domingo, 18 de abril de 2021


 

SERGIO GARCÍA CLEMENTE

 


Algunas tablas están tan podridas que es preferible seguir naufragando.

 

EMILY BRONTË

 

  

 

El anciano estoico

 


Poca estima siento por las riquezas,
y del Amor me río con desdén.
El deseo de fama solo fue un sueño
que se desvaneció con el alba.

Y, si rezo, la única oración
que mueve mis labios es:
“¡Abandona este corazón que poseo
y dame libertad!”

Mis días se acercan veloces al final,
y eso es todo lo que imploro.
En la vida y en la muerte, un alma sin cadenas,
con valor para resistir.

 

1841

 

 

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

 

 

 

Si alguien llama a tu puerta

 

 

Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
y algo en tu sangre late y no reposa
y en tu tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida de armonía.

Si alguien llama a tu puerta y todavía
te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa desangra el día

Si alguien llama a tu puerta una mañana
sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía

Si aún la vida es verdad y el verso existe.
Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.

 

GIUSEPPE UNGARETTI

 

  

 

Tierra

 

 

Podría haber en la guadaña
un rápido reflejo, y el rumor
tornar y perderse por grados
hacia las grutas, y el viento podría
de otra sal enrojecer los ojos…

Podrías, la quilla sumergida,
oírla deslizarse a lo lejos,
o a una gaviota equivocar su pico,
la presa huída, en el espejo…

Del trigo de noches y días
colmadas mostraste las manos,
delfines de los viejos tirrenos
viste pintados en secretos
muros inmateriales y, luego, detrás
de las naves, vivos volar,
y tierra eres aún de cenizas
de inventores sin descanso.

Cauto temblor podría otra vez a adormecedoras
mariposas en los olivos, de un instante a otro,
despertar;
quedarás inspiradas vigilias de extintos,
intervenciones insomnes de ausentes,
la fuerza de cenizas, sombras
en el raudo oscilar de las platas.

Continúas derribando al viento;
desde abetos a palmeras el estrépito
por siempre desolas; silente
el grito de los muertos es más fuerte.

 

Versión de Jesús López Pacheco

 

STÉPHANE MALLARMÉ

 


 

Brisa marina

 

 

Leí todos los libros y es, ¡ay!, la carne triste.
¡huir, huir muy lejos! Ebrias aves se alejan
entre el cielo y la espuma. Nada de lo que existe,
ni los viejos jardines que los ojos reflejan,
ni la madre que, amante, da leche a su criatura,
ni la luz que en la noche mi lámpara difunde
sobre el papel en blanco que defiende su albura
retendrá al corazón que ya en el mar se hunde.
¡Yo partiré! ¡Oh, nave, tu velamen despliega
y leva al fin las anclas hacia incógnitos cielos!
Un tedio, desolado por la esperanza ciega,
confía en el supremo adiós de los pañuelos.
Y tal vez, son tus mástiles de los que el viento lanza
sobre perdidos náufragos que no encuentran maderos,
sin mástiles, sin mástiles, ni islote en lontananza…
Corazón, oye cómo cantan los marineros!

 

 

Versión de Andrés Holguín

 

 

 

DUQUE DE RIVAS. (Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano)

 

 

 

A Lucianela

 


Cuando, al compás del bandolín sonoro
y del crótalo ronco, Lucianela,
bailando la gallarda tarantela,
ostenta de sus gracias el tesoro;

y, conservando el natural decoro,
gira y su falda con recato vuela,
vale más el listón de su chinela
que del rico Perú las minas de oro.

¡Cómo late tu seno! ¡Cuán gallardo
su talle ondea! ¡Qué celeste llama
lanzan los negros ojos brilladores!

¡Ay! Yo en su fuego me consumo y ardo,
y en alta voz mi labio la proclama
de las gracias deidad, reina de amores.