"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 30 de mayo de 2020
WALLACE STEVENS
Seis pasajeros expresivos
I
En
China
Un
anciano se sienta
A
la sombra de un pino.
Ve
un delfinio,
Azul
y blanco,
Al
borde de la sombra,
Moviéndose
con el viento.
Su
barba se mueve con el viento.
El
pino oscila con el viento.
Así
corre el agua
Sobre
las yerbas.
II
La
noche tiene el color
Del
brazo de una mujer:
Noche,
la mujer,
Oscura,
Fragante
y dócil
Se
oculta a sí misma.
Un
estanque brilla,
Como
un brazalete
Agitado
en un baile.
III
Me
mido
Contra
un alto árbol.
Y
me doy cuenta que soy muy alto,
Pues
alcanzo directamente el sol
Con
mi ojo;
Y
alcanzo la orilla del mar
Con
mi oreja.
Sin
embargo, me disgusta
La
forma como las hormigas
Se
arrastran dentro y fuera de mi sombra.
IV
Cuando
mi sueño estaba próximo a la luna,
Los
blancos pliegues de su túnica
Se
llenaron de luz amarilla.
Las
plantas de sus pies
Enrojecieron.
Su
pelo se cubrió
Con
ciertas cristalizaciones azules
De
estrellas
No
lejanas.
V
No
todos los cuchillos de los arbotantes,
Ni
los cinceles de las largas calles,
Ni
los martillos de los domos
Y
las altas torres,
Pueden
esculpir
Lo
que una estrella puede esculpir,
Brillando
a través de las hojas de la vid.
VI
Los
racionalistas, que usan sombreros cuadrados,
Piensan,
en cuartos cuadrados,
Mirando
hacia el suelo,
Mirando
hacia el techo.
Se
restringen a sí mismos
A
triángulos rectángulos.
Si
intentaran los romboides,
Conos,
líneas onduladas, elipses–
Como,
por ejemplo, la elipse de la media
luna–
Los
racionalistas usarían sombreros.
GERARD MANLEY HOPKINS
“The shepherd’s brow, fronting forked
lightning, owns”
El
semblante del pastor, enfrentando la centella bifurcada,
concibe
El
horror y el estrago y la gloria
De
aquello. Los ángeles caen, son torres, del cielo
— una historia
De
gemidos justos, majestuosos, gigantescos.
Pero
el hombre — nosotros, andamio de frágiles huesos;
Que
alentamos, de la infancia a ras de suelo al jadeo
De
la vejez, cuyo aliento es nuestro memento morí —
¿Qué
bajo es nuestra viola para los tonos trágicos?
¡Él!
Mano en boca vive, y evacúa con vergüenza;
Y,
por más preclaro el nombre que blasone,
El
hombre es Juan cualquiera, su hembra una buscona.
Y
yo que muero estas muertes, que nutro esta llama,
Que...
en lisas cucharas espío el reflejo de la vida
enmascarada: domo
Allí
mis tempestades, mi fuego y fiebre inquieta.
3 de abril de 1889
SHINKICHI TAKAHASHI
Lluvia neblinosa
Una lluvia brumosa cae esta mañana,
Un perro fantasma se arrastra a lo largo.
Mientras me siento tomando una taza de té.
Un gato amorfo salta sobre mi regazo.
Por un tiempo en mi jardín de té imaginario
Arreglo de rocas y planta bambúes.
Entonces, con la caída de la noche barrida de nubes,
Cierro la ventana y me vuelvo.
JULIO TRUJILLO
XIII
(Arriba
el sol,
que
había sido impedido por las nubes,
ha
estado perforando una retícula
tan
tosca,
que
con un solo rayo alcanza el mar.)
De: “Proa”
GEORG TRAKL
El sueño
¡Malditos
sean, oscuros venenos,
Sueño
blanco!
Este
jardín, tan especial,
De
árboles crepusculares,
Lleno
de serpientes, insectos,
Arañas,
murciélagos.
¡Extraño!
Tu sombra olvidada
En
la puesta del sol,
Un
corsario oscuro
En
el mar salado de la pena.
Revoloteantes
aves blancas, al borde
De
la noche, sobre ciudades en ruinas
De
acero.
ANGELO POLIZIANO
Llorad,
piedras, mi dura maladanza:
es de otro la mies de mi labranza.
es de otro la mies de mi labranza.
Siembro
mi campo y otro la cosecha;
cubre mis horas la fatiga en vano;
es de otro el ave que mi sed acecha;
sólo la pluma quédame en la mano.
Otros calman la sed que me despecha;
otros ascienden, yo desciendo al llano:
llorad, piedras, mi dura maladanza:
es de otros la mies de mi labranza.
cubre mis horas la fatiga en vano;
es de otro el ave que mi sed acecha;
sólo la pluma quédame en la mano.
Otros calman la sed que me despecha;
otros ascienden, yo desciendo al llano:
llorad, piedras, mi dura maladanza:
es de otros la mies de mi labranza.
Versión de Carlos López
Narváez
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