lunes, 22 de septiembre de 2025

MAO ZEDONG


 

MOSAB ABU TOHA

 

 


Una vez me quedé sin casa

Los escombros de la ciudad

Infestaban las calles.

 

 

 

MARÍA LIMÓN

 

  

 

el primer día es

aplastante

en esta madriguera hay dos osos

la oscuridad y yo

hibernación del estío

ataraxia

la segunda noche se impone la

visión del color blanco como

una tarta lanzada

contra mi cara

el pequeño mofletudo blanco se transforma en

[una piraña blanca

un tentetieso barrigón sonríe en su blanco sepukku

en el cine de lo hipnagógico

hay seres terribles si no fuera porque dan risa

 

De: “Los bordes”

 

 

BLANCA MOREL

 

 


bajo la página en blanco

hay una página en negro

bajo el cristal azogue

los signos vienen de lo oscuro

el poema nace en lo oscuro

y florece en la luz     o en ella se quema

  

De: “Suma noche”

HENNING H. BERGSVÅG

 

 

 

Hay alguien aquí que se parece a ti.

 

El parque se aclara despacio, se ilumina, o

se apaga. Cada día que me despierto, el sol

está más lejos. ¿Este planeta se está moviendo hacia afuera,

girando hacia una salida?

 

El mareo varía con las condiciones lumínicas. Cuando el sol hace

fulgurar el pasto, es justo antes de que yo desaparezca por completo.

 

 

De: “El jardín inglés”

Versión de Juan Gutiérrez-Maupomé

 

 

 

MINERVA SALADO

 

 

Ciudad ciudades (II)

 

 

No estuve para siempre en la ciudad

la amé con una queja con un grito de espanto

pero la amé sin fin

sin desconcierto

recorrí las costumbres de tus manos

el trazo de tu cuello el resplandor insomne de tu boca.

La ciudad me conmueve y atenaza

penetra con su daga mis vestigios

y encuentra la verdad bajo su talla.

Un canario despierta

y yo tengo un secreto como un nido

como un terrón de azúcar en la mano.

 


RODOLFO HÄSLER

 

  

La Habana

(en la casa de Lezama Lima)

 

 

Qué impresionante silencio en la angosta saleta,

en el exacto lugar donde la voz atronadora

reclamaba cada tarde su café, en fina taza china,

colado y servido con amor de madre. Remedio certero

para aplacar el ritmo entrecortado, entre risotada y risotada,

y recomendar a Góngora, leer cada día a los franceses,

los de la rosa. Adorando a Casal, maldiciendo a Virgilio,

logró ensalzar las sombras ante la oscura ventana,

oh los mayas, Ariosto, la impertérrita herencia española.

La ventana ahora clausurada es un tokonoma del vacío.