"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 23 de octubre de 2019
EDUARDO SERDIO
Dibujo a carboncillo
Hoy
he vuelto a estallar en grises
porque
alguien se llevó los días azules,
las
mares blancas, las tintas verdes,
las
selvas púrpuras, los mundos dorados…
o
tal vez fui yo el que perdió los días
las
mares, las tintas,
las
selvas,
los
mundos
para
quedarme gris
y
saber que el gris,
es
el único color
que
nunca me ha abandonado.
CARLOS MONTEMAYOR
Quisiera ahora...
Quisiera
ahora estar sentado
en
una gran piedra bajo los árboles
y
sentir el paso del viento...
O
leer, o pensar, dejando pasar estas horas.
O
a la orilla de un río donde mi hijo pudiera bañarse
mientras
yo lo contemplara, fumando.
O
estar en un huerto fresco, en otoño,
cuando
se varearan los nogales y las nueces cayeran
sobre
la tierra como en mi infancia.
Sí,
estar ahora en un huerto fresco
donde
mi madre volviera a vivir
y
se sentara a mi lado bajo la sombra,
a
conversar de estos años,
a
descansar del sol entre los nogales y los álamos
de
nuestra casa antigua,
y
aspirara la fragancia de las frutas,
el
mismo aire que yo, el mismo aire que yo.
O
quisiera subir a una montaña
desde
donde pudiera contemplar
mis
tentaciones reunidas,
postrándose
a mis pies con todos sus reinos,
desplegando
su persuasiva soledad.
Quisiera
estar con mi hija
(pero
no tengo una hija),
que
cantara y bailara
y
que me preguntara cómo era mi pueblo en mi infancia. Quisiera que esa hierba
fuera conmigo a todos sitios...
Pero
estoy aquí,
contento
con esta tristeza de mi memoria,
contento
con mi cuerpo que siente la tarde.
Estoy
aquí, esperando.
Oyendo
las voces de las gentes que conversan,
el
ruido de los automóviles que pasan junto a mi casa,
en
las horas de esta tarde.
Oyendo
mi voz preguntando en la casa donde no hay
nadie
Estoy
aquí, esperando,
como
esperar algo que no llega,
como
esperar a alguien que nunca dijo que vendría.
FERNANDO SALAZAR TORRES
Morir es quedarse
Nada,
ya nada debo salvo el tiempo.
Sin
mirar atrás,
nada
debo si el año muere.
Mi
memoria queda prendida a ti,
de
la hojarasca del otoño,
de
los pasos que dejo.
Pasar
a ojos cerrados y labios
en
vilo con la noche
con
la ciencia de que llegar es irse
y
volver a soñarte
y
otra vez retornar,
una
vez más quedarse.
No,
nada debo, el tiempo aqueja,
dolerte
del mismo modo hasta siempre,
arderme
y dolerme
otra
piel en mi cuerpo;
vivir
así, como dicen, como es,
así
es el amor en esta tierra prometida,
quiero
decir húmeda,
porque
debajo
muy
abajo de este mundo
hay
carne en la muerte, así vengo,
cabalgando
encima del espinazo
de
un animal fracturado
de
un animal roto
que
fue contenido bajo tierra.
La
muerte nada, nada guarda.
O
el tiempo o la memoria
que
me vivieron
me
hacen llorar en desmedida
cada
noche y cada día;
mejor
es irme
y
dejar cada cosa en su lugar
y
permitir que las horas nos dejen.
Intentaré
de nuevo la historia,
dejo
este cadáver en flor;
soy
esa oscuridad en mi cuerpo,
mi
otro yo que perdí,
mi
alma que te vivió.
Mirarte
sin mirarnos hasta nunca
en
el adiós de la muerte que llega.
Viene
por mí el caballo melancólico,
el
mismo que me trajo a tu sombra,
a
mi casa donde existir
es
de pronto desvanecerse.
JOAQUIN PASOS
Construcción de tu cuerpo
Estás
desnuda aún, gran flor de sueño,
animal que agita las aguas del alma,
emoción hecha piedra.
Tu realidad vacía pide socorro en la ventana
llora su altura esquiva, resbala su materia,
el deseo de quemarla sube en el sediento fuego.
Bajan sólo las voces, las cintas imposibles amarradas al
recuerdo,
dos o tres pétalos.
Un río de agua negra cruza a través de mi sueño.
Mi esfuerzo de zarcillo se malogra en la torre,
en la lisa torre donde vive tu mano
quiebra las uñas de mis gritos.
¿Hasta cuándo bajarás en tu propia voz,
cuándo brotará tu forma?
Los ascensos ilimitados y las aguas profundas
han construido tu nombre,
yo te ofrezco mi sangre para completar tu ser
para vertirte por dentro,
mi amor te esculpirá la carne tallándote igual a ti,
se realizará tu bella espalda,
existirán al fin tus senos que fueron confiados a la nada,
tus ojos previstos desde la eternidad.
Los pájaros llorarán conmigo al oír por primera vez tu voz,
tu voz escogida entre todas las voces.
trayéndote asida de la lengua,
el agua negra temblará al escuchar tu grito de ¡Materia!
En aires insospechados flota tu tensa arquitectura,
tus medidas luchan contra los abismos,
pero cada uno de tus nervios va siendo colocado,
se prueba la integridad de sus sonidos
para que el victorioso piano toque la música de tu cuerpo
en movimiento.
La derrota del vacío vendrá a colmar mis venas perfumadas
a dar el primer vino a la sed del fuego.
Tu sufrimiento de vivir ha sido catalogado
entre las cosas más lindas del universo,
el tributo de amor más grande que se conoce.
Un temblor ignorado invade tu esencia
pues la emoción de encontrarme aún no conoce las
palabras,
tus oídos sin existencia no recogerán todavía estos versos
pero sabes que te espero en el puente de mi carne
alzando hacia ti mis brazos en llamas
con todo mi pequeño ser pidiendo tu realidad,
rogando la certeza de su sueño.
Tendrás que ser al fin, porque conozco tu perfume secreto,
porque sé tu nombre que nunca ha sido pronunciado,
porque he sentido en el aire el molde de tu cuerpo,
porque encontré en el espacio el lugar de tus manos
y en el tiempo la hora de tu caricia.
Porque este poema tuyo, desde lejos
lo dictas tú en silencio,
porque mis brazos se extienden hacia ti sin quererlo,
porque esto es demasiado para el sueño.
animal que agita las aguas del alma,
emoción hecha piedra.
Tu realidad vacía pide socorro en la ventana
llora su altura esquiva, resbala su materia,
el deseo de quemarla sube en el sediento fuego.
Bajan sólo las voces, las cintas imposibles amarradas al
recuerdo,
dos o tres pétalos.
Un río de agua negra cruza a través de mi sueño.
Mi esfuerzo de zarcillo se malogra en la torre,
en la lisa torre donde vive tu mano
quiebra las uñas de mis gritos.
¿Hasta cuándo bajarás en tu propia voz,
cuándo brotará tu forma?
Los ascensos ilimitados y las aguas profundas
han construido tu nombre,
yo te ofrezco mi sangre para completar tu ser
para vertirte por dentro,
mi amor te esculpirá la carne tallándote igual a ti,
se realizará tu bella espalda,
existirán al fin tus senos que fueron confiados a la nada,
tus ojos previstos desde la eternidad.
Los pájaros llorarán conmigo al oír por primera vez tu voz,
tu voz escogida entre todas las voces.
trayéndote asida de la lengua,
el agua negra temblará al escuchar tu grito de ¡Materia!
En aires insospechados flota tu tensa arquitectura,
tus medidas luchan contra los abismos,
pero cada uno de tus nervios va siendo colocado,
se prueba la integridad de sus sonidos
para que el victorioso piano toque la música de tu cuerpo
en movimiento.
La derrota del vacío vendrá a colmar mis venas perfumadas
a dar el primer vino a la sed del fuego.
Tu sufrimiento de vivir ha sido catalogado
entre las cosas más lindas del universo,
el tributo de amor más grande que se conoce.
Un temblor ignorado invade tu esencia
pues la emoción de encontrarme aún no conoce las
palabras,
tus oídos sin existencia no recogerán todavía estos versos
pero sabes que te espero en el puente de mi carne
alzando hacia ti mis brazos en llamas
con todo mi pequeño ser pidiendo tu realidad,
rogando la certeza de su sueño.
Tendrás que ser al fin, porque conozco tu perfume secreto,
porque sé tu nombre que nunca ha sido pronunciado,
porque he sentido en el aire el molde de tu cuerpo,
porque encontré en el espacio el lugar de tus manos
y en el tiempo la hora de tu caricia.
Porque este poema tuyo, desde lejos
lo dictas tú en silencio,
porque mis brazos se extienden hacia ti sin quererlo,
porque esto es demasiado para el sueño.
LUCILLE CLIFTON
Lorena
que
estaba en mi mano suave y tembló
como
un pájaro nuevo y pensé acerca de
la
autoridad y cómo siempre insistió
sobre
sí misma, cómo fue maestra
del
hombre, cómo supo medirlo, nunca
fue
ignorada o negada, y cómo prometió
aquí
que habría dulzura si era obedecida
como
hacen los santos, como los ángeles
y
yo abrí la ventana y le tendí mi
mano;
juro por Dios
pensé
que podía volar
MARIO CALDERÓN
Catalina
Catalina de Medici modeló a
Carlos IX, elaboró el escuadrón de la muerte y envenenó con genialidad creadora
a la reina Juana: los Medici favorecían las artes.
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