sábado, 6 de abril de 2013

JAIME SABINES





Los Amorosos



Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se estan yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre- ¡ que bueno !- han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos. 

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida. 

OCTAVIO PAZ





Dos cuerpos



Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano. 

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto. 

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas. 

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago. 

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.


LUIS DEL RIO DONOSO





Memoria 



Tejo los días
de una espera sin aurora

Un manto de silencio
asfixia la esperanza

Estoy solo
bajo el peso de las horas anónimas

El tiempo escribe sobre la sombra
los nombres ausentes

En mí
el olvido no tiene futuro.



LUIS CERNUDA





Te quiero



Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso; 

Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes; 

Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas; 

Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino; 

Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras. 

Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.

ARMANDO MAGALLANES





Soledad



Vendrá el tiempo que saldremos
de estas cavernas de soledades.

Y tendremos que aprender a sostener
una nota musical en la mano.


IDA VITALE





El puente



La muerte es la menor distancia
entre los sueños,
el cálculo más breve,
el gesto sin torpeza.
Los amantes que cierran
las puertas como noches
para darse sus vidas
lo saben, mientras hunden
en la espuma del gozo
apenas pensamiento,
terror apenas dicho.
Lo saben pero piden
seguidamente treguas
para cavar sus túneles
entre sordas memorias.
En tanto, el puente aguarda
de luz a luz tendido,
pacientemente fácil,
su paso de fantasmas.