"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 19 de diciembre de 2018
ROBERT DESNOS
La
furtiva se sienta en el pasto crecido
para descansar de un recorrido agotador
a través de un campo desierto.
Perseguida, acosada, espiada, denunciada, vendida,
fuera de toda ley, de todo alcance.
A la misma hora en que se ponen las cartas sobre la mesa
y un hombre dice a otro:
«Hasta mañana».
Pero mañana estará muerto o se habrá ido lejos.
En la hora en que tiemblan las cortinas blancas en la noche profunda,
cuando el lecho trastornado de las montañas
abierto ante su invitada desaparecida
espera a algún gigante de más allá del horizonte,
la furtiva se sienta, se duerme la furtiva.
No hagan ruido, dejen descansar a la furtiva
en una esquina de esta página.
para descansar de un recorrido agotador
a través de un campo desierto.
Perseguida, acosada, espiada, denunciada, vendida,
fuera de toda ley, de todo alcance.
A la misma hora en que se ponen las cartas sobre la mesa
y un hombre dice a otro:
«Hasta mañana».
Pero mañana estará muerto o se habrá ido lejos.
En la hora en que tiemblan las cortinas blancas en la noche profunda,
cuando el lecho trastornado de las montañas
abierto ante su invitada desaparecida
espera a algún gigante de más allá del horizonte,
la furtiva se sienta, se duerme la furtiva.
No hagan ruido, dejen descansar a la furtiva
en una esquina de esta página.
Teman
que se despierte,
más enloquecida que un pájaro que se golpea contra los muros.
Teman que muera en su casa,
teman que pulverice todas las ventanas rotas,
teman que se esconda en un ángulo oscuro,
teman despertar a la furtiva dormida.
más enloquecida que un pájaro que se golpea contra los muros.
Teman que muera en su casa,
teman que pulverice todas las ventanas rotas,
teman que se esconda en un ángulo oscuro,
teman despertar a la furtiva dormida.
Versión de Jorge Fernández
RENATO SANDOVAL
Para festejarme
a mí mismo me mentí
en lo que al fondo de la lógica respecta.
Ya que demás estaba el lugar donde el verbo
responde al improperio de ser y cer-
ebro es lo que aquí arriba a la intemperie se condensa;
basto el crujido de la mente en celo
mientras la tierra resana sus medidas
y en la quebrada la urraca
plañe al fin una carcasa.
Y tantas veces que he dicho cuál, cómo,
dónde y quién
y el porqué ha caído dando torpes tumbos
por la garganta de un anuro;
y yo, al pie de la guadaña,
me he dicho que dejé de ser
cuando alguna vez amé tu voz
sin asco y sin sapiencia, solo en mi brevedad, inflando al tiempo
mi tráquea desdentada, apurando
la lluvia que se filtra por mis poros,
como si en el endocardio
todo fuese sol, arroyos,
trigales de riscos púrpuros
al borde de la nada.
Pero a la postre todo es igual
y ni siquiera la guadaña
me apacienta;
tal vez habrá al otro lado de su hoja
un peldaño de luz
que me atraviese de cabo a lado
y donde con verdad
pueda al fin reposar mi sombra.
a mí mismo me mentí
en lo que al fondo de la lógica respecta.
Ya que demás estaba el lugar donde el verbo
responde al improperio de ser y cer-
ebro es lo que aquí arriba a la intemperie se condensa;
basto el crujido de la mente en celo
mientras la tierra resana sus medidas
y en la quebrada la urraca
plañe al fin una carcasa.
Y tantas veces que he dicho cuál, cómo,
dónde y quién
y el porqué ha caído dando torpes tumbos
por la garganta de un anuro;
y yo, al pie de la guadaña,
me he dicho que dejé de ser
cuando alguna vez amé tu voz
sin asco y sin sapiencia, solo en mi brevedad, inflando al tiempo
mi tráquea desdentada, apurando
la lluvia que se filtra por mis poros,
como si en el endocardio
todo fuese sol, arroyos,
trigales de riscos púrpuros
al borde de la nada.
Pero a la postre todo es igual
y ni siquiera la guadaña
me apacienta;
tal vez habrá al otro lado de su hoja
un peldaño de luz
que me atraviese de cabo a lado
y donde con verdad
pueda al fin reposar mi sombra.
De: “El revés y la
fuga”
CORAL BRACHO
Una avispa sobre el agua
La
superficie del agua es tensa
para una avispa,
es un sendero múltiple fluyendo siempre
como el tacto del tiempo
sobre la hondura quieta
de un corto espacio.
para una avispa,
es un sendero múltiple fluyendo siempre
como el tacto del tiempo
sobre la hondura quieta
de un corto espacio.
Corto
es el tiempo
en que flota; corta
la distancia en que gira
por incesantes laberintos,
remolinos inciertos, llamas,
y transparencia
inextricable.
en que flota; corta
la distancia en que gira
por incesantes laberintos,
remolinos inciertos, llamas,
y transparencia
inextricable.
GABRIEL ALEJANDRO PAZ
Número tres
¿Qué es
eso que nos marea de nostalgia en las fotografías gastadas?
¿Qué nos pone y nos propone incesantes interrumpirnos cadavéricos?
¿Qué se sienta a contemplarnos al crujir de las lágrimas ardiendo en la chimenea marina?
¿Qué nos pone y nos propone incesantes interrumpirnos cadavéricos?
¿Qué se sienta a contemplarnos al crujir de las lágrimas ardiendo en la chimenea marina?
Estas ganas
de ahogarnos sobre los muebles viejos
EDITH SÖDERGRAN
El secreto de Eros
Roja yo vivo. Con sangre vivo.
No he renegado de Eros.
Mis rojos labios arden sobre tu frío altar.
Te conozco. Eros -
no eres hombre ni mujer,
eres la fuerza
que se sienta agazapada en el templo,
y que se alza más salvaje que un grito,
más violenta que una piedra arrojada,
lanzando al mundo las justas palabras de la anunciación
desde las puertas del templo del Todopoderoso.
Roja yo vivo. Con sangre vivo.
No he renegado de Eros.
Mis rojos labios arden sobre tu frío altar.
Te conozco. Eros -
no eres hombre ni mujer,
eres la fuerza
que se sienta agazapada en el templo,
y que se alza más salvaje que un grito,
más violenta que una piedra arrojada,
lanzando al mundo las justas palabras de la anunciación
desde las puertas del templo del Todopoderoso.
Versión de Renato Sandoval e Irma Sítanen
FÉLIX MARÍA SAMANIEGO
La cigarra y la hormiga
Cantando
la Cigarra
pasó el
verano entero,
sin
hacer provisiones
allá
para el invierno;
los
fríos la obligaron
a
guardar el silencio
y a
acogerse al abrigo
de su
estrecho aposento.
Viose
desproveída
del
precioso sustento:
sin
mosca, sin gusano,
sin
trigo, sin centeno.
Habitaba
la Hormiga
allí
tabique en medio,
y con
mil expresiones
de
atención y respeto
la
dijo: «Doña Hormiga,
pues
que en vuestro granero
sobran
las provisiones
para
vuestro alimento,
prestad
alguna cosa
con que
viva este invierno
esta
triste cigarra,
que
alegre en otro tiempo,
nunca
conoció el daño,
nunca
supo temerlo.
No
dudéis en prestarme;
que
fielmente prometo
pagaros
con ganancias,
por el
nombre que tengo.»
La
codiciosa hormiga
respondió
con denuedo,
ocultando
a la espalda
las
llaves del granero:
«¡Yo
prestar lo que gano
con un
trabajo inmenso!
Dime,
pues, holgazana,
¿qué
has hecho en el buen tiempo?»
«Yo,
dijo la Cigarra,
a todo
pasajero
cantaba
alegremente,
sin
cesar ni un momento.»
«¡Hola!
¿conque cantabas
cuando
yo andaba al remo?
Pues
ahora, que yo como,
baila,
pese a tu cuerpo.»
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