lunes, 19 de septiembre de 2016


CARLOS APREA




Cuando vuelven los días



No es mi flaca alegría la que empuja otras voces
a poblar las veredas en los días de fiesta,
pero sube al mirarlos algo que se asemeja
a ese aliento que sana. No soy quien
para juzgar cualquier intento
de hacer de una manada un pueblo,
mis derrotas deben morir conmigo, es vileza
alimentar el odio propio con esperanza ajena.
Ellos pueblan de niños, ladrillos y paredes
y ropa colgada al sol y cocinas humeantes
y madrugadas limpias, las calles de un barrio
cuyos límites ya no reconozco.
Ellos brotan sin tutores de ninguna especie,
y no piden permiso ni viven de prestado,
apenas tienen llave y contrapiso,
apenas un umbral, un patiecito,
dueños de rabias propias y desprecios ajenos,
de solidaridad callada y plena, pelean,
por las buenas o no, pelean cada día.
Hay un sol que apenas los alumbra y salen
a festejar la vida. 


ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO




En medio del puerto



En medio del puerto,
con velas y flores,
navega un velero
de muchos colores.

Diviso a una niña
sentada en la popa:
su cara es de lino,
de fresa, su boca.

Por más que la miro,
y sigo mirando,
no sé si sus ojos
son verdes o pardos.

En medio del puerto,
con velas y flores,
se aleja un velero
de muchos colores.



MARINA KOHON




de los Ocho Jinetes y los presagios blancos…



Ocho jinetes bordearon luto
alrededor de un blancor de luna
bajo su reflejo, a tientas
me desvestí de mí
buscándote en las orillas de los velos

mis pasos sabían que eras
una sed de arena y piedra

descreí de mis ojos
y seguí buscando las letras de tu nombre.

Por vos abrí mi aire
hasta encontrarte en una grieta del silencio
aturdido, amordazado en tus visiones

como bruma
te cubrí
y vos bebiste de mí
una, dos, tres veces con furor de lava

Te consentí las notas extrañas
para que resucitaras entre mis muslos
de presagios en las noches.

Soñamos, soñamos juntos en la belleza.

Tomaste de mi vientre muchos hijos
que se multiplicaron en el viento
y yo dancé ciega en las opacidades de tu alma.

Todo lo que vi era cierto.
Todo era mentira.

Hasta que los jinetes
trazaron su círculo profético
y mi pecho conoció tu filo.

Me volví jirones en la luz de la imagen

desquiciada me quité los metales
uno a uno
desoí tus ecos
salté
salté


En la distancia
aún escucho a las grietas gemir su sed.
Todo lo que escucho es cierto.
El silencio es la mentira.



SANDRA CORNEJO




Alabanza



Por tres generaciones
–que yo sepa–
las mujeres de mi familia
perdieron su cría.
Cuando esperaba a mi hijo pensaba en ello.

Comprendí que estaba marcada
que era posible tanto
la noche como el día
por eso
le hablaba a mi criatura
como quien en el buen clima siega el heno
y para el tiempo inclemente
prepara los enseres.

Sangré.
Sangrar no es buena cosa antes del parto.

Ahora
cuando mi hijo va y viene por los caminos del Señor
siento su presencia natural, como la lluvia o el ciruelo
pero hay un instante, en cada día,
que vislumbro el milagro
–la diferencia–

y agradezco.



De: “Bajo los ríos del cielo”

ÁLVARO GARCÍA




Ícaro



La meta es como un túnel, se nutre de tiniebla.

Lo propio de las alas es quemarse
cinco minutos antes de llegar hasta el sol.

Toda meta es un túnel que te absorbe,
es una oscuridad que se alimenta
de tu propia sustancia y de tu olvido
y ese modo de muerte que es el conseguir.

Cuando uno logra un fin se queda triste.
La meta se lo traga.

Mejor ser el mejor sin beso de champán, sin aureola.
Y el sueño se ha quemado en su inminencia,
como sabiendo que vencer es chusco.

Tus sueños se han quemado de pura lucidez.


De: "Para lo que no existe"




ALFONSO CANALES




El lecho



¡Oh soledad, mi soledad, aroma
de la muerte, naufragio
del contiguo vivir, cuchillo, llama,
que corta, quema el mundo y manos, voces
que el mundo alza como alambres para
tender los Paños, las banderas limpias
de la amistad!
                          ¡Oh soledad, presagio
de la tierra movida o de la cal y el canto
clausurados!
                       La rueca
sigue girando al otro lado de la
cretona distendida como una piel que he puesto
a secar. y los ramos en que abejas,
mariposas quizá, se depositan
ajenas a esta caja donde busco
en vano el sueño.

                                ¿Soy el mismo? El ala
de un instante separa esto que digo
de lo que dije cuando dije soy.
Y no hablemos del día: encontré piedras
sobre las que el silencio reposaba,
hojas secas, mojadas por el riego
de las nubes, vibrantes hojas verdes,
instrumentos ajados, entusiasmos
dormidos, humos, lenguas.

¡Oh soledad, mi soledad, la noche
no te abandona, el sueño se derrama
sobre el clamor atenazado! Vuelco
mi tristeza en las sábanas, abrigo
mi deseo de Dios entre los párpados,
y sigo tiritando de estar solo.


De: "Port-Royal"