lunes, 14 de septiembre de 2020

WILLIAM BLAKE





A la estrella nocturna



¡Tú, ángel rubio de la noche,
ahora, mientras el sol descansa en las montañas, enciende
tu brillante tea de amor! ¡Ponte la radiante corona
y sonríe a nuestro lecho nocturno!
Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los
azules cortinajes del cielo, siembra tu rocío plateado
sobre todas las flores que cierran sus dulces ojos
al oportuno sueño. Que tu viento occidental duerma en
el lago. Di el silencio con el fulgor de tus ojos
y lava el polvo con plata. Presto, prestísimo,
te retiras; y entonces ladra, rabioso, por doquier el lobo
y el león echa fuego por los ojos en la oscura selva.
La lana de nuestras majadas se cubre con
tu sacro rocío; protégelas con tu favor.


Versión de E. Caracciolo


WALLACE STEVENS






VIII



Yo sé nobles acentos
Y lúcidos ritmos, inescapables;
Pero también, sé,
Que el mirlo forma parte
De lo que yo sé.


De: “Trece formas de mirar un mirlo”

ROQUE ESTEBAN SCARPA





Dejo que esta mano te llore



Hoy no he pensado en ti. No estoy pensando.
Esta mano te escribe como si sus dedos llovieran,
como nube consagrada a su taciturno oficio
de asear las hojas nonatas de los árboles.
Retraído, camino por corredores de fatiga,
miro entre lacias celosías que transparentan el tedio,
sobrevivo al herrumbre del día macilento,
mientras los muelles andan sobre el agua,
y el hollín trepa al cielo por las chimeneas,
y las verjas liman al aire su escozor de bruma.
Las cosas imponen al mundo su deseo.
Sólo yo, desceñido, deshilvanado, pórtico
sin visitante y desvaída morada,
nada puedo hacer, ni siquiera pensarte,
dejar, apenas, que, sin mí, esta mano te llore.



MASAOKA SHIKI





Encontrar a alguien,
¡Qué espantosas
Las montañas de otoño!


De: “Otoño”


MANUEL MAGALLANES





Jamás



Ante nosotros las olas
corren, corren sin cesar,
como si algo persiguieran
sin alcanzarlo jamás.

Dice la esposa: ¿No es cierto
que nunca habrás de tornar
junto a esa mujer lejana?
Y yo contesto: ¡Jamás!

Ella pregunta: ¿No es cierto
que ya nunca volverás
a celebrar su hermosura?
Y yo contesto: ¡Jamás!

Ella interroga: ¿No es cierto
que nunca habrás de soñar
con sus fatales caricias?
Y yo respondo: ¡Jamás!

Las olas, mientras hablamos,
corren, corren sin cesar,
como si algo persiguieran
sin alcanzarlo jamás.

Dice la esposa: ¿No es cierto
que nunca me has de olvidar
para pensar sólo en ella?
Y yo le digo: ¡Jamás!

Ella pregunta: ¿No es cierto
que ya nunca la amarás
como la amaste hasta ahora?
Y yo contesto: ¡Jamás!

Ella interroga: ¿No es cierto
que su imagen borrarás
de tu mente y de tu alma?
Y yo murmuro: ¡Jamás...!

Los dos callamos. Las olas
corren, corren sin cesar,
como si algo persiguieran
sin alcanzarlo jamás.


MARIO LUZI





Noticias a Giuseppina después de muchos años



¿Qué esperas,
qué te propones aún, amiga,
si regresas de un viaje tan sombrío
hasta aquí, donde con sol las borrascas
tienen la voz altísima, enlutada,
olorosas a jazmín y a derrumbes?

Me hallo aquí, en esta edad que conoces,
ni joven ni viejo; aguardo, observo
esta vicisitud en vilo;
ya no es lo que quise o me impusieron.
Entras y sales ilesa de mi mente.

Y lo que debe ser, es todavía;
el río corre, el campo se renueva,
graniza, escampa, un perro ladra,
sale la luna, nada se rescata,
nada del azaroso y largo sueño