lunes, 17 de septiembre de 2012



JUAN DOMINGO ARGÜELLES,


  


Merecimiento del alba



6.-

En vano la mañana
Quiere opacar el alba
Del guayacán que estalla
Con sus flores de luz sin mancha

CARLOS ILLESCAS






Disidente flor



Junta labio con labio. Disidente
flor que alcanzando el aire desparrama
el firme corazón que la somete
al ondulante junco de las aguas:
es la intacta promesa de la nieve.
Defiende tu minuto que me abrasa,
la ribera y los huertos destinados
a ser refugio abierto de mi paso.

Desposa la esmeralda de tu cielo
si luto impones a mi roja senda,
huidiza soledad que sabe a tiempo
y en nubes solitarias se envenena;
confinando las raíces de su abeto
las ramas altas en tu torno vuelan.
Ordena el desposorio de la poma
y une después tu labio con mi boca.

FRANCISCO BRINES





Sombrío ardor



No como las estrellas, que dan luz,
mas también incontables cual los átomos
que habitan negros en las hondas cuevas,
los encuentros del cuerpo, sin amor,
sólo son actos de tinieblas. Nada
perdura en mí de aquellos miembros, dicha,
fuego, sonrisa. El sombrío ardor
desvaneció su huella en la memoria,
dejó solo un cansancio. Y ahora vuelvo
al encuentro del cuerpo en las tinieblas,
y en el sombrío ardor toco la vida,
espectro lujurioso. Rueda el tiempo
por las sordas paredes de este cuarto,
y siento que la vida se deshace.
Escucho el corazón, y su latido
oscuro nada dice, fuego implora,
mendiga eternidad para la carne.

Merecida la luz nos la destruyen,
¿en dónde está?; mirad con cuánta prisa
hemos llegado al hueco sofocante.


ENZIA VERDUCHI





Señora Lexotán

  

Qué son seis miligramos
tres veces al día si con ello
se pueden anestesiar los sentimientos,
si controla la ansiedad del todo.
No ríes, no lloras, no percibes
ni el principio ni el fin del mundo.
Basta con abrir la boca:
el ama de casa no es indecisa
ante la gama del supermercado;
los adúlteros no discuten
la orfandad en el tálamo;
nada agrede al taxista
sólo el alto que obliga el rojo.
Señora Lexotán, con usted
no hay cabeza que perder.


BENJAMÍN PRADO





Ecuador



Hace falta la noche para ver las estrellas.

Igual que ayer, hoy busco -lo dijo Juan Ramón-
una verdad aún sin realidad;
busco en la tinta verde de todo lo que escribo
un planeta sin nombre o una jungla perdida.

Y hace falta la noche.

Yo me siento en las sombras,
prendo un fósforo,
tallo mis esmeraldas, construyo mis panales.
Todo es igual y todo es diferente.

La vida,
que fue un río,
es ahora un océano,
el pasado es la arena y el agua es el futuro.

Hace falta la noche.

Todo está en mí
lo mismo que un clavo en la madera:
cada paso en la nieve,
cada luz apagada,
cada piel encendida.