"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 5 de febrero de 2020
GEORG TRAKL
En Venecia
Quietud
en la habitación nocturna.
La
linterna plateada chisporrotea
Ante
el aliento cantante
Del
solitario;
Hechizadas
nubes de rosas.
Una
negrusca nube de moscas
Oscurece
el cuarto de piedra
Y
se eriza por el tormento
Del
día dorado la cabeza
Del
apátrida.
El
mar inmóvil pernocta.
Estrella
y negra jornada
Desaparecieron
en el canal.
Niña,
tu enfermizo sonreír
Me
siguió, suave, durante el sueño.
HEINRICH HEINE
Nueva primavera
En su amor la mariposa
Vuela de la fresca rosa
Sobre el cáliz perfumado;
Un rayo del sol ardiente
La baña amorosamente
Con su resplandor dorado.
Pero ¿a quién ama la rosa?
¿Quién el amor de la hermosa,
Quisiera saber, merece?
¿Es el ruiseñor que canta?
¿O el astro que se levanta
Cuando la tarde decrece?
No sé a quién la rosa adora:
Pero mi pecho atesora
Para todos tierno amor;
Para todos, rosa bella,
Rayo de sol, clara estrella,
Mariposa y ruiseñor.
En su amor la mariposa
Vuela de la fresca rosa
Sobre el cáliz perfumado;
Un rayo del sol ardiente
La baña amorosamente
Con su resplandor dorado.
Pero ¿a quién ama la rosa?
¿Quién el amor de la hermosa,
Quisiera saber, merece?
¿Es el ruiseñor que canta?
¿O el astro que se levanta
Cuando la tarde decrece?
No sé a quién la rosa adora:
Pero mi pecho atesora
Para todos tierno amor;
Para todos, rosa bella,
Rayo de sol, clara estrella,
Mariposa y ruiseñor.
Versión de Guillermo Matta
KRIS VALLEJO
Te cambio este poema por una moneda para
pagar mis pecados
Te
lo cambio por tus ansias de diluvio
por
un candil, por un camino
Te
doy este poema si me das esa lumbre alta y joven
esa
lengua móvil e infinita
esa
lluvia pálida del trópico
finísima
como hermosa fiera
Te
cambio este poema por un tramo de tu cuerpo desnudo
líquido,
inmarcesible
Te
lo doy si me dejas a tu animal interno
ese
viento temerario, sol inagotable
Te
doy este poema que escribí
sumergida
en una caverna remota
sujeta
en las rendijas del pasado
colgada
de la soga del insomnia
Llévatelo
en la quietud que existe entre tus ojos
y
separa este cáliz de mí
Quiero
soñar de nuevo en la aurora violeta
con
la que alucinan los muertos
GERARD MANLEY HOPKINS
(Carroña del consuelo)
No,
yo no, carroña del consuelo, Desaliento, no he de comer
de ti;
Ni
destejer —flojas que estén— estas últimas fibras
de hombre
En
mí, o pleno de fatiga clamar No puedo más. Puedo;
Algo
puedo, esperar, desear que llegue el día, no elegir
no ser.
Mas
ah, mas oh tú terrible, ¿por qué me haces rudeza
Meciendo
tu pie derecho tuercemundos? ¿me acercas
la zarpa de león? ¿recorres
Con
oscuros ojos voraces mis huesos magullados?
¿y abanicas,
Oh
en vueltas de tormenta, al aquí apilado, aquí ansioso
de evitarte y huir?
¿Por qué? Porque la paja vuele; yazga el
grano, limpio
y claro.
Y
en toda esa labor de laberinto, desde (parece) que besé
la cruz,
Mano
digo, mi corazón bebió fuerza, robó gozo, quiere reír,
gloriar.
¿Pero
gloriar a quién? ¿al héroe cuya destreza celeste me
tumbó, me puso pie
Encima?
¿o a mí que lo combatí? Oh ¿cuál? ¿es cada uno?
Esa noche, ese año
De
oscuridad ya hecha yo mísero yazgo en lucha con
(¡mi Dios!) mi Dios.
1885
EDGAR LEE MASTERS
"Butch" Weldy
Después
de recibir la religión y sentar cabeza
me
dieron trabajo en la fábrica de enlatados.
Todas
las mañanas me tocaba llenar
el
tanque de gasolina que estaba atrás,
el
tanque que alimentaba los sopletes
que,
en turno, calentaban los fierros de soldar.
Y
yo, para hacerlo, tenía que subir
los
travesaños de una raquítica escalera
con
todo y cubetas llenas de gasolina.
Un
día, al vaciar el líquido,
el
aire se inmovilizó y pareció hincharse.
Me
disparé con la explosión del tanque
y
caí con las piernas destrozadas;
mis
ojos se volvieron dos pedazos de carbón.
Alguien
dejó un soplete prendido
y
el tanque chupó la llama.
El
juez del distrito dijo que la culpa
podría
ser de cualquiera de mis compañeros
y
así el hijo del viejo Rhodes
no
tenía que pagarme nada.
Me
quedé en el banquillo, tan ciego
como
Jack el violinista, repitiendo la frase:
"Jamás
lo había visto".
CARL SANDBURG
Muchacha de ensueño
Llegarás un día con una flaqueza de amor,
tierna como el rocío, impetuosa como la lluvia,
el bronce del sol en tu piel,
el runrún de la brisa en tus murmullos,
y posarás con la elegancia de una flor de montaña.
Llegarás con tus brazos esbeltos, expresivos,
ladeada la cabeza de un modo tal como no ha plasmado
escultor alguno
y matices dichos con el hombro y el cuello,
tu rostro con ánimo de pasar y repasar,
tantas veces como los cielos en delicado cambio
de nubes y azules y sol titilante.
Sólo que
tal vez no llegues, oh muchacha de ensueño,
tal vez sólo nos crucemos según gira el mundo
y tomemos de una mirada a los ojos
una película de esperanza y un día para recordar.
Llegarás un día con una flaqueza de amor,
tierna como el rocío, impetuosa como la lluvia,
el bronce del sol en tu piel,
el runrún de la brisa en tus murmullos,
y posarás con la elegancia de una flor de montaña.
Llegarás con tus brazos esbeltos, expresivos,
ladeada la cabeza de un modo tal como no ha plasmado
escultor alguno
y matices dichos con el hombro y el cuello,
tu rostro con ánimo de pasar y repasar,
tantas veces como los cielos en delicado cambio
de nubes y azules y sol titilante.
Sólo que
tal vez no llegues, oh muchacha de ensueño,
tal vez sólo nos crucemos según gira el mundo
y tomemos de una mirada a los ojos
una película de esperanza y un día para recordar.
De: "Otros días"
Versión de Miguel
Martínez-Lage
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