"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 12 de junio de 2021
JOAO MAIMONA
agua hipocresía
líneas
tranquilas en crecimiento como
distancias
evolucionado. todo lo que busca
el
triunfo de las estrellas es quizás
una
constelación de preguntas:
mañana
vacío tomada
la
fuente de la música indescriptible.
inmerecida
era prematuro
la
felicidad en la hipocresía permanente.
De: "lugar y origen de la
belleza."
JEAN ARP
El
padre se ha colgado
en el lugar del péndulo.
La madre está muda.
La hija está muda.
El hijo está mudo.
Los tres siguen
el tic tac del padre.
La
madre es aire.
El padre vuela a través de la madre.
El hijo es uno de los cuervos
de la plaza San Marcos de Venecia.
La hija es una paloma mensajera.
La
hija es dulce.
El padre come a la hija.
La madre corta al padre en dos
come una mitad
y ofrece la otra a su hijo.
El
hijo es una coma.
La hija no tiene cola ni cabeza.
La madre es un huevo espoleado.
De la boca del padre
penden colas de palabras.
El
hijo es una pala rota.
Por eso el padre se ve obligado
a trabajar la tierra
con la lengua.
La madre sigue el ejemplo de Cristóbal Colón.
Camina sobre sus manos desnudas
y atrapa con sus pies desnudos
un huevo de aire tras otro.
La hija repara el desgaste de un eco.
La
madre es un cielo gris
y abajo muy abajo se arrastra
un padre de papel secante
cubierto de manchas de tinta,
El hijo es una nube.
Cuando llora llueve.
La hija es una lágrima imberbe.
Versión de Aldo Pellegrini
VIVIANA PALETTA
cantata del viudo
Enviuda
el ojo que no ve,
el
hueso partido.
Un
cuerpo inerte y otro, a su lado.
Tiene
la caja
sin
ruido.
Vino
el dolor meritorio,
murmura
el fantasma del camarada muerto.
Antes
su cuerpo no tenía fin,
y
ahora está vacío,
y
ahora está aquejado.
Extranjero
de sí,
hunde
su perfil en su carne.
Pero
vimos sobre millares de lucernas
un
sol que a todas encendía,
el
cielo tachonado de misiles,
la
sirena atronadora de la noche.
Los
cuerpos perdieron su rutina
de
amor, su trabajo en el día.
Mastican
por nosotros
la
estopa y el tabaco mojado.
Un
cuerpo anidaba otro cuerpo,
y
ahora sólo se lame a sí mismo,
atiende
a zumbidos de hélice, la sombra
estrecha
del tedio.
De: “Las naciones hechizadas”.
ESTHER GARBONI
La lectora
Nosotras,
que cerrábamos
la
puerta, a ciegas,
tantas
veces mirábamos la lámpara…
Teníamos
quince años.
También
tuvimos siete
y
siempre era la víspera
de
cada primavera
para
nosotras,
que
llegábamos tarde
al
verano y a casa.
Cerrábamos
la puerta para escribir poemas
sin
sangre en las rodillas, en pijama o en bragas,
descalzas,
casi siempre, y despeinadas
las
más veces. Insomnes soñadoras,
nosotras,
que
cerrábamos la puerta
y
abríamos los ojos al misterio
de
la palabra viva que sacude,
la
palabra que azota y que perturba,
la
que viste de viernes por la noche
cualquier
lunes de invierno en la mañana.
Confundieron
a veces
nuestro
silencio
con
la tristeza; no podía nadie
ser
más feliz
que
quienes caminábamos
sin
mirar nunca al suelo,
pues
no se cae aquel
que
va sujeto a un libro.
Vosotras
que cerrabais la puerta con pestillo,
¿llegasteis
a saberlo?, ¿podíais intuirlo?
La
poesía era eso.
Éxtasis
y dolor.
Nada
más pornográfico
que
el cálido momento en que subía
al
pecho una metáfora.
Yo,
pecador, me confieso ante Dios…
Hoy
lo sabemos:
crujirán
nuestros huesos
cada
vez que crezcamos;
con
fiebre y a estirones se escribe algún poema.
Y
cuando nada quede,
cuando
abramos la puerta,
será
nuestra palabra, sencilla y descarnada,
el
hilo de sutura
que
nos ate a la vida.
De: “A mano alzada”.
FERMÍN VILELA
Gusano de seda
Basado en el carácter
chino 蚕 (cán). Su ideograma podría ser el
dibujo de un insecto (虫)
celestial (天) pues produce seda.
Que los hilos de tu carne
se enhebren junto a los míos
y desarmen sus castillos del aire.
Si pongo atención, siento un gusano
moviéndose entre las ramas y los cables,
entre los hilos dislocados de mi tráquea
que pronuncian, junto a los tuyos,
el pequeño nombre de la seda,
ligera como lo que nunca fuimos.