domingo, 9 de septiembre de 2018


VICENTE GAOS





A la tristeza



Si no fuera por ti...
si no fuera por ti, que cada tarde
tuyo me haces cuando el sol declina,
cuando todo es tan bello porque es triste,
y hundes más mis raíces
de hombre en la tierra... de hombre inmensamente
solo bajo el poniente en que Dios huye.
¿Qué sería de todo, qué sería
de nosotros? Ah, nunca
nunca hubiéramos visto
el secreto misterio de las cosas.

Oh, tú, tristeza, madre
de toda la hermosura que ha creado
el hombre en el dolor que da tu mano
con su dulce castigo...
No te apartes de mí, ven cada día
a hacerme triste, a hacerme hombre, hijo tuyo...
Visítame.

OBED GONZÁLEZ MORENO





Canto VI


Sobre la noche la muerte.
En mi cuerpo lágrimas entran. En la oscuridad del odio los hombres luchan feroces.
Cruje la Tierra, rabioso galopa por la espalda de una sierpe que adelgaza el crepúsculo un jinete de sombras.
Al amanecer:
Serpentea el viento en el silencio.
El horizonte… un puñado de polvo.


De: “En medio”


JUAN MANUEL ZERMEÑO POSADAS





La memoria del pequeño César
hace tiempo que dejé hablando a mis padres solos
tumbé la puerta que era mi boca
y salí de prisa
con las botas bien puestas

-aprendí a alcanzar la caja de cereal de puntitas
sin usar silla ni escalar la alacena-
ya no soy el mismo gatito que no salía de tu cuerpo
tengo bigotes y ronroneo
malas palabras
cuando vi tu boca lo supe todo:
le guardé el respeto suficiente para no venirme en ella
(a mi favor tenía una buena zurda
útil para el box el béisbol
y para mí)
pateando un bote vacío en el camino me he dado cuenta
que no he vuelto a preguntar por droga
ni he agarrado un catarro bajo la lluvia
que el sol no es el buen amigo que decía reyes
le perdí la confianza a los libros de borrachos
no eran manuales de vida
mucho menos literatura
quizá el tiempo dio la razón y no saldrían
rosas de entre mis costillas:
no todo es miel sobre hojuelas
hay que darle al fuego lo que es del fuego



YVES BONNEFOY





La lluvia de verano



                I

El más querido y no por eso
Menos cruel
De todos nuestros recuerdos, la lluvia de verano
Repentina, breve.
Salíamos, y era estar
En otro mundo
Nuestras bocas se embriagaban
Del olor de la hierba
Tierra
El manto de la lluvia se extendía sobre ti.
Aquello era como el seno
Que hubiese soñado un pintor.

                II

Y de pronto en el cielo
Percibíamos
Ese oro que la alquimia
Había buscado tanto.
Lo tocábamos, brillante
Sobre las ramas bajas,
De aquello amábamos el gusto
Del agua, sobre nuestros labios.
Y cuando recogíamos
Ramas y hojas secas
Ese humo al final de la tarde, brusco, ese fuego,
Era también el oro.


De: “La lluvia de verano”


Versión de William Guaregua


BENJAMÍN VALDIVIA





Agua de hoy



Según leímos en el duro testamento
del espejo,
sobra espacio cada día en lo de ayer
y falta de mañana.
Trazos nuevos nos surcan la tristeza
y la fugada hora
en la que el amor un hálito de fuego
sopló sobre nosotros
corre a la sombra de lo ido.
Pocas hojas le quedan ya
a la esperanza.
Y un recuerdo de antiguos opimos frutos
revuela en la ceniza si miro para atrás.
Quiero beberlo y el día,
como el agua en un cuenco roto,
resbala de la mano.


De: “Temporadas perdidas”


AUGUSTO FERRÁN





Las fatigas que se cantan…


Las fatigas que se cantan
son las fatigas más grandes,
porque se cantan llorando
y las lágrimas no salen.


De: “La soledad”, I.