sábado, 12 de septiembre de 2020


 

FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ





Homenaje a Garcilaso



¿Es el paso desnudo de la rosa?
¿Es el canto del viento fugitivo?
¿Es el pulso del árbol sensitivo?
¿Es la luz de la estrella silenciosa?

¿Es el latido de la mariposa?
¿Es el llanto del pájaro cautivo?
¿Es la voz del arroyo pensativo?
¿Es la respiración de cada cosa?

No es ni la mariposa ni la estrella
ni el pájaro ni el viento ni la rosa
ni el árbol ni el arroyo, sino aquella

mano cuyo profundo sentimiento
sabe hallar en la voz de su instrumento
la razón musical de toda cosa.



JORGE CARRERA ANDRADE





Concha marina



Entre la arena, es la concha
lápida recordativa
de una difunta gaviota.


De: “Microgramas”



MARIANO BRULL





Verde halago



Por el verde, verde
verdería de verde mar
Rr con Rr.

Viernes, vírgula, virgen
enano verde
verdularia cantárida
Rr con Rr.

Verdor y verdín
verdumbre y verdura
verde, doble verde
de col y lechuga.

Rr con Rr
en mi verde limón
pájara verde.

Por el verde, verde
verdehalago húmedo
extiéndome. —Extiéndete.

Vengo del Mundodolido
y en Verdehalago me estoy.


DELIA QUIÑONEZ





Marzo, fuego de vigilia

                                        (A los mártires de 1962)



Marzo, tilitante responso
viejo y ensombrecido clavel.
¡Qué multitud de ojos desgarrados
reflejan aún tus amapolas!
¡Qué avalancha de voces
hace rugir la delgadez callada de tus ríos!
¡Cuántas sombras errantes hieren
tu adorada canícula de siglos!

Marzo, dura crin,
cristal de turbia llamarada.
Madre, que tu hijo no esconda su lágrima,
que no niegue su cruz,
que no oculte el arado;
de llanto, cruz y tierra
nace la espiga jubilosa
y el maíz inmaculado del mañana.
Marzo, taciturna gaviota
ilímite fragancia enardecida.

Amado, un pájaro tira su sombra
en la ventana.
Su tibia voz inmóvil
guarda el temblor
del equinoccio muerto.
Deja que atisbe la ventana:
Marzo está ciego
bajo su misma luz dorada.

Marzo, pleamar de la angustia,
rosa de espinas duplicadas.
Me duele atravesar tu sombra hirsuta
y respirar tu aroma enmohecido.
Duele palpar tus rosas
de vigilante espuma negra.
Marzo, ola de espera,
bendito fuego renovado.
Me duele tu vientre envilecido.
Muerdo la voz que niega tu espranza.
Visto dolores transitorios:
honda forma de amar y esclarecer
tu tardía primavera,
tu rocío de cúspides heladas.
Marzo, ritual inconmovible,
¿qué clamor cabe entre el rocío y tus palabras?
¿Qué viento insigne mirará tus cenizas sepultadas?


DINA POSADA





Plegaria al orgasmo



Ajeno a mis pensamientos
huiste a un casto silencio

Hoy
que sedienta mi sangre te busca
ni a golpes ni a ruegos
te insinúas

enajenado prosigues
riguroso y oprimido y largamente oscuro
como pasillo de convento desolado


ángel de dura delicia
apático orgasmo rebelde
erizado temblor
pólvora vulnerable

regresa a mí
y aniquílame


De: “Poesía salvadoreña del Siglo Veinte”





ELI URBINA





IV



La soledad adentro es menor
pero la noche desinhibe
suelta las cadenas de la risa
Cualquier lugar puede ser un paradero
Danza de apareamiento
Las parejas ignoran el dominio de la muerte
En su futuro no veo el rostro del dolor
Hay inmortalidad en cada movimiento
El furgón se abre paso entre la noche
el viento nos despeina
y nos adentramos en lo incierto
—hormiguero psicodélico
pulular extasiante—
y en medio de ese caos la belleza
Su cuerpo es joven
voluptuosa su mirada
Poseídos por el opio de la luna
descendemos por las peñas
El agua es sucia y las piedras cortan
Hay sangre y carcajadas
Reconocemos
en nosotros la muerte
Matarse de a poco
es otra manera de celebrar la vida