparten.
Digámoslo:
Penélope no se queda en la casa.
ANGELES MASTRETTA
De pronto tengo sed
De
pronto tengo sed
no basta el agua dentro.
Tanta resequedad al paso
entre azúcar y hormona.
En cualquier río claudico
del grano saco lodo.
Es una sed sobrante
la que me retrocede
hasta el mar de mi madre.
No, más allá.
no basta el agua dentro.
Tanta resequedad al paso
entre azúcar y hormona.
En cualquier río claudico
del grano saco lodo.
Es una sed sobrante
la que me retrocede
hasta el mar de mi madre.
No, más allá.
JAIME TORRES BODET
Invitación al viaje
Con las manos juntas,
en la tarde clara,
vámonos al bosque
de la sien de plata.
Bajo los pinares,
junto a la cañada,
hay un agua limpia
que hace limpia el alma.
Bajaremos juntos,
juntos a mirarla
y a mirarnos juntos
en sus ondas rápidas...
Bajo el cielo de oro
hay en la montaña
una encina negra
que hace negra el alma:
Subiremos juntos
a tocar sus ramas
y oler el perfume
de sus mieles ásperas...
Otoño nos cita
con un son de flautas:
vamos a buscarlo
por la tarde clara.
Con las manos juntas,
en la tarde clara,
vámonos al bosque
de la sien de plata.
Bajo los pinares,
junto a la cañada,
hay un agua limpia
que hace limpia el alma.
Bajaremos juntos,
juntos a mirarla
y a mirarnos juntos
en sus ondas rápidas...
Bajo el cielo de oro
hay en la montaña
una encina negra
que hace negra el alma:
Subiremos juntos
a tocar sus ramas
y oler el perfume
de sus mieles ásperas...
Otoño nos cita
con un son de flautas:
vamos a buscarlo
por la tarde clara.
ALFREDO R. PLASCENCIA
El libro de dios
Aquí sí que no puedo
nada, si no es temblándome la mano.
Tu nombre es inefable y soberano;
tu nombre causa devoción y miedo,
y, no puedo, no puedo.
¿Cómo voy a poder…? Soy un gusano.
Déjame antes llorar, eso es muy mío.
Deja que piense en Ti y en Ti me abrase.
Aguarda a que me pase
esta ola de frío
y luego escribiré, si es que ya puedo,
tu libro este, que me causa miedo.
Mientras anda la noche y todo duerme,
me sentaré a raíz, sobre la tierra,
dando tiempo a tu amor de que me enferme.
Así voy a ponerme,
y el dique romperé, que el llanto encierra,
y, en seguida vendré a desmorecerme.
Los misterios del llanto son los mismos
que los solemnes del Amor. El llanto
sabe salvar o ciega los abismos,
tal como aquél, y sana y melifica.
El Amor puede tanto,
que a un tiempo lava y cura y deifica.
Así lo voy a hacer, por ver si puedo
con este Libro que me causa miedo.
Me sentaré a raíz, sobre la tierra,
mientras la vida calla y la luz duerme,
y el dique romperé, que el llanto encierra.
Voy a desmorecerme
y a sentarme en la tierra.
Tan sólo aguardo que tu amor me enferme.
Aquí sí que no puedo
nada, si no es temblándome la mano.
Tu nombre es inefable y soberano;
tu nombre causa devoción y miedo,
y, no puedo, no puedo.
¿Cómo voy a poder…? Soy un gusano.
Déjame antes llorar, eso es muy mío.
Deja que piense en Ti y en Ti me abrase.
Aguarda a que me pase
esta ola de frío
y luego escribiré, si es que ya puedo,
tu libro este, que me causa miedo.
Mientras anda la noche y todo duerme,
me sentaré a raíz, sobre la tierra,
dando tiempo a tu amor de que me enferme.
Así voy a ponerme,
y el dique romperé, que el llanto encierra,
y, en seguida vendré a desmorecerme.
Los misterios del llanto son los mismos
que los solemnes del Amor. El llanto
sabe salvar o ciega los abismos,
tal como aquél, y sana y melifica.
El Amor puede tanto,
que a un tiempo lava y cura y deifica.
Así lo voy a hacer, por ver si puedo
con este Libro que me causa miedo.
Me sentaré a raíz, sobre la tierra,
mientras la vida calla y la luz duerme,
y el dique romperé, que el llanto encierra.
Voy a desmorecerme
y a sentarme en la tierra.
Tan sólo aguardo que tu amor me enferme.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)