domingo, 3 de enero de 2021


 

CARMEN MARTÍN GAITE

 


 

Por el mundo

 

 

Me atrapa como un pulpo
el color ya sabido de las cosas,
me asfixian mis sonrisas,
no respiro en las de ellos.
Dormí noches y noches
con el balcón cerrado
y al recordar después
la imagen mentirosa,
multicolor del sueño,
siempre había a mi lado unos
oídos
y unos ojos abiertos;
me gustaba amasar
mi falaz pesadumbre
ante el espejo aquel.

 

Abrid ya las ventanas.
Adentro las ventiscas
y el aire se renueve.
Quiero huir de los ámbitos
calientes y tapiados,
salir sin compañía
por el mundo adelante.

 

 

ZOÉ VALDÉS

 

 

 

Castidad, castidad…

 

Castidad, castidad, qué de crímenes
se cometen en tu nombre.
-Jaime Gil de Biedma.




Yo nunca fuí casta

regodearnos con el sexo es una hipocresía riquísima
no lo niego
pero yo nunca pude ser hipócrita yo voy al grano
directa y sin límites
sólo las sosas se las dan de interesantes
yo soy inteligente
por eso cuando quiero un hombre no lo pido con melindres
le voy p’arriba y lo asalto y me le aferro
pero por eso también he tenido poca suerte
porque ellos se cansan rápido de las puticas ladillosas
Yo nunca fuí casta
en cuanto cumplí la edad de la pubertad
cuidé mi cutis restregándome con los machos
ni un granito me salió por exceso de masturbaciones
yo a decir verdad no andaba creyendo en virginidades
yo me crié en la calle al garete
y mi sexo iba conmigo
Yo nunca fuí casta zorra sí
nadie me enseñó la malicia yo nací con ella
muy temprano empecé a latir y no masacré mi ritmo
Yo nunca fuí casta ¿para qué sirve ser castos?
Si aunque sea con terror temblando de precauciones
amarnos es lo único que nos queda.

 

 

SANDRA CISNEROS

 

 

 

Después de todo

 

 

Siempre es lo mismo.
sin alcohol en casa,
el último puro apagado en sus cenizas
y una gran dosis de poemas.

 

A las 2 a.m. sabes
eso no es bueno para ti.
Pero ahí vas,
arterias crujiendo como
artillería cuando marcas
el teléfono.

Este u oeste.
Central o Pacífico.
Chicago, San Antonio, Nueva York.

 

Y cuando atraviesas,
lanzando palabras tan grandes como piedras,
cortando el aire con la lengua,
detonando esposas y
sentando bebés llorando.

 

Y cuando tus amantes terminan
diciéndote: ¡estás loca,
jódete, deja de gritar
y habla inglés por favor!

 

Después de todo
lo rompible está roto,
el silencio salió caro,
el tono del teléfono aúlla
como tu corazón.

 

DOLORS ALBEROLA

 

 


La virgen del descanso en la lactancia

 



Cerrados, pues, los ojos sobre el mullido verde
de la tierra -la virgen que ahora extiende
su pesado almohadón contra tus sienes-,
la leche que fluyera también del paraíso
te ha detenido el sueño.
Adónde pues quedaron tus manos, los pinceles,
las gotas de tu amor o los colores.
Hace frío en Milán cuando los niños,
descalzos, van hollando. Hace frío en sus dedos
cuando tocan el pecho de la madre.
Hace frío si osan proclamar que tu ausencia
es una ausencia más, es otra nada.
Las bocas de los niños que ahora manan
el rojo de la sangre y una espada
guardaron para ti,
en un lugar que nunca visitarás de nuevo.

 

ALEJANDRO AURA

 

 

 

Las casas terrestres

 


 

1

 

Amplio,
como el más amplio amor
es el espacio
donde las montañas
dan de sí su cuerpo elaborado;
sobre uno de estos senos de la tierra
pone su mano el sol
y se levanta.

 

 

2

 

Al vapor de la mañana
hundí mis ojos,
toqué árboles, arcilla,
toqué el color con ellos,
toqué las pieles de las frutas,
las lenguas ásperas toqué
de los ganados
usando de dulce la verdura
en la humedad mis ojos se perdieron
con la dicha.

 

 

3

 

Detén tu espesa y húmeda maraña,
viento;
párala un poco
mientras pasan mis ojos
a peinar la cabellera tenue de la luz.

 

 

4

 

Ay la rosa
fragante de
mi corazón
despedazada
por el amor
de la
ciudad,
amortajada
en humo,
desodorizada
ay la rosa.

 

 

5

 

Ponme una mano
en los ojos
para
ya no estarme viendo,
porque si sigo
me voy a estrangular
de rabia
que me tengo.

 

 

6

 

En la inmensa forma
de la noche
aparece la luna
para hacer constar
que el universo
es harto palpable,
como el cuerpo.

 

 

7

 

Por supuesto, que no creo
en la reencarnación.

 

Pero me gustaría saber
si naceré de nuevo.

 

Sólo por decidir qué cosas
puedo dejar para después.

 

 

8

 

El mal,
una naranja oscura;
el bien,
una clara naranja.
amor mío,
libérame.

 

 

9

 

La palabra
es lo menos,
es el cuchillo con que se corta
la sandía.

 

 

10

 

Mis ojos
como burbujas
se me deshacen
en las manos

 

Tengo en la garganta
un nudo ciego.
Voy a echarme
a volar
dentro de poco tiempo.

 

 

11

 

No hay nada más definitivo
aquí estoy puesto nomás
como una verruga
en la espesa nariz del mundo
y no hablo
sino para hacer que el tiempo
se detenga
y no llegue nunca
a la catástrofe final.

 

 

12

 

Con el dedo meñique
me rasco el corazón;
esta casa que hicimos,
estos muros cubiertos,
qué de color, qué de
violento gusto colgado
en las paredes.
Hasta los pisos
están llenos.
Este laberinto en el que
ya no nos perderemos
ni de chiste.
Mientras tú estás dormida
y sueñas que me voy,
yo sueño que me voy.

 

LUCILLE CLIFTON

 

 

 

Huesos nuevos

 


 

usaremos
huesos nuevos otra vez.
dejaremos atrás
estos días lluviosos,
nos escaparemos por
otra boca
hacia momentos de sol y miel.
zumban sobre nosotros mundos como abejas,
con huesos nuevos estaríamos espléndidos.
otra gente cree que sabe
cuán larga es la vida
cuán fuerte es la vida.
nosotros sabemos.