jueves, 21 de marzo de 2013

ALEJANDRO CERDA





Ojos en la fuente



Jugábamos con mi hermana Fernanda
a quién podía tener los ojos abiertos
por más tiempo.
Después el sol nos iluminaba los ojos
como espejos en una fuente china,
y al mirarnos tanto rato
podíamos vernos el uno dentro del otro.
Dimensión inigualable
era el viajar por los ojos,
fijar la vista hasta perderse
en la misteriosa identidad de los sueños.
Pasábamos por mucho tiempo
con los ojos intactos
hasta no saber
si abrir o cerrar los ojos
era la entrada o la salida.


ADOLFO BURRIEL





América



Me da la mano y me conduce
hasta la piedra,
me muestra su mirada
de actinia
y luego se desnuda,
moja mis labios
con un sabor a frutas incendiadas,
ata sus pies a mi cintura,
se agita
como una cabellera que desova
bajo el agua,
en mar su vientre se transforma,

me hace el amor quinientos años,
y llora.


De “Colores desunidos”

ÁLVARO MUTIS





Cádiz


Para María Paz y Manolo


Después de tanto tiempo, vastas edades,
siglos, migraciones allí sorprendidas
frente al vocerío de las aguas sin límite
y asentadas en su espera
hasta confundirse con el polvo calcáreo,
hasta no dejar otra huella que sus muertos
vestidos con abigarrados ornamentos
de origen incierto, escarabajos egipcios,
pomos con ungüentos fenicios,
armas de la Hélade, coronas etruscas,
después de tales cosas, la piedra
ha venido a ser una presencia
de albas porosidades, laberintos minúsculos,
ruinas de minuciosa pequeñez,
de brevedad sin término,
y así las paredes, los patios, las murallas,
los más secretos rincones, el aire mismo
en su labrada transparencia también
horadado por el tiempo, la luz y sus criaturas.
Y llego a este lugar y sé que desde siempre
ha sido el centro intocado del que manan
mis sueños, la absorta savia
de mis más secretos territorios,
reinos que recorro, solitario destejedor
de sus misterios, señor de la luz que los devora,
herencia sobre la cual los hombres
no tienen ni la más leve noticia,
ni la menor parcela de dominio.
Y en el patio donde jugaron mis abuelos,
con su pozo modesto y sus altos muros
labrados como madréporas sin edad,
en la casa de la calle de Capuchinos
me ha sido revelada de nuevo y para siempre
la oculta cifra de mi nombre,
el secreto de mi sangre, la voz de los míos.
Yo nombro ahora este puerto que el sol
y la sal edificaron para ganarle al tiempo
una extensa porción de sus comarcas
y digo Cádiz para poner en regla mi vigilia
para que nada ni nadie intente en vano
desheredarme  una vez más de lo que sido
«el reino que estaba para mí».


ALBERTO BLANCO





El Zenzontle



Lo sostiene el camino:
“El mundo está en llamas,
¡y tú estás riendo!”

Y la ceniza de la imagen
desciende lentamente
del agua del cielo.

En tiempos de la luna gris
se asoma a los espejos
de cola blanca y negra.

Su reflejo es una leyenda
que habla de otro tiempo:
de largos días sin sombra
y de jardines sin invierno.

Hoy encuentra en la jaula
los días demasiado cortos
como frutas picadas…

Como astros de hueso
flotando a la deriva…

Renaciendo del fuego
para cumplir un ciclo
en los límites del día.

De todas las cenizas
la que canta mejor
es el zenzontle.


ANA GUILLOT



  


Hay golpes en la vida…


a César Vallejo




-hay golpes en la vida-dice
y esparce la semilla
en el obrador
hay la mañana azul y luminosa
hay un canto entre dientes
hay esa flacura
y el arroz como solo alimento
-tan fuertes
tan certeros-
y cubre la semilla con la tierra
hay una lentitud
en esas manos
-yo no sé- dice
y el otro lo mira
en el silencio vacuo de sus ojos
en el lienzo que late
al calor de ese día
azul y luminoso
-como del odio-dice
y abrevia la frase
y riega los terrones que cubren la semilla
hay el perro que husmea
y un viento clandestino
un animal que huele
a excrementos y sangre
aunque sea ahora la mañana
azul y luminosa
hay cierta similitud entre los hombres
hay cierta similitud en esparcir la semilla
y regar esperando
hay una hoz también adentro del granero
un animal untuoso, embravecido
que amenaza la zanja y la celebra
-hay golpes- dice
martillos, coces, bombas
el portazo del hombre sobre el hombre
y rastrilla la tierra y cubre la semilla
como una promesa
como un ataúd
la hoz en el granero
calla
el hombre de los ojos vacuos calla también
hay en ese silencio
una peste que hiende el paladar
en una arcada

ALMA VELASCO






El Gato



El gato
cuando está ronco
imita al pato.
El gato se vuelve loco
cuando aparece un ratón
y lo invita poco a poco
para ver televisión. 

Mi gato
es cojín esponjado
junto a mi lado.