sábado, 28 de abril de 2012


ANA MARÍA IZA





Líricayleja



I


El Bolero de la Libertad
por mí cantado
en cantata Mayor líricayleja

Sin instrumentos de aire a la sordina
como canta el viajero que se aleja

Con qué Amor
pasión inusitada
Ronca Bronca Brava

Con qué agallas
con la emoción del ciego
De repente frente al mar sus ojos miran
y otro océano le crece aguas adentro

II

anto a la libertad sin policías
del lenguaje
que a la cárcel de la forma y del fondo
me envíen
-celdas de humo extrañas a mis células-

Resisto y aún resisto
las marejadas de la sal hirviente
Para llegar al fin canta que canta
la sémola del trigo de mis huesos

Mi canto a la libertad manera de evadirme
de tantos trece sietes.


JORGE LUIS BORGES




Góngora



Marte, la guerra. Febo, el sol. Neptuno,
el mar que ya no pueden ver mis ojos
porque lo borra el dios. Tales despojos
han desterrado a Dios, que es Tres y es Uno,
de mi despierto corazón. El hado
me impone esta curiosa idolatría.
Cercado estoy por la mitología.
Nada puedo. Virgilio me ha hechizado.
Virgilio y el latín. Hice que cada
estrofa fuera un arduo laberinto
de entretejidas voces, un recinto
vedado al vulgo, que es apenas, nada.
Veo en el tiempo que huye una saeta
rígida y un cristal en la corriente
y perlas en la lágrima doliente.
Tal es mi extraño oficio de poeta.
¿Qué me importan las befas o el renombre?
Troqué en oro el cabello, que está vivo.
¿Quién me dirá si en el secreto archivo
de Dios están las letras de mi nombre?

Quiero volver a las comunes cosas:
el agua, el pan, un cántaro, unas rosas...


SERGIO GARCÍA




Voy



Voy a dormir
soñando que estoy en sus brazos

Voy a levantarme
creyéndome envuelto
en la fragancia de tu cuerpo

Voy a transitar el día
con la sensación
de tus labios en mi piel

Voy a esperar la noche
asido a tus palabras

Y aunque estés ausente

Todo el universo
que ha sembrado en mi
florece siempre

De “Versos Marianos”

SONIA TIRANTI



XIII


Tristeza,
corre descalza.
en Noche
descalza.

descalzos pies corren
Infinita Tristeza.
profunda
corre descalza.


CÉSAR VALLEJO




Un hombre está mirando a una mujer...



Un hombre está mirando a una mujer,
está mirándola inmediatamente,
con su mal de tierra suntuosa
y la mira a dos manos
y la tumba a dos pechos
y la mueve a dos hombres.

Pregúntome entonces, oprimiéndome
la enorme, blanca, acérrima costilla:
Y este hombre
¿no tuvo a un niño por creciente padre?
¿Y esta mujer, a un niño
por constructor de su evidente sexo?

Puesto que un niño veo ahora,
niño ciempiés, apasionado, enérgico;
veo que no le ven
sonarse entre los dos, colear, vestirse;
puesto que los acepto,
a ella en condición aumentativa,
a él en la flexión del heno rubio.

Y exclamo entonces, sin cesar ni uno
de vivir, sin volver ni uno
a temblar en la justa que venero:
¡Felicidad seguida
tardíamente del Padre,
del Hijo y de la Madre!
¡Instante redondo,
familiar, que ya nadie siente ni ama!
¡De qué deslumbramiento áfono, tinto,
se ejecuta el cantar de los cantares!
¡De qué tronco, el florido carpintero!
¡De qué perfecta axila, el frágil remo!
¡De qué casco, ambos cascos delanteros!