lunes, 18 de noviembre de 2019


TAKUBOKU ISHIKAWA


  


Echado de bruces en la arena
hoy revivo aquel dolor
del primer amor.

SAKUTARO HAGUIWARA





Flauta verde



En esta llanura crepuscular
indolentes caminan en procesión
los elefantes de orejas amplias.
En el viento se estremece una luna amarilla de atardecer.
Acá y allá flamean hojas de hierba como sombreros.
¿Se siente sola, Señorita?
He aquí una flauta cuyo son es de verde transparente.
Toque dulcemente una melodía.
Temblando en el cielo diáfano
invoque a su espejismo.
Desde aquel remoto mar de añoranza
lentamente se acerca una imagen.
Parece como un gato degollado que se tambalea
a la sombra de las yerbas de un camposanto.
¡Quisiera, en verdad, morirme en medio de
tal paisaje desolado de crepúsculo,
Señorita!


ANA MARÍA FUSTER





¿cómo no arrancarme la ropa del pasado?



no me salves
que tan solo soy un cuerpo de papel
repleto de las voces de los días
de esos pequeños fuegos que humean versos
como párpados iluminando palabras
cada palabra
hasta sombrear el despertar de las manos

no me salves
que el tiempo diga
lo que el silencio perdió en la arena



SEBASTIÁN ALVARADO







mi boca vomita un pájaro
que despliega sus alas
hasta convertirse en la noche
que me cubre

yo soy la materia oscura
y estoy en todas partes

por favor
sostiene mi mano
acompáñame

por favor
ven conmigo
borraré al sol


ANDREA CABEL GARCÍA





[Un puercoespín]



Dijiste que te gustaba la carne con espinas. Que era tu vida el caminar de lado, ser blanca como las angostas calles de tu casa, y brillar en silencio como las estrellas del techo que se te cae todas las noches. Yo soy un animal que se amolda a tu cama, repleto de espinas. Lleno de cercos y púas. Soy la mortaja que en tu vientre se revuelca pidiéndote madre. La mujer que en tu mente me reta, soy yo, vestida de lana por el invierno, escondiendo las púas para no asustarte y cantando en voz baja, la canción de cuna de los niños que tienen frío. Una burbuja rosada se cuela entre tus ojos que miran al techo del piso ocho
Y solloza.

RAFAEL MAYA








Eres una canción. Aire ligero
cernido entre las flores y los nidos.
Duermen, bajo tus pies, campos floridos,
y es tu melena un río verdadero.

Comienza en ti mi vida. Eres mi enero
que asoma en horizontes presentidos;
mi comarca de ríos conocidos,
mi alta constelación de marinero.

Por mis manos te vas como una brisa;
envuelves un jardín en un suspiro,
y se abren mariposas en tu risa.

Eres la sombra toda, eres la lumbre,
y yo, elevando el corazón, te aspiro
como al viento que viene de una cumbre.