jueves, 21 de marzo de 2013

ALEJANDRO CERDA





Ojos en la fuente



Jugábamos con mi hermana Fernanda
a quién podía tener los ojos abiertos
por más tiempo.
Después el sol nos iluminaba los ojos
como espejos en una fuente china,
y al mirarnos tanto rato
podíamos vernos el uno dentro del otro.
Dimensión inigualable
era el viajar por los ojos,
fijar la vista hasta perderse
en la misteriosa identidad de los sueños.
Pasábamos por mucho tiempo
con los ojos intactos
hasta no saber
si abrir o cerrar los ojos
era la entrada o la salida.


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