"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 6 de enero de 2016
ANNABELL MANJARRÉS FREYLE
Poemas
en el final de los tiempos
Escribir
poemas al final de los tiempos
cuando
las nubes ya no son nubes
y los
techos vuelan.
Cuando
el zumbido en el cielo de mi boca
ya no
es de las tormentas,
cuando
otros vengan a reemplazarnos
y ya
no haya tiempo.
Entonces,
hay que escribir poemas
y
cortarlos por la mitad.
Pegarles
la imagen de otro verso casi olvidado
y
aprender a convivir con el retazo
de un
poema de taller.
Poemas
trabajados desde un sentimiento añejo,
vivencia
pasada, voz inútil.
Un
eco que solo suena a eco.
Poema
cansado de decir ausencia,
poema
cansado de decir amor,
poema
cansado de decir soledad, sexo, otoño, vino
sentimiento,
cielo azul y flores perfumadas.
Poema
cansado del perfume de las flores.
Escribir
poemas al final de la calle,
con
un punto aparte delante de mis pies.
Bajar
otra cuadra…
perecer
y
descubrir que el perfume de hombre que seguí,
/mordiendo
manzanas enteras,
resultó
ser
sólo
una ecuación.
LUIS ARMENTA MALPICA
Cante
hondo
El
amor envejece con el cuerpo.
Aunque
en la desnudez perfecto es siempre.
(Es
la carne. Es la espada.
Toda
fiesta bravísima donde nos reencontramos
uno
enfrente del otro
—con
la bestia).
Sabemos
lo que dura:
media
tarde, un insomnio, seis años
una
vida. ¿Cuánto podría durar hasta que no se agota?
(En
el amor los hombres se montan a otros hombres
les
hincan las espuelas, los jalan de la brida.
Y ya
después, cansados, sudorosos, les dejan en los belfos un bote de cebada.)
Es
por eso que quiero humedecer despacio la tierra de tu nuca
los
lentos girasoles de tu pecho
tu
vientre, tus rodillas, cualquier páramo en llamas donde habites.
Decir
ahogadamente cuánto te amo
—mis
brazos en tu cuello
horca de sal mis
manos—
y por
qué la razón de repetirlo.
(Uncidos
los caballos con un yugo
a la
par
sometidos
y sedientos
no
serán pieza fuerte del tablero
ni
quien enfrente al hombre con el toro.)
Que
no me falte el agua es lo que pido:
que
no me coma viva la sed que me atraganta.
El
amor dura el tiempo necesario
para
decir tu nombre y me respondas.
La
última consecuencia del olvido es el silencio.
La
forma más antigua de estar solo.
VIOLETA OROZCO
No
existe en la noche el amor, existen los amantes
El
deseo es un mosquito
que
ronda tu piel en el centro de la noche.
Te
persigue cuando tienes más cansancio,
te
atosiga justo cuando estás a punto
de
caer en el pozo del sueño
y
despiertas en el centro de la sed.
No te
reconoces en el espacio que te rodea.
Tu
recámara en la penumbra
parece
una prisión sin dimensiones
y te
sofoca el zumbido
del
negror en las paredes.
El
estruendo del viento
sacude
tu sordera
y
aterrizan tus huesos
en
las noches que trituras
para
recobrar la sensación que llamas tiempo.
Pero
nada pasa.
Apenas
te queda el recuerdo del movimiento,
como
cuando quieres gritar en un sueño
y no
sale nada de tu boca.
Entonces
notas que estás encadenado a una cama
a
donde vienen los mosquitos cada noche
a
perforarte la piel
para
extraer la sangre de tu río subterráneo.
La
noche es un deseo desesperado
de
encallar en la otra orilla
antes
que el sol asome tras las rocas.
Eres
un barco aletargado
circundando
un promontorio
de
peñascos al desnudo.
Eres
el mosquito para quien
el
hambre es lo mismo que la sed,
la
noche lo mismo que el deseo.
DANIEL FRAGOSO
Me
adentro
en
las estepas de mi cuerpo,
las
preguntas me guían
mientras
me abandono al destino:
encontrarme
es detener la niebla
que
etérea parte con las sombras.
De: Escuela del vértigo
MANUEL LOZANO
Altar
para la redención de caléndulas
A Humberto Garza en Houston
Por
la piel de sudario, en altamar,
resbalan cuentas de jade
y es mínimo este cielo,
arrojado como trapo de muerte
a la atalaya.
resbalan cuentas de jade
y es mínimo este cielo,
arrojado como trapo de muerte
a la atalaya.
Las
esferas se abren
para el cruel deslumbramiento de los hombres
como si vinieran del fuego
(sólo del fuego lustral de algún intercesor)
a cumplir este pacto.
para el cruel deslumbramiento de los hombres
como si vinieran del fuego
(sólo del fuego lustral de algún intercesor)
a cumplir este pacto.
El
telar quiere volver en relámpago.
¿Quién nos tejería -luego del tiempo-
un árbol prodigioso, apenas visible,
donde llorar la infamia (esa madrastra enmudecida)
hasta quemarnos los ojos?
¿Quién nos tejería -luego del tiempo-
un árbol prodigioso, apenas visible,
donde llorar la infamia (esa madrastra enmudecida)
hasta quemarnos los ojos?
Traeré
la música
escondida por los siglos de terror
en el vientre de la usura.
Música como mansión de lobos
arrebatando las antorchas de la sumisión hecha jirones.
escondida por los siglos de terror
en el vientre de la usura.
Música como mansión de lobos
arrebatando las antorchas de la sumisión hecha jirones.
Nupcial
la sed, nupcial el mimetismo.
En cada tentación
hay realidad que me derrumba
y me alza al lenguaje y sus canteras
para hacer el mar de una muralla.
En cada tentación
hay realidad que me derrumba
y me alza al lenguaje y sus canteras
para hacer el mar de una muralla.
¿Cómo
gritar y cantar con alabanza
mi feroz pronunciamiento de luz,
las chimeneas del sueño en los ojos de la araña,
la rueca dorada ante el desierto de sal
de África que llueve en esta jaula roja?
mi feroz pronunciamiento de luz,
las chimeneas del sueño en los ojos de la araña,
la rueca dorada ante el desierto de sal
de África que llueve en esta jaula roja?
Musicadora
lengua
tan ávida del vino de misterio.
(Cava en mis ojos un espesor de escalofrío. ¡Cava!)
Desengáñate de todo, por favor,
pero vuelve a habitarme.
tan ávida del vino de misterio.
(Cava en mis ojos un espesor de escalofrío. ¡Cava!)
Desengáñate de todo, por favor,
pero vuelve a habitarme.
Vientos
de invierno
flagelan quemaduras que no digo.
No pidas treguas para la condena,
ni caireles que ahoguen mi suspiro,
pecíolos donde beber el dulcísimo pus de tu muerte.
flagelan quemaduras que no digo.
No pidas treguas para la condena,
ni caireles que ahoguen mi suspiro,
pecíolos donde beber el dulcísimo pus de tu muerte.
La
lluvia, sus deseos por el mundo.
La condenada a ser mendiga
entre los aguijones de un ignoto invitado
a la fiesta de tu desaparición.
¿Y por qué robas la carroza del héroe?
La condenada a ser mendiga
entre los aguijones de un ignoto invitado
a la fiesta de tu desaparición.
¿Y por qué robas la carroza del héroe?
El
merecimiento de la soledad:
duros postigos para abrir de un golpe
a las caléndulas mirantes,
las que proclaman tan cerca de mí
nada más que farsa con tiniebla, pero elegantísimas.
duros postigos para abrir de un golpe
a las caléndulas mirantes,
las que proclaman tan cerca de mí
nada más que farsa con tiniebla, pero elegantísimas.
LIVIO RAMÍREZ
Un
hombre dice amor
de
mil maneras
y le
dan el horror a cucarachas
míralo
ahora
roto
bajo el aire
algo
quiere decirte
escucha
fíjate
pudiera
ser que el hombre seas tú mismo
y es
otro el que va dentro de tu traje
De: Arde como fiera
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