miércoles, 7 de junio de 2017


PORFIRIO BARBA JACOB




No tardaré, no llores...



No tardaré. No llores.
Yo para ti he cogido
del áspero romero azules flores;
las aves en su nido;
cristales en las grutas;
las mariposas en su vuelo incierto;
y de los viejos árboles del huerto
las sazonadas frutas.
Y he aprendido las lánguidas querellas
que cantan al bajar de la montaña
los grupos de doncellas; y la conseja extraña
que, mientras silba ronco
el viento en la vetusta chimenea,
cuenta alrededor del encendido tronco
el viejo de la aldea.





JONATÁN REYES




Memorabilia



I

No me gusta la rima ni la melodía; no se bailar
Nací muy cansado como para salir bailando de la nada
pero puedo maniobrar mi caída al suelo
para disimular un ataque de nervios, de vida y de sol
un ataque de océano agravando la marea en mi sangre
mientras en la lejanía un mambo
dando tumbos a tropezones se le salen las frutas
y no soy nada, soy danza


II

Torpe me arrimo a esa calle rota
donde nacimos espuma, diáfana
jugando a las escondidas y al exilio
donde las brujas invierten su magia para prender inciensos
y un jazz suena ebrio de madrugada hasta perder los colores
donde un perro Gran danés desordena todas sus manchas
con cadencia y rabia, y los relojes babean leche de sombra
y simulábamos ser felices
a media cuadra el mar agitando todos sus hechizos
llegando un otoño hallowinesco, de postal, disléxico
derramando la piel de las hojas
alborotando la diáspora de los atardeceres
alterando la alquimia del salitre y la nostalgia


III

¡La cena maldita del alba, donde están servidas las escenas!
las azucenas decoradas de polvo
los fantasmas bebiendo del llanto amorfo de las piedras
cómplices de todo júbilo y de todo crimen
mientras organizan mi primer colapso
entre los acuerdos rotos del viento
la ravenala palpitando
bombeando a machetazos la luz
y entre la hojarasca desafiando la forma precisa de la belleza:
¡No hemos vuelto a saber de nosotros!



BAUDELIO CAMARILLO




Aguas que pasan



Dicen que el Nilo es mil veces más largo
y el Amazonas mil veces más ancho
que este río.
Dicen también que hay cauces más hermosos,
más profundos, más puros y, en fin,
de aguas más navegables por la luz.
Todo es verdad, lo sé.
Esta línea de agua es delgada e ingenua
junto al sobrio torrente de un destino más vasto.
Todo es verdad, lo sé,
pero no hay otro río
para nombrar la línea de la vida
que los dioses trazaron en mi mano.

V

Cruzan el río innumerables puentes:
puentes anchos, seguros, perdurables,
y otros improvisados,
efímeros,
ligeros,
a veces simples piedras en el agua más baja.
Y fluyendo lentísima como un hondo dolor
o sonora y fugaz como la dicha
debajo de esos puentes
pasa el agua de todos nuestros días.


De: “La Noche es el mar que nos separa”



VÍCTOR SANDOVAL




Poemas de la habana



Aspirar el agrio y viejo aroma de estas calles.
Tocar su piel de cocodrilo,
sus canteras rugosas.
Sentir cómo el verano
con su radiante dentadura
llega desde el mar
con el fragor a cuestas de los barcos.
De las profundidades de La Habana
nace un estertor de alondra antigua.

*

Una calle muy larga
es una historia vieja que hay que contar a todos.
Basureros de azaleas,
humedad y silencio en los patios en ruinas,
pasos perdidos que van al malecón.
En la noche anterior
una serpiente de agua durmió a la descubierta.
—No te me pongas triste
que este rostro en cenizas no es la Revolución.
La Revolución es ahora un tigre organizado.

Una calle muy larga y una canción de olvido.
Mármol domesticado, esclerosis y piedras.
Lo que fue y ya no es, lo que ya no será.

*

Ternera moribunda,
vieja y nueva ciudad ya sin prostíbulos,
perdida para siempre.
Amapola, lindísima amapola de mis sueños.
Antes que en tu matriz sembraran sal los estudiantes,
antes que el fuego clandestino quemara tus entrañas,
antes, fosforecía en la noche
la serpiente infinita de las playas,
la libre competencia del casino y el bar,
tu rostro centellante en la bahía.

Nuestro último cantar
fueron aquellas doce uvas amargas
que se quedaron tiritando sobre el plato.

*

En viñales la orquestación del aire
aumenta su crescendo por las cañas.
Un tamboril de sol brinca en los ojos.
El valle es una cóncava armonía.
De entre la verde intensidad
avanza a ciegas el verano,
avanzan nubes poderosas bajo la luz.
Esta zafra tiene una guirnalda de torsos inclinados.
Y, sin embargo, aquí no hay nada idílico;
ni el rostro de la amada
que alarga sus pestañas en una siesta de violines.
Aquí no hay nada idílico.
Sólo el sudor a cuestas con sus largas jornadas,
sus arrobas de arroz,
el cafetal de niebla espesa y aromada.
La Isla entera es
cuerno lunar de toro,
afilado machete.


De: “Para empezar el día”



VICTORIA LOVELL

  


Nusquam



Una línea
Tal vez no hay paladar
para la lengua
demasiado escabechada
repite el gusto
eructar con beneplácito del publico
nada sabe mal entre los desechos posmodernos
una línea
lanzada
no importa cómo
un horizonte al menos
para cuando amanezca
entre los pliegues pringosos de los parpados
una raya, una imagen lineal
donde sostenerse
una barra de trapecio, una soga
cada cual a lo suyo
el melancólico a la orca
quien no se atreve
hace equilibrio en esta línea


SERGIO BADILLA




La luz no es un espíritu profético



Mis plumas eran breves como las de un  pájaro viejo
e íntimamente el esternón humillaba
con esa sugerencia minuciosa de fractura.
La luz no es un espíritu profético
sino la osadía de mi timidez en tu vientre
o el sigilo de mis párpados en tus noches.
Recuerdo que los espinos retoñaban en el páramo
de arena
y los reflejos del sol tropezaban con la misma piedra.
Los santos eran equívocos en esa patria sugerida
sus parajes inusitados y rigurosos.
Los zahoríes enganchaban sus armaduras
para desafiar al infierno
tal si un demente hubiese arruinado la tregua.
Entonces una grieta en el aire fragmentó las pilastras
de las enredaderas
y los buitres escudriñaron en la carroña ocultada
entre las zarzas.
Mi plumaje era perecedero como el de un ave longeva
y adentro los cartílagos de mi torso oprimían
con esa insinuación escrupulosa de quebranto
ante ese fulgor que privaba tus destellos en mi cara.