domingo, 31 de marzo de 2019


SEVERO SARDUY





El gamo



El gamo, contra el naranja
del bosque, pasa mojado,
veloz. El aire cuajado
añade al bosque una franja

de aros dispersos. En esos
Cartílagos de paisaje
se divide, o en el oleaje,
o en el jardín de sus huesos.


RAMÓN MARTÍNEZ LÓPEZ





Invento



Te invento.
Enredo tu pelo.
Me recreo en el contorno
De los ojos.
Matizo
Los labios.
Imagino
Su risa.
Le doy forma
Sin prisa.
En los pómulos.
Paso a hurtadillas
Por el cuello.
Noto su escalofrió.
Con los ojos cerrados
Perfilo el pecho.
Te miro.
Me sonrojo
Ya voy
Por las piernas.
Me desarmas.
No lo olvides.
Yo te invento.


XAVIER OQUENDO





Recuento de los hechos



Todos nos fuimos.

Atrás se escucha el torpedo de la fiesta,
la corona roja de los bares,
el aguardiente azul que nos amaba
y la marcha desigual de la jarana.

Después, la madrugada con olor a miel.
Los amigos dormidos, amontonados
como un pozo de trinos,
como un manzano cargado.

Éramos todos, solo el viento era solo.
Los demás, los otros nosotros,
éramos uno en la soledad del nuevo día.

Nos dolíamos juntos y eso era la felicidad.




SARA VANEGAS COVEÑA





muerde el pez del insomnio el blando velo de la luna. esa luna que tocas con los dedos y extrañas. quizá el mar tiembla también de frío. por todos sus cadáveres y sus canciones rotas. tal vez tu amigo olvidó calzarse en el sueño y pisa serpientes heladas al fondo de su tristeza. quizá tú enciendes una luz para conjurar tanta oscuridad y tanto frío … y me busques cerca del mar
quizá llegues por el camino del insomnio a atarme esa luna a las manos. y a olvidarme




CESÁR DÁVILA ANDRADE





Canción a la cadena del blanco amor



Ayer te volví a ver, barrio de mis once años
y encontré la mitad de mi nostalgia
apoyada en una clara cruz de malva,
custodiando una sal de blanca usanza,
sobre el delgado muro de tu casa.

Miré tu monasterio en la colina,
con tres siglos de paz en los aleros
y con palomas que abren en el cielo
su corazón de musical garbanzo.

Oí cantar los gallos, como entonces,
con sus sombreros de oro y hojas frescas;
miré la casa en que moría siempre
por hambre, por olvido y por decoro,
caballero macilento y solo.

Y vi un copo de lana que nevaba
en la biografía de la abuela.
El ángel de la rueca tenía sueño
y en sus alas de pana, la tristeza
había doblado en dos la antigua rueda.

Cómo te recordé dulce Lucía muerta,
con tu cesto de pan fuera de tiempo,
llorando de vacío en la vereda...
Desde entonces estás blanca de enero,
perdida en la salud azul del cielo
y para ya no despertarte... sueño.




FLOR ALBA URIBE





Evocación


En dónde estarás ahora, dulce amigo,
qué luz desatará de ti mi sombra,
qué boca lapidará lo que antes fuimos,
qué piel me exilará
de tu memoria.

En dónde estarás ahora, mientras bebe
su postrer arrebol un viejo cuervo
y cae la plomada del silencio
señalando al rencor
su dura lágrima.

En dónde ya sin mí, sin nuestro tiempo,
nuestro pacto de amor tras la batalla,
en dónde y hacia dónde tu deseo
y su terco llamear
en cada encuentro.

En dónde la respuesta mientras sumo
otra piel, otro vino y la certeza
de no poder ser ya por haber sido.
¡Terca es la pena
y es vano el simulacro!