sábado, 16 de agosto de 2014

FERNANDO VILLALÓN


 

Los puertos

 

Gaviotas posadas
sobre tapices verdes...
Pedazos que la Atlántida
se dejó sobre el Mar.
Sois con la ilustre Gadex
(la doncella Fenicia)
los más ilustres vástagos
de la España ancestral.

Los moros no pusieron
en vosotros cuidado;
los hijos del desierto
no sabían navegar...
Por eso en vuestras carnes
arde el fuego pagano,
más vivo que en ninguna
región peninsular.

Tus calles son anchísimas
como a cordel tiradas,
que el oro americano
reedificó tu lar.
Tus villas tienen Plazas
como las capitales.
Tus vecinos de enfrente
son de América ya...

Las ventanas panzonas
avanzan en tus rúas
y tras visillos frágiles
de blanco tafetán,
tus mujeres enseñan
su busto de criollas
y una mirada lánguida
regalan al pasar.

Marineros descalzos
deambulan por tus calles,
y hombres que de otros mundos
acaban de llegar,
con el rostro curtido
por el sol de otros mares,
que viven una casa
con un balcón al Mar...

Rota tuvo Templarios,
Chipiona tiene monjes,
nuestra Reina Católica
fundó a Puerto Real.
Santa María fue griego
lo mismo que Sanlúcar
y a Venus y Dionisio
supieron adorar.

Chiclana fue frontera
con los moros de Ronda.
Medina fue el asiento
de la Casa Ducal,
después que a los judíos
se la ganó Castilla
que Sidonia llamaban,
por Sión recordar.

Gaviotas posadas
sobre tapices verdes...
Pedazos que la Atlántida
se dejó sobre el Mar.
Sois con la ilustre Gadex
(la doncella Fenicia)
los más ilustres vástagos
de la España ancestral.
 

De: Andalucía la Baja

 

 

PEDRO SALINAS


 

El sueño

 

El sueño es una larga
despedida de ti.
¡Qué gran vida contigo,
en pie, alerta en el sueño!
¡Dormir el mundo, el sol,
las hormigas, las horas,
todo, todo dormido,
en el sueño que duermo!

Menos tú, tú la única,
viva, sobrevivida,
en el sueño que sueño.
Pero sí, despedida:
voy a dejarte cerca,
la mañana prepara
toda su precisión
de rayos y de risas.
Afuera, afuera, ya,
lo soñado flotante,
marchando sobre el mundo,
sin poderlo pisar,
porque no tiene sitio,
desesperadamente.

Te abrazo por vez última:
eso es abrir los ojos.
Ya está. Las verticales
entran a trabajar,
sin un desmayo, en reglas.
Los colores ejercen
sus oficios de azul,
de rosa, verde, todos
a la hora en punto. El mundo
va a funcionar hoy bien;
me ha matado ya el sueño.
Te siento huir, ligera,
de la aurora, exactísima,
hacia arriba, buscando
la que no se ve estrella,
el desorden celeste,
que es sólo donde cabes.
Luego, cuando despierto,
no te conozco casi,
cuando, a mi lado, tiendes
los brazos hacia mí
diciendo: "¿Qué soñaste?".
Y te contestaría: "No sé,
se me ha olvidado",
si no estuviera ya
tu cuerpo limpio, exacto,
ofreciéndome en labios
el gran error del día.

 

 

JORGE GUILLÉN


 

Cima de la delicia

 

¡Cima de la delicia!
Todo en el aire es pájaro.
Se cierne lo inmediato
resuelto en lejanía.

¡Hueste de esbeltas fuerzas!
¡Qué alacridad de mozo
en el espacio airoso,
henchido de presencia!

El mundo tiene cándida
profundidad de espejo.
Las más claras distancias
sueñan lo verdadero.

¡Dulzura de los años
irreparables! ¡Bodas
tardías con la historia
que desamé a diario!

Mas, todavía más.
Hacia el sol, en volandas
la plenitud se escapa.
¡Ya sólo sé cantar!


MANUEL ALTOLAGUIRRE


 
Amor, sólo te muestras...

 
Amor, sólo te muestras
por lo que de mí arrancas,
aire invisible eres
que despojas mi alma
manchando el limpio cielo
con suspiros y lágrimas.
Al pasar me has dejado
erizado de ramas,
defendido del frío
por espinas que arañan,
cerradas mis raíces
el paso de las aguas,
ciega y sin hojas la desnuda frente
que atesoró verdores y esperanzas.

 

 

 

JOSÉ MARÍA HINOJOSA



 

Canción final
                                                   A Rafael Alberti

 

Y qué se me importa a mí,
que la helada se deshiele.

Y qué se me importa a mí,
que los pájaros no vuelen.

Y que los barcos mas barcos,
solo por la mar naveguen.

Si tengo en ciernes un campo
de margaritas de nieve.

 

RAFAEL ALBERTI


 

Anémona encantada...

  

Anémona encantada
enamorada.
Orquídea despeinada
enamorada.
Flor abierta o cerrada
enamorada.

                      No me las enseñes más,
                      que me matarás.