sábado, 18 de octubre de 2025


 

MOSAB ABU TOHA

 


 

 

Salió de casa a buscar algo de pan para sus niños.

Solo la noticia de su muerte pudo volver.

No hubo pan.

Nada de pan.

 

La muerte se sienta entre los niños y come.

 

No necesitó de la mesa puesta

y tampoco del pan.

  

Versión de Alí Calderón

 

GLORIA POSADA

 

 

Circe

 

 

Yo disputo con las hormigas
las alas de las mariposas muertas

Yo robo a los buitres
los cuernos del antílope inerte

Y a los gusanos que devoran tu cuerpo
–Guerrero muerto en la batalla–
Les privo de tus ojos
y tus manos

 

 

ELVIRA ALEJANDRA QUINTERO

 

  

Jueves, 6:30 PM: La cerradura y la llave

 

  

Ahora caerá la tarde repitiendo sus antiguas señales:
Palabras antiguas como el deseo, haciendo nudos del ovillo sin fin.
Delgadas sombras que deposita la tarde en los tejados antes de entrar a rondar por la casa, antes de entrar con el ovillo en el laberinto.
Y
¿Cómo desprender de la madeja el verso?
¿Cómo del pozo sin fondo, de la hoguera que han atizado las horas y el pasar en ellas, de la espera?
La bulla de la ciudad rodea de silencio mis labios cerrados.
Los ruidos de una calle desembocan en los ruidos de otra calle.
El pensamiento avanza bajo letreros y estandartes, extranjero en la calle siempre recorrida
Gitano
Descifrando el destino en la palma del asfalto.
El aire se llena más con los recuerdos pero aún no puede aprisionarse, y la rugosidad de los fantasmas pesa más que los aromas de la calle.
En la calle recorrida las pisadas se resisten a ser huella.
Tantas pisadas
¡Tantos pensamientos y asuntos han caminado esta calle resistiéndose a ser huella!

La cerradura espera mi mano y su llave
La puerta espera inmóvil sobre el límite.

 

 

ALFRED M. WORDEN

 

  

Silenciosamente como un ave nocturna

 


Silenciosamente,

como un ave nocturna,

flotando,

elevándonos,

sin alas.

Nos deslizamos de orilla a orilla,

curvándonos y cayendo,

pero sin llegar a tocarnos;

la Tierra:

un recuerdo lejano visto en un instante de reposo,

en forma de medialuna,

etéreo,

hermoso,

me pregunto qué parte es mi hogar,

pero sé que no importa...

el vínculo está ahí,

en mi mente y mi memoria;

la Tierra:

un pequeño globo burbujeante

que flota delicadamente en la nada del espacio.

Allá abajo discutimos sobre raza,

la ideología y otras trivialidades.

Soy parte de ello.

Y, sin embargo, me siento al margen.

Desde aquí, todos parecen encapsulados en una prisión, donde

importantes filosofías pasan desapercibidas,

mientras las guerras rugen.

¿Puede el hombre mirar más allá de su estrecha ventana, la vida?

Desde aquí,

nunca ha parecido más claro...

no podemos escapar de ese orbe envuelto en una nube.

Unámonos, ayúdense, abracen a sus semejantes;

no hay otra forma de sobrevivir...

Al instante y sin previo aviso, el sol se apaga

y estoy en la oscuridad.

Miro hacia abajo, hacia Arislarco y Príncipe.

¿Qué luz terrenal los hace brillar y acercarse

desde el vacío?

Luminiscentes, marchan hacia mí, girando y girando.

Luego, deslizándose sin esfuerzo, asombrado y astuto.

¡Qué maravilla que la humanidad esté aquí!

¡Qué increíble concepción y ejecución!

La maravilla técnica de una época y la pobreza,

madres necesitadas, Vietnam, ¿desesperanza?

Quizás el hombre se inspira para tender la mano de esta manera

para no verse atrapado en su propio barro.

La luz de la tierra aún brilla sobre mí, tan lejos.

¿De verdad regresaré?

¿Sobrevivirá esta fría caja mecánica?

La oscuridad total envuelve mi cuerpo y también mi alma;

el siguiente paso es allá afuera.

Allá afuera brillan las estrellas,

fragmentos de luz... un patrón,

tanta brillantez que me siento honrado.

Ahora la luz está suspendida entre las tinieblas

que se extienden de un lado a otro como olas ondulantes,

casi revoloteando.

Me deslizo hacia arriba, sobre las olas de la luna oceánica.

Ella se mueve eternamente, fuera de mi alcance,

y yo sigo navegando, sin tocarla jamás,

solo observando y deseando saber.

Ahora la luz es cegadora, enorme, llena mi mente y detiene todo pensamiento.

Ahora puedo ver adónde voy

y estoy impaciente por llegar.

¿Qué veré?

¿Las heridas de la lucha eterna,

la angustia del enfriamiento y la petrificación,

las punzadas de una infinidad de colisiones?

¿Ninguna señal de sanación, ni de amor,

ni de cuidado, ni de compasión?

No ha sanado.

Todas las cicatrices están ahí, desde el nacimiento.

Pobre dama de la noche.

Pero la amamos y ella lo sabe muy bien, pues

ha sido fiel todos estos años.

¿Y qué hay de las cicatrices en el planeta Tierra?

¿Curará sus heridas, amará a sus amigos,

tendrá compasión por los heridos y enfermos?

¿O terminará como la vieja luna sin vida, girando

lentamente, colgando desnuda en el cielo?

La vida es demasiado preciosa para dejar que las ideas egocéntricas la apaguen.

La luna debe enseñarnos...

No solo de edad y geología, planetas y rompecabezas solares,

sino de vida,

si no, terminaríamos como ella.

 

Versión de Julián Axat

De: “Hello Earth, Greetings from Endeavour”

 

 

IVAN POZZONI

   

 

Hotel Acapulco

 


Mis manos demacradas siguieron escribiendo

convirtiendo en papel cada voz de la muerte 

que no ha dejato testamento,

olvidando cuidar

lo que todos definen como el quehacer normal

de todo ser humano: oficina, hogar, familia,

el ideal, al fin, de una vida normal.

 

Abandonada en el lejano 2026, toda la defensa

de un contrato indefinido,

Marcado como desequilibrado,

encerrado en el centro de Milán,

en el Hotel Acapulco, un hotel decrépito,

reclamando la cosecha de sueños de los marginados,

agotando los ahorros de toda una vida

en revistas y comidas escasas.

 

Cuando los carabinieri irrumpirán

en la decrépita habitación del Hotel Acapulco

y encuentren a otro muerto sin testamento,

¿quién contará la historia ordinaria

de un viejo cortavientos desgastado?

 

AFFECTIO SOCIETATIS

 

 

 

Haz tu parte.

 


Desde hace cincuenta y ocho años, la sombra planea,

un reinado de padre a hijo, una historia profana.

La injusticia ha tejido su velo funesto

sobre corazones rotos, sobre vidas que quedan atrás.

No necesito ser amado, ni consolado,

llevo dentro de mí un grito, un fuego aislado.

Un grito contra la arbitrariedad y la opresión,

contra este estado anclado en sus ilusiones.

Mi lucha no es por la gloria o el esplendor,

es por la verdad, la justicia y el derecho

El difunto Monseñor Barrigah dijo con fe:

«Haz tu parte», y yo estoy recorriendo ese camino.

Haz tu parte, tú también, levántate sin miedo,

en esta larga ruta sembrada de dolor.

Cada palabra, cada gesto, cada acción sincera

puede agrietar los muros de este poder austero.

Piensan que gobernaran por la eternidad,

pero la historia ha demostrado que nada es inamovible.

Las cadenas que nos atan acabarán cediendo,

si cada uno de nosotros se atreve a levantarse.

Haz tu parte, porque el silencio es una prisión,

un cómplice mudo de la opresión.

La libertad no se concede, se conquista,

por aquellos que se niegan a doblegarse ante la tormenta.

Así que ¡levántate! Que nuestras voces resuenen,

que nuestros pasos avancen hacia un alba que se ordena.

Togo, tu pueblo sueña con días más luminosos,

y yo haré mi parte, hasta mi último verso.

 

Nota: Affectio Societatis es el seudónimo de Honoré Sitsopé Sokpor.