"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 28 de mayo de 2019
ÁNGEL COLLADO RUÍZ
V
Para
que sea amor
no
basta
fundirse
en un abrazo
juntar
los cuerpos por un tiempo
compartir
besos
Se
requiere intercambiar silencios
solucionar
pendientes
crecer
hacía el otro que nos busca
Pagar
la abundante cuenta
de
los años
haber
juntado soles de distintos lugares
Por
supuesto haber reído
Para
que sea amor
no
hay nada mejor que conocer
la
herida virtud de la meta
el
gozo infinito una vez alcanzado
JAVIER BAUTISTA MUÑOZ
Rosemary
Rosemary,
la
Interpol me está buscando,
regresa
a las islas Frisias orientales
donde
está tu casa sobre palos,
nadie
sabrá que mi corazón te halló.
Detrás
de Bremehaven está el mar
y
más allá, un lecho de algas y vikingos
donde
encajes y cascos se han cascado.
Vuelve,
Rosemary, a tu parada,
tengo
que huir para encontrarme,
la
Interpol me busca por la costa;
ya
son las doce menos cinco
y
no quiero que juntos nos halen,
detrás
está el mar; pero no mi corazón.
JORGE EDUARDO EIELSON
Oda al invierno
El invierno es todo frutas y linternas
Olvidadas y esqueletos santos de palomas
En el bosque. El invierno besa, enamorado,
Los labios gloriosos de la vid con sus labios
De granizo, y se duerme sobre ella.
El invierno puede venir un día, blandamente,
Por el valle y, cual un fósforo en la mano,
Llevarse una vida a su ciudad como un ladrón.
El invierno enjoya al hombre tristemente,
El invierno lava tumbas de monarcas
Y mendigos, y corona el áureo y viejo otoño
Con un rayo de ceniza en la cabeza. Respetad
Al invierno, la antigüedad de sus plantas,
Su cetro de rocío en la espesura; respetad
Los rostros eternos de los árboles y el viento
En su dominio, cuando cesa todo en torno
Y él se inclina, carcomido y sonoro, como un piano
En un estanque o como un muerto en una tumba.
El invierno es todo frutas y linternas
Olvidadas y esqueletos santos de palomas
En el bosque. El invierno besa, enamorado,
Los labios gloriosos de la vid con sus labios
De granizo, y se duerme sobre ella.
El invierno puede venir un día, blandamente,
Por el valle y, cual un fósforo en la mano,
Llevarse una vida a su ciudad como un ladrón.
El invierno enjoya al hombre tristemente,
El invierno lava tumbas de monarcas
Y mendigos, y corona el áureo y viejo otoño
Con un rayo de ceniza en la cabeza. Respetad
Al invierno, la antigüedad de sus plantas,
Su cetro de rocío en la espesura; respetad
Los rostros eternos de los árboles y el viento
En su dominio, cuando cesa todo en torno
Y él se inclina, carcomido y sonoro, como un piano
En un estanque o como un muerto en una tumba.
De: "Reinos"
SERGIO CRUZ
El racimo de uvas
sobre un tema de Fray Luis
de León que repite George Herbert
Y
yo quise encerrar a la felicidad
en
un calabozo, pero el saco
que
llevo tras la espalda no desapareció;
siguió
creciendo, paralelo
al
cuerpo, entrecruzando la médula del hueso
con
la contorsión del sexo.
Yo
no supe hacer nada, Dios, por tu palabra
y
me quedé encerrado en la palabra que no tenías
para
que me dieras a beber tu esencia propia,
para
que dejaras en claro mi cuerpo sin salida,
para
que mi luz no se odiara entre tus vinos,
para
que las flores marchitaran en mi herida.
Yo
quise, Dios, llegar al cielo, pero nadie abrió
los
brazos lejanos de mi muerte. Nadie ve
mis
rostros corriendo en el camino de otros rostros,
la
memoria de mis cuerpos acumulándose en palimpsestos,
nadie
ve las voces frías que se pudrieron. Dios,
si
eres uno y eres cierto, arráncame de la existencia
en
que no hago más que buscar no contemplarte; Dios,
si
eres uno y eres cierto, derrámate:
con
los pies de mi oración aplastando tu racimo
he
de aplastar tu cuerpo místico y dejarlo
destilarse
hasta que salga el vino, el vino eterno, el vino mismo
de
tu sangre.
TÉOPHILE GAUTIER
Hace
ya tanto tiempo que te adoro,
dieciocho años atrás son muchos días...
eres de color rosa, yo soy pálido,
yo soy invierno y tú la primavera.
Lilas blancas como en un camposanto
en torno de mis sienes florecieron,
y pronto invadirán todo el cabello
enmarcando la frente ya marchita.
Mi sol descolorido que declina
al fin se perderá en el horizonte,
y en la colina fúnebre, a lo lejos,
contemplo la morada que me espera.
Deja al menos que caiga de tus labios
sobre mis labios un tardío beso,
para que así una vez esté en mi tumba,
en paz el corazón pueda dormir.
Versión de Carlos Pujol
dieciocho años atrás son muchos días...
eres de color rosa, yo soy pálido,
yo soy invierno y tú la primavera.
Lilas blancas como en un camposanto
en torno de mis sienes florecieron,
y pronto invadirán todo el cabello
enmarcando la frente ya marchita.
Mi sol descolorido que declina
al fin se perderá en el horizonte,
y en la colina fúnebre, a lo lejos,
contemplo la morada que me espera.
Deja al menos que caiga de tus labios
sobre mis labios un tardío beso,
para que así una vez esté en mi tumba,
en paz el corazón pueda dormir.
Versión de Carlos Pujol
ROBINSON QUINTERO
Canción del chofer en el parabrisas
Ante
mí veo lo que un día se borrará para siempre:
colinas de altos pastos rojos
un río de brillantes peñascos
una montaña escasa de luz
y otra cumbre más distante donde ya es la noche
Un cielo color granate
y un viento que entra con sus pájaros en el crepúsculo
también de viaje
El temblor de los platanales por la carretera
las aguas estancadas en las zanjas
los abismos por los desfiladeros
El oscuro sonido que se hace debajo de los árboles
y la última luz viva de la tarde
todo en viaje hacia la noche
colinas de altos pastos rojos
un río de brillantes peñascos
una montaña escasa de luz
y otra cumbre más distante donde ya es la noche
Un cielo color granate
y un viento que entra con sus pájaros en el crepúsculo
también de viaje
El temblor de los platanales por la carretera
las aguas estancadas en las zanjas
los abismos por los desfiladeros
El oscuro sonido que se hace debajo de los árboles
y la última luz viva de la tarde
todo en viaje hacia la noche
Ante
mí veo lo que un día se borrará para siempre
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