"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 22 de junio de 2019
IVÁN OÑATE
Los huesos de Vallejo
Ya
no veré París
porque
el tren en que arribe
estará
cansado, cargado de vacas, de banano chorreando moscas,
de
borregos para el matadero, de jóvenes
que
consultan su destino en libros prestados y
en
estrellas ajenas,
de
travestis
que
se depilan al apuro y con dos monedas
de
espuma,
de
ilusiones,
de
ojos como los míos
estará
cargado,
y
limpiándome la cara con un trapo
me
iré con los brequeros filipinos, con
los
jóvenes esclavos
venidos
de la Arabia
a
beber un litro de vino en alguna cantina,
en
alguna mesa taciturna
donde
apoyaré mis codos y dormiré,
dormiré
hasta
dar con los huesos de Vallejo,
con
la dirección
de
alguien
que
resultó ser un terreno baldío,
o
con los ojos
de
la portera
que
despertándome
me
lanzará fuera, afuera de la pensión
y
me encontraré en una plaza
rodeado
por
desconcertados muchachos, que como yo,
nada
saben
de
los que vinieron
o
no vinieron, de los que se quedaron en el mar o
en
una cantina
dándole
vueltas a París,
como
en este sueño.
De: “Anatomía del Vacío”.
BEATRIZ RUSSO
Y hacia dónde
Ya
no sé quién soy sin la memoria de ti,
me
siguen tus espejos, tu infinitud
fantasmagórica.
El cielo modela nubes
con
tu rostro, la lluvia siente empatía
de
mi tristeza y en los libros que no leo
sólo
se habla de ti.
Hacia
dónde huir,
en
qué cueva suicidarme devolviéndome
a
la tierra que me parió aborto de gusano,
despojo
de culebra o trozo de piedra.
Hacia
dónde huir, si en mi huída
me
persigue tu recuerdo,
la
lenta huella de mi podredumbre,
el
rastro paulatino de mi sangre
cuajándose
en el fango.
Me
descompongo con los martillazos
de
un puño invisible que me apalea,
despacio,
repetidamente despacio
hasta
hacerme el picadillo
que
alimenta al desahuciado.
De: “En la salud y en la
enfermedad”.
JAIME HUENÚN
Envío a Anahí
Era
madrugada y yo
cortaba
flores para ti en mis libros de poesía.
Llovió
largo sobre el mundo y en mi sueño
se
abrieron los primeros rojos brotes de poroto.
Hacia
el bosque volaron los güairaos,
y
el tue-tue cantó tres veces
sólo
para confundirme.
Amanecí
después: mariposa era el cielo,
liebre
era la tierra corriendo tras el sol.
Te
vi luego zumbando en las celdillas de la miel,
haciendo
olas en la blanca
placenta
de tu madre.
La
muerte es lo que escribe
el
agua sobre el agua, me dije contemplando
el
rocío de las hojas.
Lloré,
entonces lloré,
sólo
por el delirio de respirar tu aire.
RODRIGO PETRONIO
IV
Estas
manos tienen algo de trágico.
Pues
sólo tocaron tu rostro.
Indago
desde la eternidad.
El
milagro baña de luz ese muerto.
Oscuro,
anfibio, putrefacto.
Nada
me responde. Sólo indicios.
Las
palabras emergen de un cesto.
Haz
de arterias. La voz del Otro.
Mi
garganta recibe al sol.
La
desnudez del oro.
Todo
el resto es arte y adorno.
De: “Dentro de la estrella
blanca”.
Versión de Eduardo Langagne
PABLO ALDACO
Apuntes de Metrópoli
Ciertamente esta ciudad es
magia, paisaje, deseo, trabajo, estudio, punto de grandes amigos, una infinidad
de asuntos, pero nada quita la aberrante realidad que expresa cómo entre
nosotros nos pisamos. Sacamos el puñal, después de haber sido falsamente
corteses y el respeto y el amor cada vez más se parecen a una burda parodia
rebajada.
JOSUÉ VEGA LÓPEZ
degüello
empañados
los ojos hechos
para
dejar de ver
Ricardo
Reis
tender
una línea
o
una llamarada de línea
aguijón
enjambre o pezuña de líneas
abrir
la definición y el tacto de la línea
que
su distancia más corta entre dos puntos
cubra
una pierna que se adelanta a la otra
línea
fluir y resaca de línea
trayecto
arteria del día
dejar
caer la línea sobre los muebles como una sábana
línea
polvo línea jaguar en el brazo del sillón
línea
rictus
recta
línea en la pesadilla
donde
una escalera se despliega
lanzar
la línea de la tarde al otro lado de la línea
en
un puño la greña de la noche erizada por la nuca
el
miedo vuelto la espalda del miedo
cerrar
los ojos
para
ver el cuello de la luz
degollado
por la línea
De: “Balbuceo”
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