viernes, 30 de septiembre de 2016


ÁNGEL COLLADO RUÍZ




V



Para que sea amor
no basta
fundirse en un abrazo
juntar los cuerpos por un tiempo
compartir besos
Se requiere intercambiar silencios
solucionar pendientes
crecer hacía el otro que nos busca
Pagar la abundante cuenta
de los años
haber juntado soles de distintos lugares
Por supuesto haber reído
Para que sea amor
no hay nada mejor que conocer
la herida virtud de la meta
el gozo infinito una vez alcanzado


ALFONSO CANALES

  


Razón de amor


                                          Todo buen poema de amor es prosa.
                                                                                   T.S. Eliot



Porque estás ahí delante -siempre delante, eso sí-,
pero confieso humildemente que no puedo encerrarte en
                                                                      un cauce.
No sé cómo poner música a la música,
como dar olor al jazmín,
color al sol que se hunde por la tarde,
como quien dice: esto se ha acabado,
no esperen ustedes que salga mañana por la mañana.

Yo no sé si me explico,
pero es que hay cosas que no son para cantadas,
sino para dichas llanamente, después de tomar una
                                                                          cerveza.
-Está lloviendo-, apunta uno:
y en dos palabras se encierra un terrible suceso,
algo que hiere los tejados.
y deja caer sobre los charcos más lágrimas
de las que pudieran derramar los humanos ojos,
incluso poniéndose en lo peor de las cosas.
-Es de día-: y con ello
entra el sol en el alma, como una aguja caliente,
y nos sentimos seguros de que, por el momento,
Dios no nos olvida.

Y así con el amor
uno vive, viviendo.
Uno olvida que, cada día, Dios nos pone tierra
                                                     bajo los pies,
aire sobre la boca y azul en las pupilas.
Uno olvida que el corazón se apoya, cada día,
como un blando sillar,
en otro corazón.

Y cuando se cae en la cuenta de todo
-esto no sucede a menudo-,
resulta imposible medir un verso con los dedos
Un gran tajo circunda a los amantes,
y lo demás puede decirse en dos palabras.
  

MARÍA CHOZA




Chiquito y bien peinado



Paso un lápiz por mi pierna,
dibujo el mapa del mundo.
Aquí está Alemania, acá Brasil,
las palmeras de la casa,
Pakistán,
el mango de mi abuela,
un pez nadando en Fiyi,
la Casa de las Viudas,
y te dibujo, chiquito y bien peinado,
invisible como todo.



SANDRA CORNEJO




Isla de los manzanos



Qué es la vida sino detalles.
Cerrar las ventanas por la noche.
Aguardar que las manzanas asadas
te cobijen.
Observar en el verde
lo frondoso que ha crecido el ficus.
Comprobarle a la casa sus sueños.
Leer en su texto indeleble
la certeza tallada con el corazón.
Como si de pronto un druida
se hubiera hecho cargo
del mundo y su peso
sentirse
de tanto en tanto
a salvo.


De: “Partes del mundo”




MARÍA ZAMBRANO



  
Claros del bosque



     No me respondes, hermana. He venido ahora a buscarte. Ahora, no tardarás ya mucho en salir de aquí. Porque aquí no puedes quedarte. Esto no es tu casa, es sólo la tumba donde te han arropado viva. Y viva no puedes seguir aquí; vendrás ya libre, mírame, mírame, a esta vida en la que yo estoy. Y ahora sí, en una tierra nunca vista por nadie, fundaremos la ciudad de los hermanos, la ciudad nueva, donde no habrá ni hijos ni padres. Y los hermanos vendrán a reunirse con nosotros. Nos olvidaremos allí de esta tierra donde siempre hay alguien que manda desde antes, sin saber. Allí acabaremos de nacer, nos dejarán nacer del todo. Yo siempre supe de esa tierra. No la soñé, estuve en ella, moraba en ella contigo, cuando se creía ése que yo estaba pensando.

     En ella no hay sacrificio, y el amor, hermano, no está cercado por la muerte.
     Allí el amor no hay que hacerlo, porque se vive en él. No hay más que amor.

     Nadie nace allí, es verdad, como aquí de este modo. Allí van los ya nacidos, los salvados del nacimiento y de la muerte. Y ni siquiera hay un Sol; la claridad es perenne. Y las plantas están despiertas, no en su sueño como están aquí; se siente lo que sienten. Y uno piensa, sin darse cuenta, sin ir de una cosa a otra, de un pensamiento a otro. Todo pasa dentro de un corazón sin tinieblas. Hay claridad porque ninguna luz deslumbra ni acuchilla, como aquí, como ahí fuera.



De: "Los hermanos" en La tumba de Antígona

RAÚL ORLANDO ARTOLA




perfil



El que mira percutir al hombre
su teclado
no sabe nada.
Ve los movimientos de los dedos
y los brazos
la espalda algo encorvada
anteojos que resbalan
por la pendiente de la nariz
algún sudor.
El que mira controla su reloj
y el tiempo pasa
igual que siempre
hasta un poco más lentamente.
El hombre que percute las teclas
no advierte la figura
que forma
ni le importan el sudor
o el cansancio.
Su tiempo no existe
en los términos corrientes.
El hombre que teclea sin cesar
no sabe nada más
que lo que hace
debe hacerse.
Y termina feliz su jornada
nunca satisfecho.


jueves, 29 de septiembre de 2016


FRANCISCO JAVIER IRAZOKI




Palabra de árbol



No conocí al que murió en el vientre de mi madre. La abuela lo recogió, dijo que era grande como un guía y lo puso en el hoyo que el padre había cavado entre las raíces de mi higuera preferida.

Yo pasaba tardes enteras bajo el gris áspero de las hojas del árbol, esperando que naciesen los higos. Cogía al fin el fruto blando y tocaba su piel negra que después deshacía en tiras. Cada hilo era una puerta para adentrarme en mi hermano muerto y lo paladeaba al ritmo lento de un viajero antiguo. Luego rompía con los dientes las semillas menudas del interior. Ellas contenían palabras, voces que subieron por la savia de la higuera.

Los otros niños crecieron descubriendo aventuras. Para mí, crecer fue sentir el paso del tiempo al escuchar los mensajes que un muerto me enviaba desde sus frutos.

Alguien quiso una ceremonia devota en aquel lugar. De la cartera de mi ojo derecho saqué una lágrima inmóvil. Una lágrima petrificada que se transformó en blasfemia de fuego cuando la deposité en la escudilla situada a los pies de los ídolos.


De: “Los hombres intermitentes”.



ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO




A Rafael y María Asunción



Ayer el viento decía,
Alegre, palabras al agua.
¡Qué frescor en sus decires
Y que altos sobre los mares
Los sones de sus garganta!

Se mueve una barca
en medio del mar.
La mecen las olas
con suave compás.
Cantan las sirenas.
¡Oigo su cantar!
Rasgando la espuma
de un mar de cristal
la barca de plata
se llena de sal.


ANDRÉS MOREIRA



  
Carburaciones
  
“Óigame usted, bellísima,
no soporto su amor.
Míreme, observe de qué modo
su amor daña y destruye.”
Lizalde, de nuevo
  A Isabel Martínez,
 viajera interdimensional.




El aire baila  in             tan
                           cons          te
entre sus pistones
de materia reluciente humeante
el motor V-Twin 1200 cm

carbura por sus jeans acaderados
se retira y regresa
nunca igual al instante anterior
en la carretera arterial
donde habita el durmiente que esconde
palabras en su pecho
manía de mar en madrugada
petróleo que se flagela
Efecto que causa
el Infecto
de Afecto
al aire
que danza entre sus pistones engranajes cilindros
a la tierra que huella Isabel
las bardas derrumbadas al impacto
si  fuera usted un poco menos bella
si tuviera los pies ahuesados
y  las nalgas inergonómicas al asiento
de esta desteñida V-RodMuscle
no tendríamos que acelerar
cada vez que el semáforo

torne en ROJO.



CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE




No, mi corazón no es más grande que el mundo...



No, mi corazón no es más grande que el mundo.
Es mucho más pequeño.
En él no caben ni mis dolores.
Por eso me gusta tanto contarme a mí mismo
por eso me desvisto, por eso me grito,
por eso frecuento los diarios,
me expongo crudamente en las librerías:
necesito de todos.
Sí, mi corazón es muy pequeño.
Sólo ahora veo que en él caben los hombres.
Los hombres están aquí afuera, están en la calle.
La calle es enorme. Más grande, mucho más grande
de lo que yo esperaba.
Mas en la calle tampoco caben todos los hombres.
La calle es más pequeña que el mundo.
El mundo es grande.
Tú sabes como es grande el mundo.
Conoces los navíos que llevan petróleo y libros, carne y algodón.
Viste los diferentes colores de los hombres,
los diferentes dolores de los hombres,
sabes cómo es difícil sufrir todo eso, amontonar todo eso
en un solo pecho de hombre... sin que estalle.
Cierra los ojos y olvida.
Escucha el agua en los vidrios tan calmada. No anuncia nada.
Sin embargo, se escurre en las manos,
¡tan calmada! va inundando todo...
¿Renacerán las ciudades sumergidas?
¿Los hombres sumergidos -volverán?
Mi corazón no sabe.
Estúpido, ridículo y frágil es mi corazón.
Sólo ahora descubro cómo es triste ignorar ciertas cosas.
(En la soledad de individuo
desaprendí el lenguaje
con que los hombres se comunican).
Otrora escuché a los ángeles, las sonatas, los poemas,
las confesiones patéticas.
Nunca escuché voz de gente. En verdad soy muy pobre.
Otrora viajé por países imaginarios, fáciles de habitar,
islas sin problemas, no obstante exhaustivas
y convocando al suicidio.
Mis amigos se fueron a las islas.
Las islas pierden al hombre.
Sin embargo algunos se salvaron y trajeron la noticia
de que el mundo, el gran mundo está creciendo todos los días,
entre el fuego y el amor.
Entonces, mi corazón también puede crecer.
Entre el amor y el fuego,
entre la vida y el fuego,
mi corazón crece diez metros y explota.
-¡Oh vida futura! nosotros te crearemos.




DENNIS ÁVILA



  
Efecto giroscópico



En distintos momentos de mi vida
he contemplado
la fugaz existencia de un trompo:
remolino de madera,
fusión de aire y manos.

Fríos como pinzas
crean el viento en miniatura,
la energía del sosiego
y los moldes para la utopía
del movimiento perpetuo.

Aunque giren en el suelo
o en la mano,
nadie que creció cerca de un trompo
podrá evadir los códigos ocultos
en su dialecto de espiral.

Su baile es centrífugo:
seres inanimados
que viven por sí mismos.
 
Para ellos la eternidad es equilibrio,
el tiempo se llama profecía
y danzar significa espectadores.

En distintos momentos de mi vida
he visto morir a un trompo:
debilitarse hasta caer,
volver a empezar.
  


MARÍA SANZ



  
Anónimo



Porque el destino mira siempre al frente,
porque los cuatro puntos desleales
de mi vida se pierden en un mapa
cada vez más pequeño, yo diría,
aprovechando que no me oye nadie,
unas palabras, una frase, algo
más que esos versos. Porque si el destino
es una línea recta, si hay un norte
orientado a las luces de poniente,
yo quisiera decir o ser el eco,
tan sólo el eco ya, de algún poema,
aprovechando que no lee nadie
en este libro abierto de mi vida.


miércoles, 28 de septiembre de 2016


CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE




Los que sufren



Las plantas sufren como nosotros sufrimos.
¿Por qué no habrían de sufrir
si esta es la llave de la unidad del mundo?

La flor sufre, tocada
por la mano inconsciente.
Hay una ahogada queja
en su docilidad.

La piedra es sufrimiento
paralítico, eterno.

Nosotros -animales- no tenemos
ni siquiera el privilegio de sufrir.


LUIS DE CAMÖENS




Donde las armas tuve más a mano...

                                "Tomou-me vossa vista..."



Donde las armas tuve más a mano
cautivo me tomó vuestra mirada:
que de buscar defensa a la emboscada
de vuestros ojos, el empeño es vano.

Para triunfo más pleno y soberano,
ver esperásteis mi razón armada;
inútil fue, pues cosa es demostrada:
contra el del Cielo no hay poder humano.

Pero, magüer os haya garantido
vuestro destino excelso esta victoria,
reparad que bien poco os ha servido:

Si en verdad Vos me hallasteis preparado,
Vos en vencerme a mí no lleváis gloria:
la llevo yo por ser de Vos vencido.


Versión de Carlos López Narváez



MARÍA SANZ



  
La memoria



Si quieres olvidar, si no te basta
con ahuyentar heridas y desprecios,
acuérdate del día en que un poema
te liberó del mundo y sus engaños.



VICTORIA LOVELL




Agonía



No es el ojo ni su mirada
es cuerpo que cruje se
ausculta se resquebraja
-la muerte no es grave- dice mi padre
nos reímos.


RAUL ORLANDO ARTOLA

  



Recuento



Una sola voz que me acompaña,
el rojo que abdica de su fuego,
las ciudades tapadas por un manto,
los vientres descubiertos,
una mano para usar los cinco dedos,
aquí la batalla no librada,
debajo del sombrero una cabeza sin nombre,
en el campo un cementerio de piedras,
sobre las nubes mi pájaro que vuela
y no lo sabe.



MARÍA ZAMBRANO



  
La pensadora del aura



     Nacer sin pasado, sin nada previo a que referirse, y poder entonces verlo todo, sentirlo, como deben sentir la aurora las hojas que reciben el rocío; abrir los ojos a la luz sonriendo; bendecir la mañana, el alma, la vida recibida, la vida ¡qué hermosura! No siendo nada o apenas nada por qué no sonreír al universo, al día que avanza, aceptar el tiempo como un regalo espléndido, un regalo de un Dios que nos sabe, que nuestro secreto, nuestra inanidad y no le importa, que no nos guarda rencor por no ser...

     ...Y como estoy libre de ese ser, que creía tener, viviré simplemente, soltaré esa imagen que tenía de mí misma, puesto que a nada corresponde y todas, cualquier obligación, de las que vienen de ser yo, o del querer serlo.



De: "Adsum", En Delirio y Destino

martes, 27 de septiembre de 2016


CARLOS APREA




El ausente



sobre la piel tendida de la tarde,
sobre el murmullo de los indolentes y desatentos, que nada más
pasan,
sobre los párpados cerrados del ausente,
sobre el fino vello de sus manos desplegadas en las rodillas,
sobre las mejillas entibiadas por el tenue sol que las ilumina,
aire
soplo de la vida, fresco silencio en la
calma engañosa del perdido en sí,
pausa entre tormentas,
reencuentro con la propia respiración,
la identidad a partir del propio ritmo,
ceremonia silenciosa del sentido que vuelve,
el ausente respira
una pequeña paz, un breve descanso,
pausa entre tormentas,
ensimismado en su jardín incesante,
allí, en el cerebro, donde transcurre intacto
como era entonces,
escurridiza memoria del deseo más bello,
jardín mecido como nosotros
por este aire
venido de una región que creíamos muerta,
vuelve,
calma perdida, pulso incesante,
y despiértanos
promesas, entusiasmos,
certeza de la próxima mañana,
aire
déjame respirarte
bajo el cielo enrojecido del día que huye,
hacia el oeste del parque, hacia el oeste de la ciudad,
hacia el fin del mundo.


De: “abrigo”


PATRICIA SEVERIN




Martes



En la madrugada tengo sed
los pliegues de la almohada
se han adherido a la piel
y la luz difusa
abarca la inmensidad de la mano

parto en dos las rodillas
y calzo al medio una frazada

así..el..roce..deja..de..doler

(quiero decirte que hay otro dolor
que no lo mengua una cobija)

por la ventana
entra una bocanada de noche
detrás de las rejas..........algo chilla
la luna esta de fuego y sangra
en éste frío que distrae la primavera

mi bostezo quiebra la penumbra
tengo los hombros
..................vencidos y en huida

la habitación aprieta

(¿estarás desvelado
rasgando tus propias cicatrices?)


la luz sigue encendida


en el medio del campo
..................un pábilo amarillo es un punto de llegada
aunque en mi cuarto confundo
.....................la partida


soy prisionera de mi propia casa


De: “El universo de la certeza”


MARINA KOHON



  
de las Ipomeas …
hacia el sol
en su alto cenit
la mujer
despliega sus tallos
de filigranas voraces
—no hay súplica—
 sólo un hambre de cielo y nube
—igual al mío—
un corsé de hojas
en profusión de flores
que entre los resquicios
se siente soplo
un armazón que vuela
en complicidad de rayos
espíritu azul que se esfuma
en el letargo del frío.


De: “La ruta del marfil”



SUSANA MACCIÓ




Súplica

                       “Me ilumino de inmensidad”
                                   Giuseppe Ungaretti



El verano navega lentamente
el sol levanta apenas
su pie del horizonte.
Su ácido puro
incendia las veredas.

Dragón solar.

La breve cigarra agita sus  alas.
Canta su áspera canción
resignada a su destino.
Hace estallar el mediodía.
Este día que cruje
en la corteza del verano.

Asfixia y sopor.

Que llegue la lluvia
con su helada canción
que llegue el viento
con su voz anónima.

Que llegue  la Poesía.



SANDRA CORNEJO

  


Un abedul
 


Un abedul
cuando llueve,
una arboleda que aclara
al arañar la pista
y desciende el avión en un aeropuerto
donde las mujeres beben vodka
a las seis de la mañana hora local

Era acogedor el frío
aunque temible
Cantabas en mi idioma
pero con otro acento
Afuera la hilera de abedules
los aviones solos sobre el cemento mojado

Detrás de las cabinas
los soldados
te miraban cantar

Algunas veces, por un instante
la historia debería sentir compasión
y alertarnos
 

De: “Sin suelo”




JENARO TALENS




Algo va a suceder



La muerte es como el sueño,
parecida a ti:
no puede ser pensada.
Abro los ojos y amanece el día.
No hay obsesión impune, ni fantasmas
que la luz no devore
sin más imperio que su voluntad,
ni otro poder que el sol que nos despoja.
Cómo olvidar que fuimos lo innombrado,
lo que negaba oscuridad a un mundo
hecho, como tú y yo, de sueños rotos.
No, no duermas. El pájaro del alba
dice que ayer no existe. No hay memoria,
ni significa nada. Sólo, mira
esta pasión que nos acoge, que
ha estallado, de pronto, insobornable,
como las ganas de vivir.


De: "La mirada extranjera"


lunes, 26 de septiembre de 2016


CARLOS PENELAS




Traían en sus ojos

                        a Marta y Fernando,  mis hermanos



Traían en sus ojos el pan de las viriles tierras.
Regiones húmedas, tumbas de príncipes,
hornos, vinos, cucharas.
Y la costumbre de cantarle a sus hijos
en lenguas primitivas.
Todo crece en el recuerdo indolente
de tanto mar o tanta voz.
La austeridad, la serena medida;
hórreos que llegan con el viento.
(¡Para que no olvide, para que no olvide!)
Justifican lo vulnerable de la vida.
Siento que la utopía me conmueve
con presencias inmóviles
en la contradicción del amor y la sabiduría.
El misterio es una fábula impersonal.


De: Queimada


LUIS DE CAMÖENS




Cuanto quiso Fortuna que tuviera...

                                      "Enquanto quis Fortuna..."



Cuanto quiso Fortuna que tuviera
la esperanza de algún contentamiento
el regusto de un suave pensamiento
hízome que sus frutos describiera.

Mas, recelando amor que descubriera
secretos que causaran detrimento,
la mente oscureciome con tormento
para que sus engaños no dijera,

Vosotros los que Amor mantiene afectos
a su voltario giro, cuando en breve
libro viéredeis cosas tan extremas,

sabed que son verdades, no defectos;
y que tan solo si el Amor os mueve
habreis la comprensión de mis poemas.


Versión de Carlos López Narváez