lunes, 11 de diciembre de 2017



CONCHA URQUIZA




Aunque tu nombre es tierno como un beso...



Aunque tu nombre es tierno como un beso
y trasciende como óleo derramado,
y tu recuerdo es dulce y deseado,
rica fiesta al sentido y embeleso;

y es gloria y luz, Amor, llevarlo impreso
como un sello en el alma dibujado,
no basta al corazón enamorado
para alcanzar la vida todo eso.

Ya sólo, Amor, perdido en tus abrazos,
cabe tu pecho detendrá su empeño:
no aflojará las redes y los lazos,

verá la paz ni gozará del sueño,
hasta que tenga paz entre tus brazos
y duerma en el regazo de su Dueño.


6 de julio, 1937



ÁLVARO VALVERDE




Desde fuera



Vivir es deslizarse, repetiste,
captar nuestra existencia de soslayo
o verla desde lejos, en lo alto,
con la perplejidad del que contempla.
Los que te conocieron aseguran
que tu viviste así, que no hubo nada
ni nadie que pudiera desviarte
ni un ápice siquiera de ese trazo
que le diste por fin a tu camino.
Esa senda emboscada conducía
a una casa perdida entre los páramos.
Sobre aquel pedregal erosionado,
bajo la ardiente luz de los veranos,
una sombra precisa dibujaba
el estupor final de tu extravío.
En ese santuario estableciste
una visión del mundo peligrosa.
Rogabas a los dioses con frecuencia
que no nos castigaran con desgracias
(capaces en su ardor de destruirnos)
sin antes enseñarnos lo importante:
la frágil transparencia de la vida.


MARÍA EUGENIA VAZ FERREIRA

  


Historia póstuma



Todo me lo diste, todo:
el ritmo azul de las cunas
en cuentos maravillosos
glosados de suaves músicas...

Las palabras melodiosas
divinas como el silencio,
las rosas de nieve y oro
perfumadas de secretos...

Las albas anunciadoras
de los venturosos días
henchidos de primaveras
refulgentes de sonrisas...

Las pálidas nebulosas
de los cielos taciturnos,
la soledad, el olvido
y la paz de los sepulcros.




CARLOS MARIANIDIS




Canción del caracol



Despacio, despacio,
que nadie me apura.
El junco se hamaca,
el río murmura.

Despacio, despacio,
sin ninguna prisa.
Viene olor a rosas
si sopla la brisa.

Despacio, despacio,
sin desesperar:
manteniendo el ritmo,
siempre he de llegar.



KO UN




Olas



Mira, ¿acaso todas las olas se mueven
porque una sola empieza a moverse?
No
Simplemente se mueven todas a un tiempo

Todo ha sido una equivocación
desde el principio


Versión de Joung Kwon Tae, Revisada por Isabel R. Cachera


De: "108 poemas Zen"



GABRIELA MARI




Una paz



La paz que se asoma entre las rocas
con gritos de silencios sepultados
sus manos sangrantes de inocencia
los párpados pesados de la historia.

El águila blandiendo sus temores,
insignia cruel para su naturaleza,
sangrando de sus alas la vergüenza
la veloz travesía disonante
en desiertos lejanos
siempre ajenos.
Singular la paloma se estremece
por todas las reliquias ahora inertes
se asoma, se acobarda, se inocenta
el alma inquieta
sorda de arena
muda de fuego
ciega de metralla.

Y si en las causas de estos genocidios
se encuentran los señores de la historia
los que escriben con la sangre de los otros
sus propias cobardías y derrotas

si en las huellas arenosas y distantes
destrozan con sus mentes margaritas
se fugan de sus versos en la noche
y siembran odios de voces repetidas

si en las pantallas asoman bombarderos
que en ráfagas dispersan su malicia
detonando el poder que los invoca
sobre pieles de criaturas desvalidas

si en las fábulas los buenos siempre ganan
en batallas de corajes milenarios
y en estas siempre surgen los cobardes
inaugurando enemigos en la noche
alimentando su venganza, la del otro,
con miedos de poder sobre la historia

si en estos versos la paz se invoca
contra la especulada guerra de los poderosos,
sembremos de margaritas la esperanza
con los ojos del chico de esta historia
repetido por millones frente a uno
hambriento y desvalido por el mundo
aquel al que invoca para su santa guerra
            civilizada u ostentosa
            en el nombre de un dios y otras blasfemias
el monstruo de las guerras de este siglo:
terrorismo es el nombre
el uno con estado, el otro por servirlo
           hijos del mismo vientre
disputándose el trofeo
el anunciado rostro de la muerte.

Y el gran genocida de la Historia
despertando de un sueño sin prudencia
se muerde, se transforma y desespera
mientras en un desierto del planeta
los ojos del chico de esta historia
nos miran y nos claman
nos lloran y nos mueren
de esperanzas de paz y de palomas.