"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 11 de noviembre de 2019
ALFONSO CORTÉS
Desde la orilla
El
sol enreda sus cabellos en los tilos
del
parque, los enfría en el agua de la taza
en
que se ven sonar los viejos peristilos
de
cobre; entre las ramas, rápidamente, pasa
un
pájaro, y se acerca desde la torre una hora:
desde
la orilla verde un cisne a la Onda baja,
y,
viniendo a pedirnos pan, en su blanca prora
los
ensueños del agua, con el pico, se encaja.
ANNE SEXTON
Después de Auschwitz
Ira
negra
como un garfio
me
ataja.
Cada
día
cada
nazi
agarró,
a las ocho de la mañana,
un
bebé
y
lo frió para el desayuno
en
su sartén.
Y
la muerte observa con ojo casual
y
juega con la mugre bajo las uñas.
El
hombre es malo
—digo
en voz alta.
El
hombre es una flor
que
se debe incendiar
—digo
en voz alta.
El
hombre es un pájaro lleno de lodo
—digo
en voz alta.
Y
la muerte observa con ojo casual
y
se rasga el ano.
El
hombre con sus dedos milagrosos
y
los dedos del pie rosaditos
no
es templo
sino
letrina
—digo
en voz alta.
Que
el hombre nunca vuelva a levantar su tacita de té.
Que
el hombre nunca vuelva a escribir un libro.
Que
el hombre nunca vuelva a ponerse el zapato.
Que
el hombre nunca vuelva a levantar los ojos
en
una suave noche de julio.
Nunca.
Nunca. Nunca. Nunca. Nunca.
Estas
cosas digo en voz alta.
Ruego
al Señor que no escuche.
PEDRO GANDIA
Nilo abajo
El río es el reflejo
del sueño de la vida.
Silenciosas falucas
cortan de blanco el aire.
Chicos nubios, papiros
florecen las riberas.
El reflejo es el sueño
del río de la vida.
Entre las cañas, túnicas
como garzas de luz.
Los desnudos bucean
la verdad del origen.
El sueño es el reflejo
del río de la vida.
El ónix de los cuerpos
en el jade del agua.
Bandada de ibis corta
el agua azul del cielo.
Es el sueño del río
reflejo de la vida.
Las riberas van, vienen.
Cae la luz. Saluda
en la penumbra un niño.
Retrocede el paisaje.
El sueño del reflejo,
el río de la vida.
De: "Acrópolis"
El río es el reflejo
del sueño de la vida.
Silenciosas falucas
cortan de blanco el aire.
Chicos nubios, papiros
florecen las riberas.
El reflejo es el sueño
del río de la vida.
Entre las cañas, túnicas
como garzas de luz.
Los desnudos bucean
la verdad del origen.
El sueño es el reflejo
del río de la vida.
El ónix de los cuerpos
en el jade del agua.
Bandada de ibis corta
el agua azul del cielo.
Es el sueño del río
reflejo de la vida.
Las riberas van, vienen.
Cae la luz. Saluda
en la penumbra un niño.
Retrocede el paisaje.
El sueño del reflejo,
el río de la vida.
De: "Acrópolis"
HAKUSHU KITAHARA
Delicia de los besos... murmullos...
Mas la sangre invisible gotea en el cielo
como el rugido de una bestia herida y agonizante.
¿Por qué duele tanto?
Ah, el color de la melodía crepuscular,
el silencioso resplandor.
Delicia de los besos... murmullos...
SAUL IBARGOYEN
Tríptico de aguas dulces
1
Ríen
o gritan
los
lobos desde el mar.
En
su comarca de durísima espuma
bajo
nubes de sales imbatibles
y
en un viento horizontal
de
rocas girantes
gritan
y preparan
(carne
dispuesta y mordidas destrucciones
piel
perfecta y semen)
los
crueles ciclos
las
cosechas del otoño.
Gritan
o ríen y son
móviles
raíces hundidas y flotantes
en
la materia del océano
pan
desnudo corrompiéndose
en
las playas inflamadas
de
hambre y de sol.
2
No
es la furia abismal
ni
el latido nocturno de los médanos.
No
es la Punta del Diablo
ni
su rojo inexpresado.
No
es el rastro del hombre
con
su canasto de prohibidas cacerías
ni
es el excremento emblanquecido
de
la gaviota agresora y mortal.
No
es la piedra molida
que
el niño usara
en
sus frías casas de palo
ni
son los metales arrugados
en
una cáscara final.
No
son los largos anzuelos
y
su trampa de sangre
ni
es la red cerrándose
ni
el garrote machacante
ni
la cuerda de asfixia
ni
es el cuchillo
ni
es el puñal.
No
es una sed
que
las moscas agudizan
ni
son los tres caballos
de
las seis patas ardidamente fatigándose
ni
son los cinco nombres
de
aquellas dos islas.
No
es el árbol
—acacia
pino costero laurel—
ni
es la hierba indefensa
en
el anchísimo ocre
y
el calor.
Es
sólo la inagotada lluvia
clavándose
en la arena
como
una torre presente y combatiente
en
su fuego y su ceniza.
3
Aguas
de las vísceras marinas
aguas
de la dulce fuerza terrestre:
por
su calle central
un
caracol apoyándose
en
ávidos mantos de blancura
con
pie implacable desordena
los
nutrientes socavones de la costa
y
el único cuerno dorado
se
contrae y avanza
tactando
el olor
de
mezcladas burbujas enemigas
pastando
ácidas hierbas
entre
pelos y pieles de lobos asesinados
rompiendo
elaborados refugios
de
nácar y cal
deshaciendo
penachos
branquias
amapolas
arrancando
escamas iniciales
al
albatros sin viento
mojado
por la sal.
Vuelve
el agua y quema
desmembrados
edificios
obrajes
perdurables
y
secretos navíos
y
el caracol regresa a su coraza
labios
y lengua capturando
los
para siempre sonidos del mar.
LÉOPOLD SÉDAR SENGHOR
El retrato
He
aquí que la primavera de Europa
que
corteja,
Me
ofrece el olor virgen de las tierras
La
sonrisa de las fachadas al sol
Y
la dulzura gris de los techos
En
la dulce Touraine.
No
se sabe aún
De
la obstinación de mi rencor aguzado por el invierno
Ni
de la exigencia de mi negritud imperiosa…
Que
me baste la sonrisa
Que
bosquejan tus labios ansiosos,
Que
se pierde en el sueño marino de tus ojos
¡Y
la salvaje colina de tu cabellera estremeciéndose
Bajo
el viento!
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