En la distancia
De
veras, quisiera morirme.
Al
despedirse de mí llorando,
me
musitó las siguientes palabras:
“Amada
Safo, negra suerte la mía.
De
verdad que me da mucha
pena
tener que dejarte.” Y yo le respondí:
“Vete
tranquila. Procura no olvidarte de mí,
porque
bien sabes que yo siempre estaré a tu lado.
Y
si no, quiero recordarte lo que tú olvidas:
cuantas
horas felices hemos pasado juntas.
Han
sido muchas las coronas de violetas,
de
rosas, de flor de azafrán y de ramos de aneldo,
que
junto a mí te ceñiste. Han sido muchos los
collares
que colgaste de tu delicado cuello, tejidos
de
flores fragantes por nuestras manos.
Han
sido muchas las veces que derramaste
bálsamo
de mirra y un ungüento regio sobre mi cabeza.”
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