lunes, 11 de marzo de 2013

PEDRO GARFIAS






Acordes

A Wladyslaw Jahl


III


Mis manos
mis manos fatigadas
de hurgar en la maraña de los días
entre mis manos canta
el cascabel de la hora fugitiva


EDUARDO MILÁN




  
Uno-dos

                                                   A Elías Uriarte






Uno

I

Qué violencia la luz
que precipita la palabra.
Y qué canto el canto
si sólo dice externo
del follaje
y no dice del dolido
su dolor.
                  Hoy estamos dolidos
-si se puede a principios del 2000
hablar por todos- y mañana,
¿estaremos dolidos?

Los maduros estamos dolidos
como caídos de las ramas a las manos
todavía invisibles,
ausentes -pon la palma,
diríamos, queremos decir,
a las palmas que no están.
(No es por lo que fui: es por lo que soy
viendo inmejorables
a mis ancestros.)

II

Es como si el poema
tuviera la misión
de cantar el dolor puro,
el sin-hombre, no-nombrado
por no saber aun cómo se llama
ese fuego que quisimos redentor.
El nombre más, el nombre-antes,
el profesión, el nombre activo,
conquistador de todos los parajes.
De repente
se hizo silencio.
Como si el silencio
o la noche que lo hizo
trabajando anónima supiera
de la búsqueda del nombre.
Como si consintiera.
No puede venir al caso
ni al vacío
enumerar la posibilidad de nombres
porque se busca el nombre que no hay,
el dolor del nombre que no hay
pero que quiere llamarse.
La vida acostumbrados al dolor
y ahora resulta que no hay,
sucede que no hay
y no sabemos todavía darlo.

III

No es el deseo,
es la violencia de la luz
que precipita la palabra.
No es el deseo del nombre,
es la violencia.

¿Buscando un dolor puro
cuando el dolor, aquí, ahora,
está poblado de matices?
Desposeídos, humillados, postergados,
fueras de serie, sin tierra, sin-agua,
aborígenes, sin tierra, desplumados,
soltados a los dientes incisivos
del perro capital que vendrá
a incidir con sus dientes incisivos.
Esos: los que te miran con ojos sin comer.

IV

Yo no busco un dolor puro,
busco su nombre para delatarlo.
Nada de puro aquí,
nadie puro en mí
salvo la voluntad de delatar el dolor.
Eso es poeta, para los que vienen:
el que delata el dolor
que late en toda entraña oscura.
Eso es poeta, para los que vienen:
y luego canta la alegría
del derecho al aire de la tierra.

V

Los que no tienen nada,
aunque algo tengan, están seguros
de lo que en su falta espera.
Y nosotros, riquísimos en nada,
intentamos cantarles su canción.


Dos

Lo que por miedo no se dice
no es enigma ni futuro
que en él pueda convertirse:
es carga, es carga simple
y puro peso que el otro
pone en tus hombros para que masques,
para que mastiques ese pasto espeso
durante el tiempo que gustes:
0j0, no es enigma
ni pájaro futuro el miedo.

BLANCA VARELA





Historia



puedes contarme cualquier cosa
creer no es importante
lo que importa es que al aire mueva tus labios
o que tus labios muevan el aire
que fabules tu historia tu cuerpo
a toda hora sin tregua
como una llama que a nada se parece
sino a una llama



ELSA LÓPEZ






El que se arroja…



El que se arroja al agua con su cuerpo magnífico
y luego deja gotear el mar por sus caderas y las mías
como una prueba incontestable de perfección y afecto.
Aquel que me sonríe
desde la hilera mágica de su terrible boca,
inocente guerrero,
putrefacto montón de espléndida hermosura,
el único que sabe cómo he perdido la batalla
y por eso me observa, todavía,
con una cierta sombra de dulzura.
El que arrastra mi cuerpo por el campo de batalla
despedazado el tronco y la plateada cabellera,
y aún tiene conmigo la deliciosa costumbre
de besarme los pies,
ese es el que amo.


De "Cementerio de elefantes"


GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER





XVI


Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche
en ira y en piedad se anegó el alma
¡y entonces comprendí por qué se llora!
¡y entonces comprendí por qué se mata!

Pasó la nube de dolor... con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo...
Me hacía un gran favor... Le di las gracias.

del “Libro de los gorriones”