"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 17 de enero de 2020
MASAOKA SHIKI
En
la brisa de la mañana
se alzan las alondras
de todo corazón.
se alzan las alondras
de todo corazón.
De: “A campo traviesa”
RAFAEL COURTOISIE
Y el fondo
Cuando la forma comienza a declinar aparece el fondo. Se adelgazan las paredes,
se afina la membrana, la noche extensa, sencilla o intrincada de la forma. El fondo
se opaca entonces, comparece.
Hay un instante de atraso, de desfasaje entre la forma y el fondo y es allí donde
se ve su orilla, su materia dispersa, su líquido sin continente. Espesura, densidad
opaca.
Un punto. El punto concentra el fondo, el fondo despojado.
La intemperie como una precipitación en el seno de un líquido, como un cuerpo
extraño. Pero el fondo siempre estuvo en la forma, la pulpa en la fruta, el agua en el
vaso, la carne con sus linfas en el cuerpo. El cuerpo dentro del mundo. El mundo
dentro del cuerpo.
Pues abandonada la forma queda una circularidad, una huella.
Cuando fa forma comienza a declinar, aparece el fondo.
Cuando la forma comienza a declinar aparece el fondo. Se adelgazan las paredes,
se afina la membrana, la noche extensa, sencilla o intrincada de la forma. El fondo
se opaca entonces, comparece.
Hay un instante de atraso, de desfasaje entre la forma y el fondo y es allí donde
se ve su orilla, su materia dispersa, su líquido sin continente. Espesura, densidad
opaca.
Un punto. El punto concentra el fondo, el fondo despojado.
La intemperie como una precipitación en el seno de un líquido, como un cuerpo
extraño. Pero el fondo siempre estuvo en la forma, la pulpa en la fruta, el agua en el
vaso, la carne con sus linfas en el cuerpo. El cuerpo dentro del mundo. El mundo
dentro del cuerpo.
Pues abandonada la forma queda una circularidad, una huella.
Cuando fa forma comienza a declinar, aparece el fondo.
De: "Estado
sólido"
FRIEDRICH SCHILLER
I
Hay tres lecciones que yo trazara
con pluma ardiente que hondo quemara,
dejando un rastro de luz bendita
doquiera un pecho mortal palpita.
II
Ten Esperanza. Si hay nubarrones,
si hay desengaños y no ilusiones,
descoge el ceño, su sombra es vana,
que a toda noche sigue un mañana.
III
Ten Fe. Doquiera tu barca empujen
brisas que braman u ondas que rugen,
Dios (no lo olvides) gobierna el cielo,
y tierra, y brisas, y barquichuelo.
IV
Ten Amor, y ama no a un ser tan sólo,
que hermanos somos de polo a polo,
y en bien de todos tu amor prodiga,
como el sol vierte su lumbre amiga.
V
¡Crece, ama, espera! Graba en tu seno
las tres, y aguarda firme y sereno
fuerzas, donde otros tal vez naufraguen,
luz, cuando muchos a oscuras vaguen.
Versión de Rafael Pombo
JUAN CARLOS SUÑEN
Pues
si ahora te dejara mi cansancio,
como el pájaro deja su vuelo a la corriente
del aire, ¿a cuántas, dime,
tendría que negar;
y en cuántas lenguas, dime, andaría a empujones; ardería
saliente en cuántas cepas, condenado por tantas
que lamieron tus culpas sin saber cosa alguna de lo que yo
expiaba?
¿Y cuántas brasas, dime, habré de desandar
para decir adiós sin menoscabo,
al nombre en que he venido
a ser entre los hombres?
Fuera de ti la tierra también bebe.
como el pájaro deja su vuelo a la corriente
del aire, ¿a cuántas, dime,
tendría que negar;
y en cuántas lenguas, dime, andaría a empujones; ardería
saliente en cuántas cepas, condenado por tantas
que lamieron tus culpas sin saber cosa alguna de lo que yo
expiaba?
¿Y cuántas brasas, dime, habré de desandar
para decir adiós sin menoscabo,
al nombre en que he venido
a ser entre los hombres?
Fuera de ti la tierra también bebe.
De: "Por fortunas
peores"
ALFRED TENNYSON
De «La princesa»
Ven al valle, ¡oh doncella! , desde lejanas cumbres:
¿qué gozo hay en la altura -el pastor le cantaba-,
en la altura y el frío, esplendor de los montes?
Deja ya de moverte tan cerca de los cielos
y no resbale el sol en castigado pino,
ni se pose una estrella en la torre brillante;
y ven, pues el Amor es del valle, es del valle
el Amor: ya tus cumbres abandona y, llegándote,
lo hallarás junto a umbrales venturosos, él mismo,
o bien con la Abundancia, de la mano, en maizales,
o rojo de la púrpura que en los lagares surte,
o como una raposa en las viñas; no gusta
de andar sobre los cuernos de plata con la Muerte
y el Día, ni podrías apresarlo en el blanco
barranco, ni encontrarlo en bahías de hielo,
que, apretadas, se inclinan en surcados declives,
desviando al torrente de las puertas oscuras.
Ven conmigo. El torrente te deslice, bailando,
para hallarlo en el valle; deja que las salvajes
águilas, de delgada cabeza, chillen solas,
y deja que se inclinen los monstruosos riscos,
esparciendo mil trémulas guirnaldas de agua y humo,
que, cual roto designio, por el aire se pierden.
No quieras tú perderte. Ven conmigo. Los valles
te esperan. Los azules pilares de la lumbre
para ti se levantan; gritan niños y tañe
tu pastor la zampoña y todo son es dulce
y más dulce tu voz y dulces los rumores:
mil arroyos, corriendo hacia los verdes prados,
el gemir de palomas en los olmos añosos
y aquel leve murmullo de innúmeras abejas.
Ven al valle, ¡oh doncella! , desde lejanas cumbres:
¿qué gozo hay en la altura -el pastor le cantaba-,
en la altura y el frío, esplendor de los montes?
Deja ya de moverte tan cerca de los cielos
y no resbale el sol en castigado pino,
ni se pose una estrella en la torre brillante;
y ven, pues el Amor es del valle, es del valle
el Amor: ya tus cumbres abandona y, llegándote,
lo hallarás junto a umbrales venturosos, él mismo,
o bien con la Abundancia, de la mano, en maizales,
o rojo de la púrpura que en los lagares surte,
o como una raposa en las viñas; no gusta
de andar sobre los cuernos de plata con la Muerte
y el Día, ni podrías apresarlo en el blanco
barranco, ni encontrarlo en bahías de hielo,
que, apretadas, se inclinan en surcados declives,
desviando al torrente de las puertas oscuras.
Ven conmigo. El torrente te deslice, bailando,
para hallarlo en el valle; deja que las salvajes
águilas, de delgada cabeza, chillen solas,
y deja que se inclinen los monstruosos riscos,
esparciendo mil trémulas guirnaldas de agua y humo,
que, cual roto designio, por el aire se pierden.
No quieras tú perderte. Ven conmigo. Los valles
te esperan. Los azules pilares de la lumbre
para ti se levantan; gritan niños y tañe
tu pastor la zampoña y todo son es dulce
y más dulce tu voz y dulces los rumores:
mil arroyos, corriendo hacia los verdes prados,
el gemir de palomas en los olmos añosos
y aquel leve murmullo de innúmeras abejas.
Versión de Màrie Manent
GERARD MANLEY HOPKINS
“Patience, hard thing! the hard
thing but to pray”
thing but to pray”
¡Paciencia,
dura cosa! ¡la dura cosa que sólo implorar
Y procurar es Paciencia! Paciencia quien pide
Quiere guerra, quiere heridas; fatigados sus tiempos,
sus tareas;
Prescindir, aceptar cara o cruz, y obedecer.
La rara paciencia en éstos arraiga, y si faltan
En ningún sitio. Hiedra del corazón natural,
Paciencia enmascara
Nuestras ruinas de anterior naufragio de propósito.
Allí asolea
Ojos de púrpura y mares de líquidas hojas todo el día.
Oímos rechinar contra sí los corazones: mata
Golpearlos más fuerte. Pero las rebeldes voluntades
Nuestras pedimos a Dios que incline hacia él aun así.
¿Y dónde aquél que más y más destila
Deliciosa bondad? — Es paciente. Paciencia llena
Sus claros panales, y aquélla viene por las sendas
que sabemos.
Y procurar es Paciencia! Paciencia quien pide
Quiere guerra, quiere heridas; fatigados sus tiempos,
sus tareas;
Prescindir, aceptar cara o cruz, y obedecer.
La rara paciencia en éstos arraiga, y si faltan
En ningún sitio. Hiedra del corazón natural,
Paciencia enmascara
Nuestras ruinas de anterior naufragio de propósito.
Allí asolea
Ojos de púrpura y mares de líquidas hojas todo el día.
Oímos rechinar contra sí los corazones: mata
Golpearlos más fuerte. Pero las rebeldes voluntades
Nuestras pedimos a Dios que incline hacia él aun así.
¿Y dónde aquél que más y más destila
Deliciosa bondad? — Es paciente. Paciencia llena
Sus claros panales, y aquélla viene por las sendas
que sabemos.
1885
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