"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 8 de junio de 2020
ROBERT BROWNING
Prospice
¿Temer
a la muerte? Sentir la niebla en mi garganta,
La
neblina en mi rostro cuando llegan las nieves,
Y
las ráfagas que anuncian que estoy acercándome;
El
poder de la noche, la fuerza de la tormenta,
La
asechanza incansable del enemigo.
Allí
está, el horror supremo en forma visible;
Sin
embargo, el hombre temerario debe acercarse,
Porque
el viaje ha concluido y la meta alcanzada;
Las
barreras caen, aunque falta una batalla para la conquista,
La
recompensa de todo lo anterior.
Siempre
fui un guerrero. ¡Una lucha más, la mejor y la última!
No
deseo que la muerte vende mis ojos,
Que
atenta me hiciera pasar arrastrándome.
¡No!
Dejadme conocer todo su sabor,
Quiero
ser como mis padres, héroes de antaño,
Soportar
la embestida, pagar las deudas de una alegre vida
En
un minuto de sufrimiento, de sombras y de frío.
Porque
para los valientes lo peor se transforma en lo mejor,
El
momento sombrío termina, y la furia de los elementos,
Las
voces demoníacas desatadas se someten, se inclinan,
Cambian,
se transforman en una paz que nace del dolor;
Luego
una luz, luego tu seno, ¡Oh, tú, alma de mi alma!
¡Volveré
a abrazarte y que la paz sea con Dios!
JOSÉ BATRES MONTÚFAR
¡Cara y desventurada patria mía!
¡Cara
y desventurada patria mía!
Con
razón barre el polvo tu diadema,
con
razón tu existencia es agonía,
¡con
razón tu destino es anatema!
¿Por
qué no dejas la fatal porfía?
¿Por
qué no abjuras el mortal sistema
de
hacer que el sabio en un rincón se oculte
y
en la inacción su mérito sepulte?
El
brillo de tu gloria vi empañado
por
los traidores que tu seno encierra,
y
vi escupir en tu blasón dorado,
y
vide hollar tu pabellón por tierra.
Más
de un Gobierno, más de un diputado
en
vez de hacerte bien te hicieron guerra
y
quisieron pintar, ¡oh, escarnio crudo!
lagartos
y colmenas en tu escudo.
El
nombre de la patria me enardece
porque
la adoro, estando persuadido
de
ser ella quien menos lo merece
de
cuantas patrias hay, habrá y ha habido.
Mas
como otra no tengo, me parece
que
debo amarla como el ave al nido,
y
a los diablos me doy si considero
que
la quieren vender al extranjero.
LUIS LLORÉNS TORRES
A la orilla del camino…
A
la orilla del camino
que
en la sierra se encarama,
mi
gallo duerme en la rama
de
viejo laurel sabino.
Le
corre ardor masculino
desde
el pico hasta la hiel.
Y
en la rama de laurel,
la
luna que lo ilumina
es
como blanca gallina
que
abre un ala sobre él.
SAFO
En la distancia
De
veras, quisiera morirme.
Al
despedirse de mí llorando,
me
musitó las siguientes palabras:
“Amada
Safo, negra suerte la mía.
De
verdad que me da mucha
pena
tener que dejarte.” Y yo le respondí:
“Vete
tranquila. Procura no olvidarte de mí,
porque
bien sabes que yo siempre estaré a tu lado.
Y
si no, quiero recordarte lo que tú olvidas:
cuantas
horas felices hemos pasado juntas.
Han
sido muchas las coronas de violetas,
de
rosas, de flor de azafrán y de ramos de aneldo,
que
junto a mí te ceñiste. Han sido muchos los
collares
que colgaste de tu delicado cuello, tejidos
de
flores fragantes por nuestras manos.
Han
sido muchas las veces que derramaste
bálsamo
de mirra y un ungüento regio sobre mi cabeza.”
WALLADA BINT AL-MUSTAKFI
¿Acaso hay para nosotros…
¿Acaso
hay para nosotros,
después
de esta separación, una salida;
puede
quejarse cada uno de nosotros
de
lo que ha sufrido?
Pernoctaba
yo en los tiempos
de
nuestras visitas mutuas durante el invierno
sobre
las brazas crepitantes por la pasión.
¿Cómo,
pues, estando en la situación de este abandono,
ha
apresurado el destino lo que yo temía?
Giran
las noches y no veo el fin.
De
nuestro distanciamiento,
ni
la paciencia me libra
de
la esclavitud de mi anhelo.
Riegue
Dios la tierra donde estés
con
toda clase de lluvias copiosas.
ELIZABETH BARRETT BROWNING
¿De qué modo te quiero?
¿De
qué modo te quiero? Pues te quiero
hasta
el abismo y la región más alta
a
que puedo llegar cuando persigo
los
límites del Ser y el Ideal.
Te
quiero en el vivir más cotidiano,
con
el sol y a la luz de una candela.
Con
libertad, como se aspira al Bien;
con
la inocencia del que ansía gloria.
Te
quiero con la fiebre que antes puse
en
mi dolor y con mi fe de niña,
con
el amor que yo creí perder
al
perder a mis santos… Con las lágrimas
y
el sonreír de mi vida… Y si Dios quiere,
te
querré mucho más tras de la muerte.
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